Inicio «Ser mamá no es importante para ser feliz»

«Ser mamá no es importante para ser feliz»

Por Guadalupe Cruz Jaimes

«Desde muy niña sentí que la maternidad no era para mí: mientras mis amiguitas jugaban a la mamá, yo jugaba a ser maestra», señala Josefina.

Para Carmen la decisión de no ser madre llegó con la disolución de su matrimonio: «Me di cuenta de que necesitaba un hijo para tener el amor incondicional que no recibí de mi esposo y tampoco de mi familia».

Josefina, académica de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), menciona que para ella el deseo de no ser madre «se dio de manera fluida y natural, nunca me lo planteé de forma racional, creo que simplemente no era la vida que quería para mí».

La mujer, de 38 años de edad, abunda: «No es que no me gusten los niños; siempre me han dado ternura y puedo tener buena relación con ellos, pero ser mamá no es importante para que yo pueda ser feliz y sentirme una persona plena».

«Creo que nunca he soñado con ser madre, no recuerdo haber buscado a una pareja con la finalidad de procrear o que en alguna de mis relaciones haya deseado tener hijos con alguno de ellos».

La pedagoga de profesión refiere que «sólo cuando nació mi primer sobrino puse en duda mi decisión, porque su llegada me alegró muchísimo, al grado de que por un momento pensé en aventurarme a tener mi propio bebé», pero el deseo no prosperó.

El «gusanito» de la maternidad se volvió a presentar cuando sus amigas comenzaron a embarazarse. «Entonces comprendí que las movía un fuerte deseo, no les importaban las dificultades económicas o los conflictos de pareja, pero ese anhelo no estuvo en mí, no está y creo que no lo estará», concluye Josefina.

A diferencia de la académica, Carmen tuvo que enfrentar un largo y doloroso proceso en pareja para descubrir que tampoco quería ser madre.

La mujer, de 43 años, relata: «Mientras estuve casada le insistía a mí esposo que tuviéramos un bebé, pero él nunca quiso. Y mi deseo nunca fue tan grande como para dejar de usar el método y embarazarme sin su consentimiento, que hubiera sido lo más fácil».

Después de casi 10 años de matrimonio, Carmen y su esposo decidieron separarse. «Fue extraño, pero después de separarnos tuve claro que no quería tener hijos, cuando lo más lógico hubiera sido buscar a otra persona para cumplir el sueño que tuve cuando estuve con David (su ex pareja)».

Su rechazo a la maternidad se reafirmó después de intensas discusiones con su familia: «Mis hermanas y mi mamá me decían constantemente que me estaba tardando en tener hijos, y esa presión me ayudó a expresar que no quería ser mamá, así de sencillo», recuerda la abogada de profesión.

«Cuando me separé de David me di cuenta de que yo buscaba un bebé porque él no me quiso como yo quería. Por eso necesitaba a un hijo para tener el amor incondicional que no recibí de mi esposo y tampoco de mi familia», explica.

Carmen reconoce que para ella la maternidad era una «necesidad», la cual ahora está fuera de sus aspiraciones. Actualmente vive unida y dedica gran parte de su tiempo a su desarrollo profesional.

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