Tres mujeres que han estado en Donbass durante la guerra civil ucraniana –una poeta, una militar y una atleta– accedieron a contar su historia. Son los rostros y los testimonios de una guerra que nadie quiere contar.
“LA PALABRA VIVA TIENE LA CAPACIDAD DE INSPIRAR”
Elena es poeta y vive en la ciudad de Lugansk, corazón de la recién nacida República Popular. Acaba de publicar un libro de poesía sobre el año que su ciudad vivió bajo las bombas. Quién me iba a decir que terminaríamos hablando de Lorca. La poesía es un arma cargada de futuro.
Lena: Mi nombre es Elena Zaslavsky. Soy escritora, bloguera y madre de dos hijos. Nací en Lisichansk, una pequeña ciudad industrial de la región de Lugansk, a orillas del río Donets. A mi ciudad natal le llaman la cuna de Donbass, después de todo, es el lugar donde se encontró carbón por primera vez, en la cuenca minera de Donetsk.
Me gradué en Humanidades en el instituto. Era un edificio viejo, de antes de la Revolución del 17. Estaba en la montaña, entre la cantera y el parque de Atamanovskim. Justo sobre nosotros pasaba el teleférico más largo de Europa, que conducía a una fábrica de soda.
Trabajaron en él mi abuelo y mi abuela, y en esa planta se conocieron mi padre y mi madre. Hoy está arrasada. Bueno, como tantas otras desde la independencia de Ucrania.
Realmente sí creo en la idea de “Схiд i Захiд разом” (el Este y Oeste están unidos). Sin embargo, en la práctica resultó no ser así. Y cuanto más me acerco al oeste del país, más convencida estoy de ello. El punto de inflexión para mí fue el Maidán.
El Maidán. Para mí fue una puerta demoníaca a través de la cual entraron a Ucrania el odio, la malicia, el nazismo y el fascismo, y empezó una guerra fratricida. La independencia que surgió de la voluntad de Europa, como si fuera un tornasol, mostró todos los problemas de Ucrania, demostró que Ucrania no está lista para vivir de acuerdo con las leyes europeas.
Es obvio que los partidarios de la integración europea no sabían o no querían saber que mucha gente no apoya su opinión. Los partidarios del Maidán quisieron llamarla una revolución de la dignidad, pero en realidad fue un golpe de Estado.
El actual gobierno de Ucrania creó la junta militar que llegó al poder con el apoyo activo de los nacionalistas y que debe considerarse responsable de crímenes de guerra, del asesinato de civiles aquí, en el Donbass.
La guerra. Ahora la guerra es una parte integral de mi vida. Vivo y trabajo en Lugansk, el territorio que las autoridades ucranianas llamaron área ATO (área de operaciones antiterroristas).
Nunca pude imaginar que la guerra estallaría en Ucrania. Siempre pensé que vivíamos en un país pacífico, porque me acuerdo de mis abuelos hablando sobre la Gran Guerra Patria, sobre el movimiento partisano. Son la historia de mi familia.
Pero ahora he aprendido sobre esta guerra en carne propia, no por libros y películas. Lo he vivido de primera mano. Yo sé lo que es un ataque con bombas, un ataque aéreo, he visto volar los bombarderos, los ataques de mortero y la artillería desde mi casa.
Solía dar morfina a los soldados gravemente heridos y escondí armas cuando la ciudad donde nací estuvo sitiada. Conozco a las milicias. Sé quiénes siguen vivos, y conocí también a los que ya no están aquí.
Las consecuencias. Mi hija me preguntó una vez: “¿Y si Poroshenko nos lanza la bomba atómica?”. La tranquilicé y le aseguré que él no tenía de eso… Aunque si la tuviera, ¿lo hubiera hecho? Yo no estaría tan segura.
Traté de proteger a mis hijos de los horrores de la guerra. Los peores meses para Lugansk se marcharon de la ciudad. Luego regresaron. Mi hijo de 14 años quería irse al frente también. Hasta ahora me las arreglé para convencerlo de que lo que tiene que hacer es aprender de esto.
Mi amiga Elena Kuznetsova escribió una vez en Facebook: “Ayer hizo un año que nos encontrábamos bajo un ataque de mortero en un parque infantil. Milagrosamente estamos vivas. Por entonces no sabía que estaba embarazada de nuestro hijo, Gleb. Podía ni haber nacido. Y hoy, justo, pasado un año, dijo ‘mamá’”.
Tradicionalmente, el papel de las mujeres en la guerra ha sido esperar y ser piadosas. Conservar el hogar para la paz, defender y dar a luz. Nada ha cambiado.
El futuro. Una de las peculiaridades de la vida en la línea del frente es que acabas comprendiendo que la vida real es el aquí y ahora, y el futuro es incierto. Todos queremos la paz, pero es sólo posible con la victoria.
La poesía. Publiqué un libro. Se llama “El año de la guerra”. Se lo dediqué a mi padre. Los poemas que se incluyen en esta colección fueron escritos durante un año: desde mayo de 2014 hasta mayo de 2015. Fue un año difícil, un año decisivo para mi país y sobre todo para mí personalmente. La vida no es fácil en Lugansk. Pero ella me ha hecho entender quién soy, a lo que puedo aspirar, y quién está a mi lado.
En España escribieron con sangre en las páginas de la historia de la lucha contra el fascismo y el nacionalismo. Mi poeta español favorito fue asesinado por Franco, García Lorca.
Él escribió: “Yo soy español integral, y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; odio al que es español por ser español nada más. Yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista abstracta por el solo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula; pero antes que esto soy hombre de mundo y hermano de todos”. Desde luego, no creo en la frontera política.
Todos leímos libros de Ernest Hemingway, de George Orwell, de Antoine de Saint-Exupéry, que luchó en el bando republicano.
Por desgracia, el pueblo ucraniano no aprendió la lección de los acontecimientos relacionados con la lucha contra el fascismo en Europa. Y la historia va volviéndose más y más dura cuando no se aprenden las lecciones.
Una vez el comandante de Granada dijo que habían asesinado a Lorca porque “la pluma hace más daño que cualquier otra arma”. Yo creo que la palabra viva tiene la capacidad de cambiar el mundo para mejorar y para inspirar a la gente a luchar.
“NOS HEMOS CONVERTIDO EN AMAZONAS”
Elena Gladkova (Lugansk, 1977) era profesora hasta que la guerra llamó a su puerta. Entonces se enroló en la milicia, donde continúa trabajando al día de hoy. Llegué hasta ella por su trabajo en el batallón humanitario de las milicias durante el durísimo invierno de 2014.
De convicciones firmes y rotundas, por encima de todo, la imponente mujer a la que llaman “La Osa” defiende que esta es una guerra de valores. Si está en combate es por sus hijos.
Elena, miliciana. Mi primer trabajo en la milicia era simple, ayudé en la cocina: me convertí en jefa de cocina y en responsable del almacén de comestibles. Luego tuve que irme al departamento de información y al mismo tiempo gestionar la ayuda humanitaria. También trabajé filmando la entrega de la asistencia humanitaria.
Amazonas. Las mujeres llegaron hasta aquí para defender a sus hijos, a su tierra, no hubo otro remedio. Yo y mis compañeras ucranianas luchamos por los valores de la familia, por nuestros niños. Para nosotros es inaceptable otro tipo de valores, éstos, los de la familia, son valores sagrados.
Cuando empezamos la guerra nos convertimos en amazonas, mujeres protectoras. Es un hecho: las mujeres en el ejército son fuertes en espíritu, y protegen a sus hijos. No he sentido hostilidad, sólo respeto y admiración por parte de mis compañeros hombres, mis compatriotas.
“La Osa de Lugansk”. Ocurrió un poco por casualidad. Cuando nos entrevistaron para un canal de YouTube, usé el pseudónimo de “Osa”, y luego en la primera entrevista con una periodista, Julia, firmaron mi nombre de esa manera: “Elena Gladkova (La Osa)”. Así es cómo me convertí en “osa”.
La madre. El momento más difícil fue cuando tuve que marcharme lejos de mis hijos; yo no estaba allí cuando el menor estaba enfermo; fue muy difícil de soportar. Mi hijo se negó incluso a hablar conmigo por teléfono, pensó que lo había abandonado. Sólo más tarde, cuando regresé y nos abrazamos, por fin se rompió el hielo.
El futuro. Ahora cada uno elige de qué lado está: del bueno o del malo. Cuanta más gente aguarde en el lado del bien, estará más cerca el final de esta guerra y el futuro de mi pueblo será claro y constructivo. Volveré a mi vocación docente. Siempre he querido abrir una escuela cuando todo esto acabe y sé que acabaré cumpliendo mi sueño.
Su mensaje. Ahora estamos defendiendo no sólo a nuestros hijos, a nuestras tierras, sino también, en cierta medida, estamos defendiendo el futuro del planeta. Es una guerra contra un sistema que destruye prácticamente todo a su paso, y espero que retornen valores como el amor, el cariño, el valor de una familia.
“LA GENTE TRABAJA, ESTUDIA, VIVE”
Maryana Naumova es una pequeña celebridad en Rusia. Con 17 años, ha pulverizado todos los récords en levantamiento de pesas y llega a alzar 150 kilos con la fuerza de sus brazos.
Maryana aprovecha su fortaleza para algo más que las pesas: es famosa por sus viajes internacionales a lugares “calientes”, como Corea del Norte, Donbass o más recientemente, Siria.
Militante de la juventud comunista rusa, las consecuencias de su activismo no se han hecho esperar: Maryana perdió a su patrocinador deportivo norteamericano y es considerada persona “non grata” por el régimen de Kiev (la capital de Ucrania), que la incluye en su lista de “terroristas internacionales”.
La musa del “press-banca”. Me encantan las figuras de las jóvenes que hacen fisicoculturismo. Fue difícil empezar para mí, porque fui la primera joven que rompió tantos récords. La gente me decía que no me dedicara a esto porque parecería hombre. Pero hay muchas jóvenes que empezaron a ir al gimnasio después de verme. ¡Es impresionante! Sigue sin ser fácil ¿eh? Tienes que entrenar duro, comer sano, dormir bien.
Donbass. Fui a Donbass a apoyar a las y los niños, a distraerles de la guerra. Hablamos, hicimos competencias, les llevamos ayuda humanitaria. Es la cuarta vez que voy a Donbass y veo que las cosas han cambiado. La gente vive, estudia, trabaja. De hecho, celebramos con las y los niños el comienzo del nuevo curso. Les deseo que vivan en paz.
“Voyage, voyage”. He vivido experiencias enormes. Viajo por todo el mundo, conozco a mis ídolos, hablo con políticos, con gente de un montón de países diferentes. Y eso va a ayudarme mucho en mi futuro trabajo, porque quiero ir a la universidad a estudiar Relaciones Internacionales.
Tengo muchos planes, muchos. Ahora tengo que centrarme en preparar las competencias porque me he tomado un descanso largo. También necesito estudiar para aprobar los exámenes, y seguir haciendo trabajo social.
*Este artículo fue retomado del portal Pikara Magazine.
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enero 2016
Claudia Paz y Paz (Guatemala) y Ángela Buitrago (Colombia) son dos fiscales reconocidas a nivel internacional por investigar crímenes de lesa humanidad.
Actualmente forman parte del Grupo Interdisciplinario de Expertas y Expertos Independientes (GIEI, www.giei.info) designadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para el caso de desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa.
Durante las últimas semanas, las abogadas han sido objeto de una campaña de señalamientos infundados, calumnias y difamaciones a través de declaraciones a los medios de comunicación, conferencias en universidades y redes sociales. Una vez más, es necesario defender a las defensoras de los Derechos Humanos (DH).
La campaña contra estas fiscales se lleva a cabo con un considerable despliegue de recursos económicos a 16 meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y con el propósito de denostar la ética profesional y la calidad moral de ambas abogadas y mermar la legitimidad y el reconocimiento alcanzado hasta ahora por el GIEI, que en su informe de septiembre de 2015 ofreció nuevas líneas de investigación, que cuestionan la indagación oficial del llamado caso Ayotzinapa.
Claudia y Ángela son expertas en investigar delitos como desaparición forzada, tortura y ejecuciones extrajudiciales, habiendo llevado a juicio principalmente a actores poderosos como militares, narcotraficantes, políticos, abusadores sexuales, entre otros, y logrando sentencias históricas sin precedentes.
Frente a estos ataques, 690 defensoras pertenecientes a diversas organizaciones civiles, activismos y movimientos sociales de Mesoamérica, manifestaron su indignación por la campaña de difamación y desprestigio contra las expertas independientes.
“De manera particular nos preocupa que la campaña de difamación ha sido dirigida a las expertas mujeres, tratando de denostar su ética profesional y desacreditar su calidad moral, evidenciando una clara discriminación en razón de género, al intentar poner en entredicho su labor, cuestionar su capacidad profesional y congruencia ética”.
Haciendo un despliegue de recursos económicos, la campaña con señalamientos infundados se realiza a 16 meses de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, y luego del inicio de las caravanas de madres, padres y normalistas al norte y sur del país, explican las defensoras en un comunicado.
“Como defensoras de DH y particularmente quienes integramos la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México (RNDDHM), hemos sido testigos de la importante labor del GIEI para conocer lo sucedido con los 43 normalistas de Ayotzinapa, pues ha sido piedra angular, y evidencia de ello es su informe presentado en septiembre de 2015, a través del cual el Grupo ofreció nuevas líneas de investigación que cuestionan la investigación oficial”.
En ese sentido, “lejos de abonar al esclarecimiento de los hechos y a que las madres, padres y normalistas de Ayotzinapa puedan dar con el paradero de sus hijos e hijas y conocer la verdad sobre los hechos ocurridos el 26 y 27 de septiembre en Iguala, a través de una campaña mediática se busca mermar la legitimidad y el reconocimiento alcanzado hasta ahora por el GIEI, sin enfocarse en lo fundamental que es el acceso a la justicia y el derecho a la verdad para las víctimas”.
Cabe mencionar que según la Declaración sobre las y los Defensores de los Derechos Humanos de la ONU: “Toda persona tiene derecho, individual o colectivamente, a una protección eficaz de las leyes nacionales al reaccionar u oponerse, por medios pacíficos, a actividades y actos, con inclusión de las omisiones, imputables a los Estados que causen violaciones de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales, así como a actos de violencia perpetrados por grupos o particulares que afecten el disfrute de los Derechos Humanos y las libertades fundamentales”.
Ante la situación de acoso que sufren las fiscales, la Iniciativa Mesoamericana de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos y la RNDDHM exigen que “cese la campaña de difamación y desprestigio contra las fiscales Ángela Buitrago y Claudia Paz y Paz”, y reclaman garantías de seguridad para que estas mujeres y el resto de integrantes del GIEI –Alejandro Valencia Villa (Colombia), Francisco Cox Vial (Chile), y Carlos Martín Beristain (España)– puedan continuar su labor sin obstáculos ni calumnias.
Las defensoras exigen que el gobierno federal presente avances sustanciales en la investigación de la desaparición de los estudiantes normalistas, y en tanto esto no suceda, pueda continuar la permanencia del GIEI para continuar las pesquisas que contribuyan al esclarecimiento de los hechos y al acceso a la justicia.
“Las defensoras mesoamericanas respaldamos la labor, profesionalismo y compromiso de las fiscales Ángela Buitrago y Claudia Paz y Paz; así como del GIEI en su conjunto; hacemos un llamado al gobierno federal a reencauzar las energías y esfuerzos en la búsqueda de la verdad sobre lo ocurrido con los 43 normalistas desaparecidos y en el acceso a la justicia para ellos, y para los tres estudiantes de Ayotzinapa y demás personas ejecutadas extrajudicialmente el 26 y 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero, hechos que hasta la fecha se mantienen impunes”, concluyen.
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Como costurera, Elda preserva la tradición de vestir al Niño Dios
A unos pasos del cerro, ubicado en el lado norte de esta capital del estado de Chiapas, vive Elda Zárate Vázquez, quien lleva 16 años dedicándose a la confección de ropa de Niño Jesús.
El cielo desciende a través de los árboles y en el color verde se pierden las voces y todo el ruido mundano de la ciudad. La cruz de 64 metros de altura construida en Copoya desde este ángulo es tan diminuta.
Sin embargo, la noche que pasea por las calles empedradas y vigilada –en su mayoría– por perros criollos es invadida por el sonido de la máquina de coser, tric, tric, tric, tric, tric, tric… El pie de Elda comienza a inclinarse, cada segundo aumenta la velocidad del movimiento hasta compactar completamente un diseño.
Ella viste una blusa azul y unos jeans, tiene la piel morena y el cabello sujetado. Dice que su papá no le dejó herencia, pero él al dedicarse a la sastrería le enseñó este oficio que le ha servido para sacar adelante a sus tres hijos.
“Antes yo trabajaba afuera de mi casa, dejaba el desayuno y la comida hecha. Regresaba hasta la noche”, recuerda.
Su esposo, quien falleció hace 12 años, fue su apoyo, ya que cuenta que mientras ella se ausentaba por este oficio, su pareja se dedicaba a atender a sus hijos; incluso hasta él cosía.
Ahora labora desde su casa; cada semana le dejan los accesorios para que haga el producto, ya que decidió trabajar de esta manera porque padece diabetes, y no quiere que le pase algo en la calle.
Ella sólo arma el modelo para que sean comprados en el Mercado Juan Sabines. Por ello, seis horas se dedica a esta actividad, la cual a veces suspende porque tiene que hacer comida o lavar su ropa, pero sin disminuir la producción que va de 25 a 30 artículos al día.
Dos máquinas de coser le sirven como herramientas indispensables para la hechura de esta ropa que consta de encaje, galón (blanco o plateado), elástico, velcro y tela de raso, para los niños que miden 15, 20, 25, 30, 35, 40, 45 y hasta 50 centímetros.
Elda enlista las vestimentas más solicitadas en esta temporada que finaliza el próxima 2 de febrero, Día de la Candelaria, como Sagrado Corazón de Jesús, San Judas Tadeo y el Niño Doctor.
Comparte que ha disminuido la tradición de sentar a los niños, pero aún prevalece esta práctica religiosa. Los alrededor de 150 pesos que gana al día le resultan alentadores para satisfacer necesidades básicas como la comida.
Tras la celebración católica, Elda comenzará a confeccionar vestidos de temporadas como disfraces. A una de sus hijas también le gusta coser, a veces le ayuda, aunque tiene como fuente de trabajo la cocina.
La mujer sonríe, le agrada el sonido de la máquina. Este oficio es su pasatiempo, hace que se olvide del dolor que le provocó la muerte de su hermano, mamá y papá, así de seguidito.
Tiene algunos dedos pinchados, que son señas del trabajo que hace. Disfruta ver cómo el hilo va formando puntos que se convierten en una obra que podrá portar una mujer, un hombre, o niñas y niños.
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Alista la UA agenda continental por los derechos de las mujeres
Exclusión económica, sistemas financieros que perpetúan su discriminación, escasa participación en la vida política y pública, falta de acceso a la educación y baja asistencia de las niñas en las escuelas, violencia de género, prácticas culturales nocivas y marginación de las conversaciones de paz, son las principales barreras permanentes que se alzan en el camino de la igualdad de género en África.
Estos desafíos conforman la agenda de la octava reunión preparatoria sobre los temas de género, que se realizó en Addis Abeba, Etiopía, entre los días 17 y 21 de enero pasados, en lo que representa la apertura de la celebración de 2016 como el “Año Africano de los Derechos Humanos con Especial Atención a los Derechos de la Mujer”.
El evento en la capital etíope es preparatorio de la 26 Cumbre de la Unión Africana (UA), que reunirá a los jefes de Estado y de gobierno de los 54 países del continente, entre los que cuentan los árabes del norte de África como Egipto, Túnez, Libia, Argelia, Marruecos y Mauritania, además del Sahara.
El tema de la reunión de los líderes africanos, a desarrollarse entre el 21 y 31 enero en la misma Addis Abba, ha sido definido, precisamente, como “Cumbre de Derechos Humanos Especial Atención a los Derechos de la Mujer”.
MÁS DE 600 MILLONES DE MUJERES EN ÁFRICA
Las mujeres representan más de la mitad de los mil 200 millones de africanas y africanos que habitan una vasta extensión de más de 30.2 millones de kilómetros cuadrados, y hablan hasta dos mil lenguas nativas diferentes. Más de 50 por ciento de la población africana es menor de 25 años de edad.
Debido a los numerosos conflictos armados en el continente –escenario de casi la mitad de las 42 contiendas en curso–, las africanas están a cargo de la mayoría de los hogares, son las principales productoras de alimentos, y constituyen más de 43 por ciento de la fuerza de trabajo agrícola, además de su papel fundamental en las actividades relacionadas con la ganadería, la cría de aves de corral, la pesca, la acuicultura, y la comercialización de artículos de artesanía y productos alimentarios.
La reunión preparatoria ha contado con una fuerte participación de las organizaciones civiles, y ha incluido una reunión de expertos del Comité Técnico Especializado en Género y Empoderamiento de la Mujer, y una sesión a puerta cerrada de ministros africanos, culminando en una reunión conjunta de las partes involucradas.
ENORMES PROBLEMAS DE DERECHOS HUMANOS
De acuerdo con la Comisión de la Unión Africana (AUC, por sus siglas en inglés), el continente continúa enfrentando “enormes desafíos” en materia de respeto, promoción, protección y cumplimiento de los Derechos Humanos (DH) que, si no se abordan urgente y adecuadamente, podrían dar al traste con todos los logros obtenidos en este capítulo durante las últimas décadas.
“Estos desafíos incluyen, pero no se limitan a: inadecuada asignación de recursos a las instituciones de DH, falta de capacidad, insuficiente voluntad política; falta de voluntad de los Estados para ceder competencias a los instituciones de vigilancia supranacionales, falta de voluntad de algunos Estados para aplicar los tratados internacionales de DH en sus países”, indica.
A estos retos se agregan, dice: “Violencia persistente en todo el continente que se traduce en la destrucción de la vida y de la propiedad y revierte los logros en materia de DH, pobreza generalizada, ignorancia y falta de conciencia, los efectos del colonialismo que se caracterizan por leyes hostiles de DH, el mal gobierno, la corrupción y la indiferencia hacia el estado de derecho”.
¿POR QUÉ AHORA?
Según la AUC, 2016 marca, a escalas continental y mundial, hitos importantes en la agenda de la lucha de las mujeres por la igualdad de género y el empoderamiento de la población femenina.
En el caso específico de África, este año coincide, además, con el 30 aniversario de la entrada en vigor, en 1986, de la Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, y el comienzo de la segunda fase del Decenio de la Mujer Africana 2010-2020.
“La Década de las Mujeres Africanas es el marco de aplicación (de esa agenda) de la UA, que tiene como objetivo promover la igualdad de género a través de la aceleración de la aplicación de las decisiones globales y regionales sobre la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres”, dice la AUC.
A nivel mundial, 2016 conmemora 36 años desde la aprobación de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés), un tratado internacional adoptado en 1979 por la Asamblea General de la ONU, descrito como la declaración internacional de derechos para las mujeres, así como el 21 aniversario de la Declaración de Beijing y su Plataforma de Acción, que constituyen la piedra angular de la política mundial en materia de igualdad de género.
Para conmemorar “estos hitos importantes”, informa la AUC, los mandatarios de la UA declararon en su 25 Cumbre Ordinaria, celebrada en junio de 2015 en Sudáfrica, a 2016 como “Año de África de los Derechos Humanos, con Especial Atención a los Derechos de la Mujer”.
Ya esa cumbre anterior sesionó bajo el lema de “Año del Empoderamiento de la Mujer y el Desarrollo, Hacia la Agenda 2063 de África”, por lo que el tema de 2016 “marca el segundo año consecutivo en que la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres son adoptados como la más alta prioridad en la agenda continental”, subraya AUC.
Mediante la Agenda 2063, la UA trazó en 2013, al cumplir medio siglo de su constitución, la estrategia global de desarrollo para el continente en los siguientes 50 años.
¿PARA QUÉ?
El objetivo general de la cumbre africana es reunir a las voces de los actores clave en materia de igualdad de género y de empoderamiento de las mujeres, con el fin de actualizar y revisar la evolución práctica; evaluar el grado de cumplimiento de los compromisos, en especial de la Declaración de 2015 proclamando el “Año de Empoderamiento de la Mujer y Desarrollo, Hacia la Agenda 2063 de África”, así como evaluar los resultados obtenidos hasta ahora del Decenio de la Mujer Africana, informa la AUC.
También tiene como objetivo identificar las áreas prioritarias de acción futura incluyendo la celebración de 2016 como “Año de los Derechos Humanos con Especial Atención a los Derechos de la Mujer”, así como impulsar una mayor aceleración en la aplicación efectiva de los compromisos en materia de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres.
La reunión preparatoria de la cumbre culminará con un documento/comunicado que incluye un paquete de decisiones concretas que se presentarán en la 26 Cumbre de la UA para su examen y adopción.
*Este artículo fue publicado originalmente por la agencia internacional de noticias IPS.
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Duarte en Veracruz: un desastre para la salud de las mujeres
El diccionario de la Real Academia Española define la palabra “desastre” como “desgracia grande, suceso infeliz y lamentable”; “cosa de calidad, resultado, organización, aspecto u otras características muy malas”; “persona poco hábil, poco capaz, que lo hace todo mal o a la que todo le sale mal”.
El desempeño de Javier Duarte como titular del Ejecutivo en el estado de Veracruz cumple a cabalidad con cada una de las características de un desastre en todo el concepto de la palabra.
Su desempeño puede ser evaluado a partir de diversas áreas de la política social y en cada una de ellas las evidencias de su incapacidad superarían nuestra ficción, no en vano de acuerdo con los últimos datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) en Veracruz, se incrementó 22 por ciento el número de personas viviendo en situación de pobreza extrema ocupando el penoso quinto lugar nacional con mayor producción de pobreza.
Pero como botón de muestra vamos a centrarnos en esta ocasión en el tema de la salud y particularmente en los indicadores que tienen impacto en la salud de las mujeres.
Para no ser tachadas de arbitrarias tomemos los objetivos en salud establecidos en el propio Plan Veracruzano de Desarrollo 2011-2016.
El Objetivo 4 se propone “detectar y tratar en forma oportuna el cáncer de mama (CaMa) y cervicouterino (CaCu)”. Para cumplir ese objetivo, los mastógrafos son equipos indispensables e insustituibles para una detección oportuna de CaMa y que de acuerdo con los lineamientos en la materia, todas las mujeres de 40 a 69 años de edad deben practicarse de rutina cada dos años.
Adivine: ¿cuántos tomógrafos existen en los Servicios de Salud de Veracruz? De acuerdo con la Dirección de Información en Salud de la Secretaría de Salud federal, resulta que tenemos sólo tres mastógrafos, leyó bien, sólo tres; en 2010 se tenían registrados nueve.
Según estimaciones del Consejo Nacional de Población (Conapo), para 2016 vivirán en Veracruz 239 mil 640 mujeres entre 40 y 69 años de edad sin seguridad social; eso implica que hay un mastógrafo para 79 mil 880 mujeres veracruzanas.
En ese mismo sentido, de acuerdo con la Dirección General de Epidemiologia, Veracruz ocupa el último lugar en el indicador de cobertura de detección por mastografía y el antepenúltimo sitio en detección de CaCu en mujeres de 25 a 34 años.
Ahora revisemos el primer objetivo en salud de la actual gestión estatal que a la letra dice: “Disminuir la mortalidad materna (MM) por debajo de la media nacional”, tampoco se ha logrado, si bien se ha reducido, no se ha cumplido el objetivo.
Las últimas cifras publicadas por el Observatorio de Mortalidad Materna registra para 2013 una Razón de Muerte Materna (RMM) nacional de 38.2, mientras que en Veracruz ocurrieron 46.4 MM por cada 100 mil nacidos vivos.
El esfuerzo del personal de salud que labora en los hospitales de los Servicios de Salud de Veracruz no es suficiente si no existe un compromiso real del principal responsable por mejorar la infraestructura.
Respecto a las salas de expulsión, el asunto es preocupante. En 2010 se tenían registradas un total de 188 unidades; actualmente se tienen 123. Cabe mencionar que es la cifra más baja desde los últimos 14 años, estamos hablando de una reducción de 35 por ciento de infraestructura básica para la atención obstétrica.
No obstante, el desastre que está dejando la administración actual en estos pocos meses que le restan a la gestión de Duarte, en lugar de preocuparse por mejorar la salud de las y los veracruzanos, fiel a su lejanía de la realidad y negación de su incapacidad, envía una iniciativa que vulnera la salud y los derechos de las mujeres proponiendo una retrógrada y ociosa reforma al artículo cuarto de la Constitución Política del estado, proponiendo que “el Estado garantizará el derecho a la vida del ser humano, desde el momento de su concepción hasta la muerte natural, como valor primordial que sustenta el ejercicio de los demás derechos; salvo las excepciones previstas en las leyes”.
Cabe mencionar que esta iniciativa la presenta justo cuando a nivel nacional Veracruz ha tomado protagonismo por un importante incremento de la violencia, destacando la desaparición forzada de jóvenes por parte de elementos de la Policía Estatal, y la entrega de 15 recomendaciones por parte de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim).
¿No le basta a Javier Duarte con los efectos que su incapacidad ha producido? ¿Pretende vulnerar todavía más la salud y los derechos de las mujeres? ¿Es posible que su racionalidad lo lleve a pensar que ya que no ha podido proteger a las y los veracruzanos nacidos vivos y pueda proteger a embriones desde el momento de la concepción?
Pero si ni siquiera ha sido capaz de proteger la vida y la salud de miles de recién nacidos, las incubadoras para prematuros se redujeron importantemente pasando de 257 en el año que tomó posesión (2010) a 198; equivale a un total de 23 por ciento de reducción de incubadoras, y consecuentemente en el indicador de desempeño de letalidad neonatal, Veracruz ocupa el penoso lugar 28.
Tampoco es una racionalidad económica, puesto que el gasto estatal en salud per cápita es insuficiente por sí mínimo. En su gestión se redujo en 69 por ciento, pasando de 305 pesos a la ínfima cantidad de 95 pesos. En ese mismo sentido, en el porcentaje de gasto en salud respecto al gasto total programable, Veracruz ocupa el lugar 28 con el menor porcentaje de gasto en salud.
¿Cuál es la motivación del gobernador para vulnerar más los derechos de las mujeres? ¿Acaso no le han informado sobre las resoluciones en la materia de la Suprema Corte de Justicia en 2008?
Pero ahora la iniciativa está bajo la responsabilidad del Congreso estatal; en una primera ronda ya fue aprobada. Por reglamento, tratándose de modificación parcial a la Constitución Política estatal es necesaria una segunda sesión de votación que será en mayo próximo para que de ser aprobada por el Congreso sea enviada para su aval o rechazo a los 212 ayuntamientos veracruzanos en sesión de cabildo.
¿Tendrá la capacidad la clase política de parar la ocurrencia de Duarte? Todo puede pasar en Veracruz. De ser así, esa aprobación sería vergonzosa para la clase política veracruzana exhibiendo a nivel nacional e internacional no sólo su lejanía con las necesidades actuales de la sociedad, sino su profunda ignorancia política, jurídica, ética y de educación básica.
*Secretario técnico del Comité Promotor por una Maternidad Segura en México.
**El Comité Promotor por una Maternidad Segura en México es parte de la Coalición por la Salud de las Mujeres, una red de organizaciones civiles con trabajo en salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
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En los últimos años en México, siete de cada 10 personas desaparecidas entre los 15 y 17 años de edad, son niñas-adolescentes que para tragedia de muchas de las familias concluye con feminicidio, final de un ciclo de violencia en el que, la desigualdad y la violencia estructural son causa, contexto y consecuencia.
La desaparición forzada se ha construido como un evento grave que ocurre en el país desde finales de los años 70, cuando se presentaba particularmente contra mujeres y hombres que participaban o de los que se sospechaba alguna disidencia, características similares a las desapariciones aberrantes de las dictaduras militares.
Hoy día, las desapariciones persisten y se van adaptando a los nuevos contextos de la sociedad mexicana y a la violencia del Estado contra sus poblaciones.
Cuando hablamos de personas desaparecidas en México recordamos a los 43 jóvenes estudiantes de Ayotzinapa, pensamos en los líderes de movimientos sociales, y en poblaciones de Guerrero, Oaxaca, Michoacán y otros estados en los que ha sido latente.
Se habla en los medios de comunicación, en las redes sociales de las 25 mil personas desaparecidas en los últimos años en México, de los registros de personas desaparecidas y sin duda, el grave y tristísimo fenómeno creciente de la niñez y su desaparición dejando tras de sí familias en perpetua búsqueda.
Dolor que no termina, que no tiene paz. Lo sabe cualquiera que haya visto a los ojos a un familiar de una persona desaparecida, a la madre o padre de un hijo desaparecido… y de una niña, una adolescente, una joven que un día fue “por copias” para la escuela, y ya no volvió.
La peor parte de esa pesadilla comienza cuando el Estado no es capaz de responder con una búsqueda inmediata, con la apertura de investigaciones con perspectiva de género que atienda características específicas, considerando que están implícitos otros delitos graves como la trata, el secuestro o “rapto”, como ocurre en algunas localidades rurales, o la explotación laboral y/o el abuso sexual.
Las mujeres y las niñas empezaron entonces a ser una estadística más pero invisibilizada en medio de la tragedia de los miles de “desaparecidos”.
No salen multitudes a demandar su aparición, y cuando alguien lo hace, son las mismas mujeres que protestan contra el feminicidio: las feministas y las madres que nunca desistirán en la lucha por encontrar con vida a sus hijas.
El pasado miércoles 20 de enero, en el Senado tuvo lugar el “Foro Desaparición desde una Mirada de la Infancia”; la gravedad de la realidad de cientos de niñas y niños desaparecidos en todo el territorio nacional quedó evidenciada más allá de las cifras.
Estuvieron madres y padres de niñas, niños y jóvenes que son arrancados de sus hogares a golpe de la violencia que azota a este país.
Estuvo la madre de Esperanza, una niña de nueve años desaparecida en el Estado de México, a la que sigue buscando día a día. “Se robaron un pedazo de mi corazón, a mi más preciado tesoro”, dice entre lágrimas mientras muestra un cartel con el rostro amado que suspendió en el tiempo a toda la familia.
Porque cuando una persona de la familia desaparece, sea niña, adolescente o persona adulta, el efecto devastador impacta a toda la familia, incluso representa un cisma en la comunidad que se mira a sí misma desde otros ojos, los de la vulnerabilidad.
El tormento de las madres se agranda cuando el tiempo pasa y no hay información de sus hijas, cuando encuentran restos que les dicen que “eso es su hija”, y sin garantizar la identificación de éstos les son entregados para que ahí se cierren todas las investigaciones.
Miles de historias idénticas que se repiten día a día en todo el país.
No hay paz para las madres y padres, no hay tranquilidad para el resto de la familia, ni para las mexicanas que a diario leen diarios llenos de noticias en las que las mujeres, niñas y adolescentes aparecen o como “desaparecidas” o como “los cuerpos” arrojados a los ríos de aguas negras.
La exigencia es por una Ley de Desaparición Forzada que incluya, necesariamente, una perspectiva de infancia, y urgentemente, de género para considerar las implicaciones de riesgo cuando la persona desaparecida es mujer.
*Integrante de la Red Nacional de Periodistas y del Observatorio de Feminicidio en Campeche.
16/AC/RMB
La situación de las mujeres depende, en demasiados casos, del lugar en donde hayamos nacido. De ese modo, no es lo mismo vivir en Madrid o Barcelona que en Ontinyent, por ejemplo.
Las realidades son diferentes, el acceso a determinados recursos es diferente, la posibilidad de acceder a reuniones, manifestaciones y otros eventos de forma presencial cambia, etcétera. Y todo ello sin salir del Estado español.
Afortunadamente cada día somos más capaces de superar ese tipo de inconvenientes y los encuentros son más frecuentes. También es cierto que en la medida en que nos vamos apoderando de las redes sociales y de los espacios virtuales que nos brinda internet, la cercanía de esos encuentros es mayor, y nos permite un mayor grado de encuentros.
Pero en demasiadas ocasiones nos olvidamos de “las otras”, las invisibles, las lejanas, las que no están aquí, las sin voz, las asesinadas, las anuladas por el sistema patriarcal y obligadas a venderse de múltiples maneras para sobrevivir, las que no pueden elegir nada en sus vidas, las vendidas, las humilladas, las esterilizadas de forma forzosa, las violentadas de aquí y las de allá, las sometidas a la fuerza, las usadas como vasijas para procrear por dinero o por limpiezas étnicas, las esclavas sexuales, las que tienen diversidades funcionales, etcétera.
Todas estas y muchas más son siempre “las otras”. Son mujeres sin presencia en nuestro día a día. Pero son y existen.
El feminismo, todos los feminismos reivindican la sororidad, la solidaridad entre nosotras. Pero en demasiadas ocasiones más que sóricas podemos llegar a ser muy olvidadizas de las situaciones de esas “otras”.
Poco a poco descubro que no es tan fácil ser sórica. Llevamos demasiadas mochilas heredadas para serlo siempre y con todas.
Pesan la clase, la condición, el etnocentrismo, las creencias religiosas y culturales, y un largo etcétera que poco a poco nos permiten mirarnos el ombligo de nuestro día a día y de nuestras situaciones más cercanas. Es otra garra afilada del patriarcado.
Cuando en nuestros discursos nos olvidamos de esas “otras” lejanas o cercanas le hacemos un favor al patriarcado, porque permitimos que nos siga desuniendo. Y el objetivo para combatirlo es sumar, nunca restar.
Para sumar hemos de entender para integrar. Hemos de convencer sin invadir. Hemos de tolerar sin imponer.
Al patriarcado sólo se le podrá plantar cara de verdad desmontándolo, pero desde la complicidad entre nosotras y esas “otras” y con la incorporación cada vez mayor y más cómplice de muchos “ellos” que van tomando conciencia de que a ellos el puñetero patriarcado tampoco se lo pone nada fácil y que también combatirlo es cosa suya.
Cuando llegas a entender que patriarcado y capitalismo van de la mano, necesariamente se ha de confluir en las militancias feminista y de clase.
Pero además se ha de sumar la militancia anticlerical para desmontar el discurso de los señores de faldas largas y negras que pretenden mantener el orden de las cosas para poder seguir disfrutando de sus privilegios históricos.
Y este tipo de señores pueden llevar faldas largas y negras, turbantes y chilabas o largas patillas colgantes con sombreros negros o mantos azafrán por ejemplo, porque todos son iguales y predican lo mismo respecto de las mujeres: sumisión y subsidiariedad con respecto a los hombres.
Si ellos no tienen ninguna duda con respecto a su posición y practican una feroz fraternidad entre ellos más allá de razas, países, religiones, etcétera. ¿Por qué a las mujeres nos cuesta tanto reconocernos entre nosotras y reforzarnos? Sinceramente no tengo la respuesta. Pero me fastidia mucho comprobarlo. Y está ahí. Ocurre cada día.
En demasiadas ocasiones el paternalismo y etnocentrismo patriarcal se nos cuela y actuamos como ellos con esas “otras”. No somos sóricas cada vez que impedimos su empoderamiento con ese tipo de actitudes. Porque cuando nos tocan a una nos tocan a todas.
Para nada pretendo dar lecciones de nada ni a nadie, ni mucho menos sumar culpas a las que ya cada cual pueda llevar en sus propias mochilas. No es ese ni mucho menos el objetivo de este escrito.
Pero sí pretendo reflexionar sobre algo que me preocupa cada día y es ese juego que, sin pretenderlo, le estamos haciendo al patriarcado cada vez que nos olvidamos en nuestros discursos y en nuestros hechos cotidianos de esas “otras” que, como sabemos, existen.
En demasiadas ocasiones (al menos para mí) he escuchado las divergencias con las que se entiende y practica el feminismo. Y siempre pienso lo mismo: pero sí puede haber tantos tipos de feminismos como mujeres e incluso hombres feministas existen. Si lo importante, lo esencial, no es cómo ni cuándo se actúe.
Para mí lo realmente importante es que se actúe contra lo que realmente nos oprime, que es esa feroz complicidad entre capitalismo y patriarcado para conseguir unas mayores cuotas de igualdad real.
Mientras no seamos capaces de superar diferencias e integrar voluntades para desmontar el sistema, el patriarcado campará a sus anchas. Mientras no nos reconozcamos en cada una de todas las “otras”, haremos el juego al sistema que nos sigue utilizando en nuestra propia contra.
La desigualdad ante los hombres es algo común a todas las mujeres del mundo, aunque haya matices dependiendo de donde vivamos, pero esencialmente esa desigualdad existe en todas partes. En la medida que seamos conscientes de ello y sumemos voluntades para combatirla, estaremos socavando los cimientos patriarcales.
Integrar, sumar y practicar equivalencia, equipotencia y equifonía, entre todas nosotras seguramente nos ayudará en nuestro camino hacia la práctica sórica y, por tanto, también nos permitirá desmontar el patriarcado que nos asesina, mutila, explota, humilla y un largo etcétera.
Ese quiero que sea mi camino. ¿Se suma alguien más?
[email protected]
*Corresponsal en España. Comunicadora de Ontinyent.
16/TMC/RMB
Es una pena que las mujeres no se parezcan a los extraordinarios cocodrilos. O a las tiernísimas ardillas. O a las imponentes iguanas. Acaso por eso no duele igual, no indigna igual, no moviliza igual.
Hace días que es noticia. Hace días que distintos medios y las redes sociales ofrecen abundante información respecto al ecocidio que se llevó a cabo en el Malecón Tajamar de Cancún.
La imagen de la devastación ha motivado que miles de personas, dentro y fuera de nuestro estado y nuestro país, manifiesten su indignación ante las imágenes del manglar destruido y de cocodrilos, iguanas y ardillas asesinadas en esa acción.
Organizaciones civiles nacionales e internacionales han exigido renuncias de autoridades de los tres niveles de gobierno que participaron –por acción u omisión– en este desastre, así como reparación del daño y acciones preventivas. Y todo con un sentido de urgencia.
Y yo no puedo estar más de acuerdo. Aplaudo lo que la sociedad organizada y desorganizada hace para poner un alto al abuso y desprecio con que se trata al medio ambiente, a la flora y la fauna.
Es sólo que no deja de sorprenderme que la violencia machista contra las mujeres: los casos de feminicidio, las desapariciones, las golpizas, las violaciones y los abusos sexuales no provoquen similar reacción.
No se incendian las redes sociales. No se vuelve exigencia social.
¿Cuántas mujeres asesinadas se requieren para no dejar de ser tema en las redes sociales? ¿Cuántas mujeres deben desaparecer para generar un grupo importante de hombres y mujeres, dentro y fuera de esa comunidad, que exija renuncias de autoridades y acciones inmediatas?
Ciertamente en el ecocidio, en el de Cancún como el de otros lugares, mueve primero a las personas y organizaciones que han hecho del medio ambiente motivo de lucha social.
De igual modo, la violencia machista mueve primero, además de familiares y amistades, a personas y organizaciones que han hecho de la vida y la libertad de las mujeres una prioridad en su vida.
Pero observo que gana más adeptos –y más rápidamente– una causa ambiental que la que muestra lo que la violencia machista es capaz de provocar.
¿Por qué no se mueve igual la indignación cuando desaparece o asesinan a una mujer? ¿Por qué se necesitan contar por decenas las mujeres asesinadas o desaparecidas para que suba la exigencia social?
¿Por qué, como sociedad, tardamos más en indignarnos y movilizarnos cuando se asesinan mujeres que cuando se asesinan cocodrilos, iguanas y ardillas?
¿Por qué socialmente no duele igual, no indigna igual el asesinato de las mujeres que el de los ecosistemas?
Necesitamos que un solo asesinato, una sola violación sexual, una sola golpiza, una sola desaparición, sean motivo de indignación social y movilice a una importante mayoría que exija castigo a los culpables, renuncias por acción u omisión, y acciones contundentes de prevención.
Necesitamos hacer que la vida, la integridad, la dignidad y la libertad de las mujeres importe, duela, indigne mucho a muchos.
Porque hoy duele más que indigne menos.
Apreciaría sus comentarios: [email protected].
*Periodista y feminista en Quintana Roo, México, e integrante de la Red Internacional de Periodistas con Visión de Género.
16/CLT/RMB
Mientras el estado de Veracruz se hunde en una fosa de desapariciones forzadas y asesinatos de mujeres, periodistas y activistas, el gobernador Javier Duarte de Ochoa y el Congreso local aprobaron en primera vuelta una reformar constitucional para proteger “la vida al momento de la concepción y hasta la muerte natural”.
Sin debate alguno y con una mayoría de 38 votos a favor y seis en contra, este 21 de enero el Congreso del estado de Veracruz aprobó vía “fast track” la iniciativa presentada por el gobernador Javier Duarte de Ochoa, para reformar el artículo cuarto de la Constitución local que en el fondo busca criminalizar a las mujeres que interrumpen su embarazo.
Desde que el priista Duarte de Ochoa asumió como gobernador en 2010, la entidad se coloca como una de las más violentas, pues a decir de habitantes de la entidad cada día escuchan de agresiones a la prensa, asesinatos, casos de feminicidio o, lo más grave, desapariciones de personas a manos de las fuerzas de seguridad.
La reforma “Provida” llega en medio de este contexto y justo cuando indignó a la opinión pública la desaparición de cinco jóvenes en el municipio de Tierra Blanca, y la decisión del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobierna el estado, de elegir al ex senador Héctor Yunes Landa como candidato para competir por la gubernatura en las elecciones de junio próximo.
De acuerdo con Carolina Ramírez, integrante de la organización Aura y de la Red de Mujeres Veracruzanas, la propuesta de reformar la Constitución local para proteger la vida se venía trabajando desde 2010, pero los grupos de feministas se habían organizado para frenarla aunque esta vez ni siquiera hubo oportunidad de hablar con el Legislativo.
Incluso, apunta, parece que cuando hay un tema candente, como la desaparición de personas, el gobierno aprovecha para sacar esta iniciativa en vez de tomar acciones para proteger a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, evitar el feminicidio o los asesinatos de periodistas, comunes ya en la entidad.
Si en algo coinciden las agrupaciones civiles es en que existe una diferencia entre la protección de un bien jurídico como la vida y la protección de los derechos. “Los derechos son para las personas ya nacidas”, han dicho Católicas por el Derecho a Decidir, Colectivo Akelarre, Equifonía y Redefine, todas con trabajo en esa entidad.
La reforma constitucional que impulsó Duarte no representa las acciones a favor de la seguridad y la vida de las mujeres que su gobierno está obligado a realizar, afirma Aracely González Saavedra, representante legal de Equifonía Colectivo por la Ciudadanía, Autonomía y Libertad de las Mujeres.
De hecho –en su opinión– parece que el gobernador usó esta reforma para “desquitarse” de las organizaciones civiles que integraron el Grupo de Trabajo que investigó el feminicidio en Veracruz, y que el pasado 14 de enero presentó sus recomendaciones y señalamientos al gobierno local, las cuales, de no cumplirse, podrían derivar en la declaratoria de Alerta de Violencia de Género (AVG).
“Es un atentado contra nuestros Derechos Humanos (DH) y nos parece sumamente preocupante que justo en este contexto en Veracruz, en el que en los últimos años incrementó la violencia feminicida. La gran ocurrencia que tiene (el gobierno del estado) es impulsar una reforma constitucional para aumentar la criminalización de las mujeres que están tomando la decisión de interrumpir su embarazo”, señala.
ESTADO CONVULSO
González apunta que la administración de Duarte es “la peor para las mujeres”, sin embargo critica que el gobernador “sólo promueva medidas que saben que generan debates y opiniones encontradas. Nos parece que es una burla” cuando el estado atraviesa por problemáticas apremiantes y contextos adversos, como la desaparición forzada.
Para Saavedra el incremento de la violencia contra las mujeres en la entidad es consecuencia de la inacción de las autoridades para atender y procurar las denuncias de las víctimas, y la falta de presupuestos para echar andar programas y mecanismos para erradicar este flagelo, además de la impunidad prevaleciente.
En efecto, Javier Duarte no había cumplido ni un año en el poder cuando el 23 de septiembre de 2011 el cuerpo sin vida de Gabriela Arlene Benítez Ibarra, de 17 años de edad, fue encontrado en avanzado grado de descomposición en la reserva Molinos de San Roque, en Xalapa, la capital veracruzana.
Gabriela –quien había desaparecido tres meses antes– se sumó a otras cuatro mujeres que fueron encontradas sin vida en ese lugar. A decir de las organizaciones civiles que entonces siguieron el caso, este feminicidio fue emblemático porque desde la desaparición de la joven, las autoridades judiciales declararon que “se había ido con el novio o tenía problemas con la madre”, e iniciaron la búsqueda hasta varias semanas después.
Un mes antes de este hecho, el Congreso del estado –obligado por las organizaciones civiles– había aprobado reformas legislativas para tipificar el delito de feminicidio, mismas que cuatro años después son “letra muerta” ante el grave clima de violencia contra las mujeres que actualmente encara el estado.
El 9 de septiembre de 2015, la organización civil Equifonía presentó al Sistema Nacional para Prevenir, Atender, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres una solicitud de AVG para Veracruz.
En ese mismo mes se conformó el Grupo de Trabajo que investigaría la violencia feminicida, cuyo informe y recomendaciones se entregaron al gobierno local el pasado 15 de enero.
Entre las recomendaciones destaca que no existe un registro confiable de la violencia contra las veracruzanas, ni información de la Fiscalía y de otras dependencias claves en el combate a la violencia de género.
Asimismo, menos de la mitad de los asesinatos y desapariciones de mujeres se han esclarecido, por lo que se exige la integración de un registro estatal con indicadores precisos.
Durante los tres primeros años de gestión de Duarte (2011-2013), cada mes se presentaron al menos ocho casos de feminicidio en la entidad; en 2012, 95 veracruzanas fueron asesinadas y un año después 92 mujeres perdieron la vida, según datos del Grupo de Trabajo.
En 2014 se presentaron 74 casos de feminicidio; en 2015,
93 mujeres fueron asesinadas en 49 municipios y 156 desaparecieron, lo que contrasta con las 88 de un año atrás.
DESPRECIO A LA CIUDADANÍA
Pese a las cifras que el gobernador lleva a cuestas, desatiende a las familias de las víctimas, por ejemplo, al no asistir a una reunión con Araceli Salcedo Jiménez, madre de Fernanda Rubí Salcedo Jiménez, desaparecida en 2012, encuentro pactado desde octubre, cuando ella lo increpó públicamente por la inacción en la búsqueda de su hija, así como de otras personas desaparecidas.
A los graves atropellos a los DH se suman casos de tortura contra mujeres, como el de Claudia Medina Torres, quien en agosto de 2012 fue detenida por marinos en su casa, en el puerto de Veracruz.
En los próximos seis meses, el Grupo de Trabajo de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (Conavim) definirá –con base en indicadores de seguimiento– si las recomendaciones se cumplieron, si es necesario ampliar el plazo, o si se emite la AVG.
A las críticas contra esta administración se suma Rebeca Ramos, investigadora jurídica del Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE), quien considera “preocupante” que el mandatario estatal haya presentado una propuesta de esta naturaleza, cuando la entidad está en medio de una evidente violencia contra el gremio periodístico, por ejemplo.
Veracruz “destaca” por ser la entidad más peligrosa para la libertad de expresión, con 18 asesinatos y cinco desapariciones de periodistas del año 2000 a 2015, como reporta la organización Artículo 19; además de 30 agresiones a mujeres periodistas, según el Programa de Libertad de Expresión de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC).
Uno de los casos paradigmáticos fue el asesinato de Yolanda Ordaz de la Cruz, reportera policiaca del diario Notiver, hallada sin vida en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río, el 26 de julio de 2011, dos días después de su desaparición.
Otro caso que colocó a la entidad en los reflectores fue el asesinato de la periodista Regina Martínez, corresponsal del semanario Proceso, ocurrido el 28 de abril de 2012. El crimen generó un fuerte repudio por parte de periodistas, organizaciones y medios de comunicación, que exigieron esclarecimiento y justicia en un caso que las autoridades calificaron de “crimen pasional”.
Activistas que defienden los derechos femeninos advierten que, de aprobarse en segunda vuelta, la reforma “Provida” generaría un clima de criminalización y hostigamiento contra quienes deciden interrumpir su embarazo, y contra las víctimas de violencia sexual.
Por esta razón, llamaron al gobernador a cumplir su obligación de proteger los DH de las veracruzanas, y asegurar que las mujeres embarazadas tengan acceso a servicios de salud.
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Teatro Peón Contreras: mudo testigo del ánimo feminista revolucionario
Como una paradoja, el Teatro José Peón Contreras en esta capital yucateca –emblema porfirista de la época de esclavitud en las haciendas henequeneras del estado– fue también recinto del Primer Congreso Feminista de 1916, impulsado por mujeres convencidas –desde diferentes posturas ideológicas– de que se deberían conquistar derechos políticos y sociales para las mexicanas de entonces.
Tres meses habrían tardado las organizadoras –la mayoría maestras socialistas– para preparar el Primer Congreso Feminista de Yucatán, cuya convocatoria estuvo lista en diciembre de 1915 y que se realizó finalmente el 13 de enero de 1916 en el Teatro José Peón Contreras, construido en 1877 para presentar fastuosos espectáculos artísticos y de ópera para las familias adineradas de la región.
En sus tres niveles de palcos y bajo una gran cúpula pintada, el recinto recibió durante cuatro días consecutivos a cientos de mujeres, quienes –como condición mínima, según la convocatoria del Primer Congreso– debían saber leer y escribir, para discutir los cuatro ejes temáticos impuestos de antemano por el general Salvador Alvarado, el entonces gobernador yucateco.
¿Habría sido esta restricción que impidió la asistencia de las campesinas más pobres lo que motivó a Elvia Carrillo Puerto –socialista yucateca y pionera del feminismo en México– a no presentarse a este evento?, se preguntan ahora las historiadoras.
En ese contexto político y social –en el que la única oportunidad formativa y laboral independiente para las mujeres era el magisterio–, las congresistas discutieron desde su visión personal o grupal el papel de la escuela, el Estado y los medios sociales que contribuirían a “manumitir (liberar) a las mujeres del yugo de las tradiciones”, así como las ocupaciones y las funciones públicas que ellas podían desempeñar.
La mayoría de las congresistas se apegó a una perspectiva feminista más próxima a los principios de la Revolución Mexicana (iniciada seis años antes) que a las ideas porfiristas.
La diversidad de argumentos de las feministas de la época mostraba “que los ideales positivistas y socialistas alternan cómodamente con conceptos tradicionales expresados en el más puro romanticismo decimonónico”, destaca en artículo publicado en el número 30 de la revista Fem en 1983.
Como evidencia, entre los argumentos de una de las congresistas para desechar la educación integral para las mujeres estaba que “¿es posible enseñar hoy en nuestras escuelas toda la realidad de los hechos de la vida? No digan que tengo miedo, no, pero es que la maestra no puede conocer a todas las jóvenes (…); que la madre sea a la que le toque enseñar estos puntos fisiológicos de la vida”. Otro argumento era: “La mujer ilustrada muy difícilmente se casa”.
Por otro lado, entre las ideas entonces vistas como las más radicales, se cuestionó: “¿Por qué le temen a la mujer que tiene vastos conocimientos? Porque al comprenderlos, al considerarlos a ellos menos instruidos que nosotras, no los podríamos amar, los despreciaríamos, y no los veríamos superiores a nosotras y no podríamos menos que sentirnos más que ellos”.
El artículo de Fem difunde el comentario de un cronista de la época: “En la mañana nos dimos cuenta exacta de la importancia de este Congreso. Nuestras mujeres se reúnen por primera vez para tratar asuntos de trascendencia revolucionaria y, ante el asombro de los hombres, los tratan con cierta sobriedad inesperada, y con un tino”.
Si bien los documentos oficiales muestran que el general Salvador Alvarado –entonces el primer gobernador socialista de Yucatán– habría sido quien orquestó el Congreso Feminista allegándose de Consuelo Zavala Castillo –alumna de la precursora feminista Rita Cetina y maestra de profesoras rurales–, diversas historiadoras y activistas coinciden ahora en que el mandatario estatal encontró en la entidad “tierra fértil y madera en las mujeres”, quienes ya estaban influenciadas por el feminismo.
Las investigadoras también destacan que fue Yucatán –por su ubicación geográfica en la costa Caribe, uno de los principales puntos de llegada de mercancías provenientes de Europa– y no el centro del país, donde el movimiento feminista en México pudo tener su cuna.
Por otro lado, las historiadoras que han documentado este Congreso se preguntan también si la pretensión de Salvador Alvarado –quien lamentó que las mujeres no avalaran ahí mismo su derecho al sufragio– no era en realidad allegarse de su apoyo para que lo impulsaran como el primer presidente constitucional en México.
Pese a estos hallazgos, un siglo después, el 13 de enero de este 2016 el gobierno yucateco utilizó el mismo Teatro Peón Contreras para conmemorar en un evento oficial los 100 años del Primer Congreso Feminista, para el que preparó una gran manta con el nombre de las organizadoras y en la que –soslayando la participación femenina– rotuló el nombre de Salvador Alvarado en letras destacadas y por encima de todas las mujeres que hicieron realidad ese evento histórico.
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