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¿Quiénes son las migrantes mexicanas?

Por Carmen R. Ponce Meléndez*

Con el título de «Mexicanas en Estados Unidos», María Adela Angoa se pregunta: ¿quiénes son?, a partir de esta interrogante hace una radiografía de las características sociodemográficas de esta población.

Este estudio forma parte del documento titulado: «Las políticas públicas ante los retos de la migración mexicana a Estados Unidos», coordinado por Paula Leite y Silvia E. Giorgoli del Consejo Nacional de Población (Conapo).

El tema reviste una gran importancia, no sólo como objeto de estudio sino fundamentalmente como un motivo de ocupación, más que de preocupación, que debe traducirse en políticas públicas del Estado ante el crecimiento del racismo, xenofobia y discriminación en Estados Unidos, expresado en forma muy cruda en la llamada Ley Arizona SB 1070.

El caldo de cultivo para el resurgimiento de estas cuestiones es sin duda, la crisis económica y financiera internacional, con ese país como eje central.

A la gravedad de las condiciones económicas, se suman los lastres que siempre estuvieron ahí, como los virus oportunistas que significan un retroceso a los tiempos de la lucha por los derechos civiles encabezados en esa nación por Marthin Luther King, sobre todo en la década de los años 60, hace 50 años.

En esa década residían en ese país 436 mil mujeres nacidas en México, para el año 2009 el grupo alcanzó 5.3 millones, este crecimiento se ubica especialmente a partir de los años 90 y tiene que ver con varios factores:

Las crisis económicas recurrentes del país, particularmente las de 1982 y 1994; el asentamiento de las generaciones que habían emigrado y había que reunirse con la familia; una economía estadounidense boyante, California (estado fronterizo) era considerado el más rico de Estados Unidos y del mundo.

De acuerdo con el estudio de Conapo el 48.5 por ciento de las mujeres inmigrantes es muy joven, está en el grupo de 18 a 39 años de edad, justo en esta edad se ubica el 56 por ciento de las jefas de hogar.

Por su situación conyugal 64.8 por ciento es unida, pero es alto el porcentaje de mujeres no unidas; la tercera parte tiene hijos entre 6 y 17 años, las autoras consideran que este factor limita su inserción en el mercado laboral.

La gran mayoría tiene un tiempo de residencia mayor a los cinco años, sin embargo también es muy alto el porcentaje (73.6) de inmigrantes que no están ciudadanizadas y por tanto son muy vulnerables, sin acceso a los programas de beneficio social.

Al igual que en México, los hogares dirigidos por mujeres (42.1 por ciento), tienen una mayor incidencia de pobreza, ahí ésta es más alta (40 por ciento), casi la mitad; son hogares nucleares y prácticamente la mitad de ellos con pobreza y ausencia o inexistencia del cónyuge. Lo que significa romper con el mito de que las mujeres únicamente emigraban para reunirse con sus parejas.

Estas cifras dan una idea del grave peligro que corren permanentemente las mujeres inmigrantes al ser criminalizadas, discriminadas y ahora con mayor riesgo de ser expulsadas de ese país.

La autora del estudio refiere: los hijos de mexicanos menores de 18 años que viven sólo con su madre son los más propensos a vivir con dificultades económicas. Los hogares encabezados por mujeres mexicanas, monoparentales, con hijos menores de 18 años y cuya jefa no cuenta con ciudadanía estadounidense son más propensos a encontrarse en condición de pobreza y vulnerabilidad.

Como es sabido sus actividades laborales están en los sectores más precarios: servicios domésticos, agricultura y maquila; si esto se vincula con el perfil de escolaridad que es bajo -59.6 por ciento menos de high school-, puede ser explicable su bajo perfil laboral, pero aún así es mejor al empleo que pudieran tener aquí, en México.

No obstante lo anterior, para Conapo la escolaridad no es el único elemento que condiciona las actividades laborales, según ellos existe un estereotipo de los y las mexicanas como personas poco calificadas y de baja productividad, relegándolas a estos puestos, sin importar que posean competencias especializadas. Dicho de otra manera discriminación y racismo, el espíritu de la Ley antiinmigración de Arizona.

Las Organizaciones de la Comunidad Latina -donde es fuerte la presencia femenina- tienen una claridad meridiana en torno a esta problemática, saben que con esto se endurecen las opciones de una buena reforma migratoria.

Tampoco tienen muchas expectativas respecto al gobierno de México, durante años han visto los recorridos de los políticos mexicanos que se toman la foto con ellas y después… si te vi no te conozco, incluso cínicamente se atreven a pedirles que sigan mandando remesas.

Por años se han rasgado las vestiduras con discursos victimizando a los y las migrantes, pero de políticas de empleo no hay nada, una tibia defensa diplomática o jurídica y nada más.

Este escenario se ensombrece considerablemente con la espiral de inseguridad y violencia que se vive en todo el país, donde las mujeres están a la palestra. El éxodo de familias mexicanas crece todos los días, en tanto que el presidente Barak Obama ha militarizado la frontera con México, para complacer a los del Partido del Té.

Lo cierto es que la disyuntiva que hoy se enfrenta, es más grave de lo que se ha querido reconocer, obliga a replantear las políticas públicas que atiendan los flujos internacionales de personas, recursos económicos y cultura, mientras que las miras de los partidos políticos tienen que trascender sus apetitos electorales.

POSDATA

El informe de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público sobre el gasto público destinado a la Igualdad entre Mujeres y Hombres, que cubre el período enero-julio 2010, habla de un avance del 44.3 por ciento de este gasto, implica 66 Programas con 10.9 millones de pesos.

Al respecto, destaca el retraso que muestra el gasto destinado a los programas de Salud (IMSS, ISSSTE y Salud) ya que tan sólo se han pagado en promedio, el 32.6 por ciento de los recursos, impasibles ven crecer las demandas de salud de las mujeres sin atenderlas.

Otro aspecto a destacar es lo reducido del gasto destinado al programa de Fomento de la Equidad de Género y la no Discriminación en el Mercado Laboral, Secretaría del Trabajo y Previsión Social, el cual reporta en ceros la población atendida en todo el primer semestre del año.

De ahí a saltar a la ingenua conclusión de que no hay discriminación de género en el mercado laboral dista todo un abismo, es inverosímil, entonces ¿por qué es tan común que a las mujeres se les exija como requisito para contratarlas pruebas de embarazo?
¡Que vergüenza! Se repite la historia o el recurso del método, la solución al problema económico de Mexicana de Aviación es el castigo al trabajo, nuevamente el falso diagnóstico atribuye a los costos laborales todo el problema de esa empresa y exige el sacrificio de los y las trabajadoras como en el caso del SME, con la complicidad del Gobierno; miradas cortoplacistas que no se atreven a reconocer lo inepto/corrupto de nuestra clase empresarial, lo único que sí saben hacer es explotar la mano de obra.

* Economista Especialista en género

10/CPM/LR

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