De enero a junio de 2014 cerca de 5.5 millones de personas se convirtieron en nuevos desplazados y más de la mitad podrían ser mujeres, informó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Si bien el informe “Tendencias de Mitad de Año 2014” –disponible en inglés y publicado esta semana– no especifica el número de mujeres que integran la nueva cifra, el organismo de la ONU siempre ha señalado que “por lo menos la mitad de las personas desarraigadas son mujeres adultas y niñas”.
Además ha advertido que las mujeres se encuentran con frecuencia en situaciones de vulnerabilidad, ya que se enfrentan “a los rigores de largas jornadas de camino hacia el exilio, el acoso o la indiferencia oficial y con frecuencia al abuso sexual, incluso una vez que han alcanzado un lugar aparentemente seguro”.
A lo que se suma que al mismo tiempo que deben lidiar con estas amenazas personales, deben encargarse de la seguridad física, el bienestar y la supervivencia de sus familias.
Las nuevas cifras del ACNUR señalan que de los 5.5 millones de nuevos desplazados, 1.4 millones cruzaron fronteras internacionales convirtiéndose en refugiadas o refugiados, mientras que el resto permaneció en sus países, es decir como desplazados internos.
Con más de 3 millones a junio de 2014, las y los refugiados sirios representan ahora el 23 por ciento de toda la población refugiada atendida por ACNUR en el mundo, es decir, concentran la mayor proporción de personas en esta situación, seguidos por Afganistán.
En tanto Pakistán, que alberga a 1.6 millones de refugiadas y refugiados afganos, es todavía el principal país de asilo en todos los sentidos. Otras naciones con grandes poblaciones de refugiados son Líbano, Irán, Turquía, Jordania, Etiopía, Kenia y Chad.
En general, el número de refugiados bajo el mandato del ACNUR alcanzó los 13 millones a mitad de año, el más alto desde 1996, mientras que el número de desplazados internos protegidos o atendidos alcanzó un nuevo récord con 26 millones.
ACNUR enfatizó que “el costo económico, social y humano de atender a refugiados y a desplazados internos lo llevan a cabo en su mayoría las comunidades más pobres, aquellas que tienen la menor capacidad de asumirlo”.
Ejemplo de ello son “Las Mariposas”, una red de defensa de los derechos de las mujeres que cuenta con 100 voluntarias en Buenaventura, Colombia (país donde 5.7 millones de personas han sido desplazadas por el conflicto interno), una de las ciudades con una de las tasas de violencia y desplazamiento más altas de la nación sudamericana, según información del propio ACNUR.
“Ellas ponen sus vidas en peligro todos los días para ayudar a las mujeres afectadas por el desplazamiento forzoso y las supervivientes de violencia sexual o física. Muchas de ellas han sido víctimas de abuso y establecen vínculos con las mujeres que ayudan”, relató el ACNUR.
“Las Mariposas” dan apoyo directo y personalizado a las víctimas de abuso y realizan actividades en diferentes comunidades para empoderar a las mujeres, y a la vez cabildean con las autoridades para que defiendan los derechos femeninos.
Muchas de las integrantes se han visto afectadas por el desplazamiento forzoso a causa del conflicto armado en Colombia, o han perdido a familiares y amigos. Varias son además sobrevivientes de violencia sexual y doméstica. “Son estas experiencias comunes que las mueven a continuar con su trabajo a pesar de los riesgos que enfrentan”.
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