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Raquel Dzib Cicero

Por Erika Cervantes Pérez*

Históricamente las mexicanas han sido marginadas en la escena política. Pese a tomar parte en la trasformación social y participar en la Revolución Mexicana, las mujeres no fueron invitadas al Congreso Constitucional de 1917.

Las mujeres lucharon por el reconocimiento de su ciudadanía desde el siglo XIX y sólo la obtuvieron en la segunda mitad del siglo XX. Previo a ello, las sufragistas mexicanas lucharon de diversas formas para ser candidatas de elección popular, ocupar cargos de decisión y tener el derecho a votar.

Las primeras diputadas locales de nuestro país fueron Raquel Dzib Cicero, Elvia Carrillo Puerto y Beatriz Peniche de Ponce, tras la reforma que el entonces gobernador de Yucatán, Felipe Carrillo Puerto, realizó para que las mujeres fuesen reconocidas como ciudadanas.

Hija de Francisca Cicero y Justo Pastor Dzib, Raquel nació en Mérida en 1882. Desde su infancia conoció los males sociales, pues su familia era de clase baja y vivió muchas penurias, situación que la marcó para toda su vida, la cual dedicó a mejorar la calidad cultural, social y económica de la población yucateca.

Raquel realizó sus estudios con mucho esfuerzo, pero su deseo de mejorar y su pasión por la educación, la llevó a estudiar en su hogar, en casas amigas, o en pequeñas escuelas particulares u oficiales.

Posteriormente se inscribió en el Instituto Literario de Niñas del Estado, que dirigía la maestra Rita Cetina Gutiérrez, sobresaliendo por su dedicación e inteligencia. En 1898 obtuvo el título de profesora normalista cuando apenas tenía 16 años de edad.

Como normalista, Raquel se dedicó a impartir clases en diversas escuelas del estado, así como en el Instituto Literario de Niñas en el que dio las cátedras de Aritmética Razonada, Lengua Nacional y Dibujo Lineal.

En la escuela secundaria Adolfo Cisneros Cámara impartió la cátedra de Gramática Castellana. Además dirigió varios cursos y planteles educativos entre los que se encuentran: los Cursos Libres de Comercio y la escuela Josefa Ortiz de Domínguez.

Su compromiso social la llevó a colaborar con el gobierno de Salvador Alvarado, distinguiéndose por su activa participación en la renovación ideológica y educativa en los Congresos Pedagógicos y en el Feminista, en los que se manifestó siempre en favor de la reforma educativa, en defensa de los derechos de los maestros, y particularmente de los de las mujeres.

En el gobierno de Felipe Carrillo Puerto, Raquel se destacó en las luchas políticas por sus ideas progresistas y convicciones revolucionarias. Perteneció al Partido Socialista del Sureste. En noviembre de 1923 fue electa diputada local de 1924 a 1925.

Fue una de las primeras mujeres en ocupar dicho cargo en el estado, junto con Elvia Carrillo Puerto y Beatriz Peniche de Ponce.

En su labor legislativa destacan sus iniciativas de mejoramiento social de las mujeres explotadas, de las campesinas y de las que tienen que luchar con su trabajo por el sustento diario. Siempre enarboló las banderas de justicia y equidad para las yucatecas.

Tras el asesinato de Felipe Carrillo Puerto, las diputadas electas fueron destituidas. Raquel Dzib Cicero fue hostigada por mantener su radicalismo y sus ideales a favor del socialismo y del progreso social.

El avance del conservadurismo la obligó a retirarse de la política y a dedicarse a sus labores educativas, en las cuales se destacó por su entrega, tenacidad y empeño por el mejoramiento de su Estado.

Pero Raquel continuó con su labor de trabajar a favor de las mujeres desde el magisterio. Fue tesorera de la Liga de Profesores y como tal, hizo un manejo escrupuloso del dinero, preocupándose por el servicio médico y medicinas que en ese entonces no existían.

En una magna asamblea fue electa para integrar el Jurado de Honor y Justicia del SNTE.

Al cumplir 50 años de servicio profesional, el gobierno del estado le otorgó una medalla de oro por su contribución a la educación en Yucatán.

En reconocimiento a su entrega como docente se creó la «Medalla Raquel Dzib Cicero», que cada año se otorga como testimonio de la sociedad a las y los maestros yucatecos que cumplen 30 años de servicio ininterrumpido en la enseñanza.

Rauel Dzib Cicero muere a los 62 años el 14 de marzo de 1949 en Yucatán, cuando aún se encontraba en servicio. Nos hereda su lucha por el reconocimiento político de las mexicanas, y su labor para trasformar la conciencia de la sociedad a través de la educación.

*Periodista y fotógrafa mexicana, integrante de la Red Nacional de Periodistas.

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