En pleno siglo XXI las mujeres de diversos puntos del mundo carecen del respeto de sus derechos y son tratadas como esclavas y sometidas a la violencia.
Rebecca Lolosoli levantó la voz y construyó un refugio para las mujeres que han sido repudiadas por sus familias por haber sido violentadas sexualmente. Como en muchas sociedades, la responsabilidad de la agresión es atribuida a la sobreviviente y no al agresor.
Nacida en 1962 en Kenia, en la aldea de Wamba, Rebecca aprendió que ser mujer significa vivir en la injusticia, y ser sometida a la tradición de la poligamia masculina, a prácticas como la ablación (mutilación genital femenina), y al matrimonio forzado.
Rebecca se casó a los 18 años de edad, previo pago de 17 vacas por parte de su marido. Al denunciar las violaciones que sufrían muchas mujeres por los soldados británicos, Rebecca fue golpeada brutalmente por cuatro hombres. Su marido no la defendió y al salir del hospital ella lo abandonó.
Rebecca entendió que nadie levantaría la voz para defender a las mujeres de su pueblo y nunca más calló, a pesar de ser amenazada de muerte. Encontró un camino para proteger a las mujeres que han sido repudiadas.
En 1991, al lado de otras 15 mujeres que vivieron violencia, fundó la comunidad Umoja, que significa «Unidad» en idioma swahili, y donde se protegen unas a otras.
Bajo la dirección de Rebecca, este poblado habitado exclusivamente por mujeres es un refugio seguro para las habitantes de Samburu, que fueron repudiadas por sus familias, o las niñas que huyen de la violencia, el matrimonio forzado o la ablación.
Ellas se han organizado al margen de los hombres y sus «normas». En su poblado ya no hay riesgo a sufrir ningún abuso. Rebecca recorrió las aldeas de los alrededores, para hablar a las mujeres de sus derechos y convencer a las agredidas que rechacen toda relación sexual con un marido violento o polígamo.
De hecho, los únicos hombres que habitan en Umoja son visitantes, profesionistas, varones respetuosos del ideal matriarcal, y por supuesto, los hijos de sus fundadoras.
Con una gran diferencia respecto a sus padres, esos niños han crecido más libres junto a sus madres, y serán hombres nuevos. Conocerán el amor, la ilusión y la alegría.
Niñas y niños alejados del miedo y partícipes de la felicidad de unas mujeres empoderadas. Esos niños y niñas ahora crecen en un ambiente justo y sin violencia gracias al valiente acto antipatriarcal, pacífico aunque radical, de sus madres.
Por primera vez las mujeres de esta comunidad han poseído los recursos para educar a sus hijas e hijos, decidir en qué gastarlos y ser dueñas de su espacio.
Dedicadas a las artesanías, con el tiempo este negocio se convirtió en un próspero centro artesanal de la comunidad y logró comprar su propio terreno y dar educación y seguridad a las mujeres y a sus hijas e hijos. Rebecca formó un centro cultural para los turistas que visitan la Reserva Nacional de Samburu, en el norte de Kenia.
Rebecca no se conformó con proteger a las mujeres de su comunidad, sino también ayudó a formar a mujeres de otras aldeas en pequeños negocios, para mejorar su situación económica y no ser tan dependientes de sus maridos.
Rebecca asistió a seminarios sobre los pueblos indígenas y los Derechos Humanos en Estados Unidos y Europa, conociendo así los problemas que enfrentan no sólo las mujeres de Samburu, sino de toda África.
Lolosoli ha participado en conferencias y ha sido consultora de Naciones Unidas. Mujeres de toda Kenia han pedido ser acogidas en Umoja. También su experiencia ha ayudado a fundar otras comunidades similares en distintos lugares.
Rebecca continúa trabajando por los derechos de las mujeres africanas, y nos hereda su ejemplo para ser proactivas en la lucha contra la violencia hacia las mujeres, y en la defensa y reconocimiento de sus Derechos Humanos.
*Periodista y fotógrafa mexicana, integrante de la Red Nacional de Periodistas.
12/EC/RMB
