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Cuidado con la opción militarista

Por Rosalinda Hernández Alarcón*

Varios hechos van mostrando qué le espera a Guatemala si Otto Pérez Molina llega a ocupar la Presidencia de la República. Vale la pena sintetizarlos para su consideración, sobre todo para quienes convocan a realizar un análisis inteligente para elegir o a votar de manera consciente.

El general retirado, quien además perteneció al grupo elite Kaibil, promete pagar a los ex patrulleros paramilitares. Esta medida, al considerar válida la indemnización para personas que sirvieron al Ejército voluntaria u obligadamente, tiene un mensaje de grandes dimensiones, ya que refuerza en el imaginario la validez de una de las acciones contrainsurgentes que tantas violaciones al derecho a la vida causó en Guatemala durante la guerra.

Y que están plenamente comprobadas gracias a varias investigaciones que se están dando a conocer. Este ofrecimiento de campaña ya lo han hecho otros candidatos como gancho para obtener votos, aunque no cumplieron su promesa. Igual Pérez puede dar su palabra y no pagar cuando sea Presidente.

Lo que interesa resaltar en este espacio es que avalar la figura de las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) tiene un carácter simbólico de imposición, control, miedo, terror, represión, falta de libertad: en síntesis mano dura.

Además, el candidato anaranjado del llamado Partido Patriota anuncia casi seguro de su triunfo, ya que así lo predice la mayoría de encuestas, que aumentará de manera significativa los presupuestos para el Ejército y la policía como medidas para garantizar la seguridad.

Tal posición, similar a la del presidente de México, Felipe Calderón, ha demostrado su fracaso para acabar con el tráfico de personas, de drogas y de armas; asimismo, ha evidenciado cómo las mafias han invadido las instituciones públicas y se ha convertido en un mecanismo para reprimir a los movimientos sociales.

De ahí la pregunta: qué tan cierto puede ser que la sociedad guatemalteca viva segura y tranquila, si cuenta con un Ejército numeroso y bien equipado, con fuerzas de tarea militarizadas y policías especializadas, como lo anuncia Pérez.

Eso significa una copia de la guerra de Calderón, que es la misma de Estados Unidos, donde residen quienes están haciendo jugosas ganancias con la venta y trasiego de armamento de todo tipo. La realidad en México es clara, la inseguridad va en aumento, la violencia afecta a la ciudadanía, el terror se ha instalado.

Por último, cabe señalar la actuación de uno de los guardaespaldas de la familia Pérez, quien demuestra una prepotencia inaudita, ya que utilizó su arma, incluso sin amenaza de seguridad alguna.

Quien se atreve a disparar a un policía de tránsito desarmado muestra el tipo de entrenamiento que ha recibido, ajeno a la convivencia social, a la seguridad democrática y al respeto incluso de normas referidas a un lugar dónde estacionar un auto. El guardaespaldas está prófugo, y el agente de 26 años entre la vida y la muerte.

Hay que tomar con cuenta que los hechos señalados forman parte de una posición militarista, de mano dura, y no de paz ni para fortalecer la democracia.

* Periodista mexicana radicada en Guatemala, editorialista, integrante de la organización La Cuerda, cofundadora de la Red Centroamericana de Periodistas.

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