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Mujeres migrantes: el temor a ser deportadas

Comitán, Chis. Celia, de origen hondureño, estaba nerviosa, al borde del colapso, pero no dijo nada durante las casi dos horas que duraron los trámites en las oficinas migratorias ni durante la media hora de camino en un taxi que la llevó hasta el albergue en el que podrá instalarse los próximos tres meses. Soltó el llanto hasta que se sentó en una mesa, con platos de comida para ella, sus dos hijas y su hijo menores de edad que viajan sin documentos por Chiapas. 

Celia narró su historia a Cimacnoticias el pasado 7 de marzo, minutos después de haber salido de la Estación Migratoria de Comitán, Chiapas, donde estuvo recluida con su familia durante dos semanas y de donde salió gracias a que la organización Formación y Capacitación A.C. (que acompaña a mujeres migrantes) le ayudó a iniciar un trámite para que México la acepte como refugiada.

Durante todo el trayecto hasta el lugar que le daría albergue, y sin ninguna certeza de lo que continuaría en su vida tras las rejas de la Estación, a Celia le temblaban las manos. Tenía mucho miedo, como reveló más tarde, de que las autoridades migratorias decidieran de último momento deportarla a Honduras, de donde salió hace dos años porque su hija mayor, ahora de 14, fue acosada sexualmente por pandillas.

Maltrato institucional

Aunque migrar sin documentos no es un delito en México, las personas en tránsito irregular son detenidas y llevadas a centros de detención llamados Estaciones Migratorias. Una vez dentro, sólo hay dos formas de salir: por deportación o con un trámite migratorio en puerta, lo que es muy difícil de obtener para las personas centroamericanas, pues –según datos obtenidos vía transparencia– al cierre de 2019 al menos 26 mil personas aún permanecían en espera de una resolución.

De acuerdo con la Ley General de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, éstos no pueden ser alojados en estaciones migratorias porque no deben vivir en condiciones de reclusión, sin embargo, ahí estuvieron Celia y sus hijas menores de edad durante dos semanas.

La familia de Celia fue detenida una noche por la Guardia Nacional en el municipio de La Trinitaria. Iban a Comitán desde Sabinalito, un municipio fronterizo donde vivieron dos años. Celia trabajaba como vendedora de frituras, sus hijas se empleaban en los hogares y su hijo, el menor de la familia, en un rancho. 

Procuraban no salir para no ser detenidos ni deportados. Aunque buscó, Celia no encontró quién le explicara cómo regular su condición migratoria, por lo que decidió arriesgarse y continuar su tránsito. Pensó que si la detenían podía hablar con alguien que le explicara esos trámites. Dudó en llevarse a sus hijas con ella porque no sabría cómo la tratarían las autoridades, pero decidió que era mejor mantener a su familia junta.

Este plan no evitó que durante la detención, que ocurrió durante la noche, las niñas y el niño se asustaran al ver a la policía de la Guardia Nacional arrojarse sobre ellos. Les quitaron sus celulares y los intimidaron. La familia suplicó que no la deportara.

La Guardia Nacional presentó a Celia, sus hijas y su hijo ante la Estación Migratoria ubicada en Comitán, Chiapas, que es de tipo B (permite estancia de máximo 7 días). Al llegar, la familia se encontró con ropa sucia, poca comida y malos tratos, por ejemplo, Celia dijo que no le permitieron hacer ninguna llamada pero que en un oficio consta que ella se comunicó con una supuesta tía. 

Como había personas enfermas en las pequeñas celdas que comparten con otras familias, los hijos menores de Celia presentaron fiebre a los pocos días de haber llegado a la Estación de Comitán, la misma que en 2019 se dio a conocer por un brote de varicela. Una de las niñas aún tiene marcas de sarpullido en su cuello y pecho, provocado por dormir en las colchonetas de la Estación. De acuerdo con las niñas de Celia, había que insistir a los guardias para que les dieran medicamentos u otros enseres de primera necesidad, como toallas sanitarias.  

Los malos tratos, la falta de información y la ausencia de higiene son una constante en este centro de detención, explicó en entrevista con Cimacnoticias María Alejandra Espinosa Moreno, integrante de la organización Formación y Capacitación (FOCA A.C.), quien visita cada miércoles la Estación de Comitán para verificar la condición de las personas y ayudarlas con sus trámites.

Espinosa Moreno señaló que entre las violaciones a los Derechos Humanos más constantes que ocurren en esa Estación está que nadie informa a la población sobre sus derechos a solicitar refugio e incluso se les presiona para firmar su deportación bajo la amenaza de que recibirán malos tratos.

A esto se suma que no hay higiene. Las personas reportan que las colchonetas en las que duermen tienen mal olor o chinches, y que no consideran dietas variadas o cercanas a la alimentación que tenían en sus países de origen. 

El Informe Especial sobre la situción de las Estaciones elaborado por la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 2019 confirma las observaciones de FOCA. De acuerdo con lo que respondió población alojada en estos centros, 33 por ciento dijo que no le informaron sobre los motivos de su detención; 58.4 por ciento no estaba informada sobre la posibilidad de obtener el reconocimiento de la condición de refugiada; 62 por ciento refirió que no le informaron la dirección de la estación migratoria en la que se encontraba, y sólo 35.4 por ciento expresó que recibió por escrito las reglas de operación del recinto migratorio.

Sobre las condiciones de alojamiento, sólo 8 por ciento de las personas encuestadas dijo que todo estaba bien, en tanto que 48 por ciento dijo que nada funcionaba. La CNDH constató que “ninguna (de las Estaciones tipo B) tiene un área específica para consumir alimentos, a pesar de que en la Estancia Provisional de Comitán pueden permanecer hasta 120 personas privadas de su libertad, quienes, en consecuencia, duermen, comen y permanecen en la misma habitación las 24 horas del día, ya que carecen también de un área de recreación”.

Falta de transparencia

En enero pasado, el Instituto Nacional de Migración emitió un oficio con el que suspendió temporalmente el ingreso a Estaciones Migratorias y estancias provisionales de integrantes de asociaciones religiosas e integrantes de organizaciones de la sociedad civil bajo el argumento de “evitar obstaculizar la operatividad de las instalaciones”.

Luego de la denuncia pública que hicieron organizaciones civiles por esta medida, la Secretaría de Gobernación se deslindó, a través de un tuit, de este oficio. Sin embargo, bajo el argumento de este mismo oficio, se impidió una vez que el personal de FOCA hiciera sus visitas habituales. 

Fue gracias a las visitas que realizan las organizaciones, que FOCA identificó a la familia de Celia como posible solicitante de refugio, decidió tomar el caso y acompañarla legalmente en sus trámites en México, lo que les permitió salir de la Estación el pasado 7 de febrero de 2020.

Cimacnoticias solicitó vía transparencia el número de mujeres alojadas en Estaciones Migratorias en el país, y el número de deportaciones hechas durante 2019. El INM respondió que hasta marzo de 2020 había casi tres mil mujeres alojadas en estos centros de detención, la gran mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador; sin embargo, dijo que durante enero de este año sólo una mujer centroamericana (hondureña) fue deportada a su país desde una Estación ubicada en Veracruz. 

Esto no quiere decir que el resto de las mujeres ahora transitan libre por México porque se les concedió el refugio, pues sólo 10 por ciento del total de población alojada en las Estaciones Migratorias consiguen iniciar su trámite para el refugio, de acuerdo con estimaciones de FOCA. 

Las mujeres conforman 48 por ciento de la población extranjera que solicita este derecho en nuestro país, pero al cierre de 2019 al menos 26 mil de éstas aún permanecían en espera de una resolución, según cifras obtenidas vía transparencia y analizadas por la organización de acompañamiento a personas refugiadas, Asylum Access.

Esta organización internacional encontró que aunque la ley mexicana establece a la COMAR un máximo de 45 días hábiles y hasta 90 días en casos excepcionales para la resolución de las solicitudes de asilo, en la realidad las personas esperan en promedio 164 días, casi medio año. Luego de esto, abandonan o desisten de su trámite.

De acuerdo con la organización, México tiene un importante rezago en la atención de las solicitudes. De las solicitudes presentadas entre 2018 y 2019, COMAR concedió la condición de persona refugiada sólo a 11 por ciento, lo negó al 2.7 por ciento, y tiene pendiente el análisis 70 por ciento de los casos. 

Si bien las personas no deben permanecer más de siete días, de acuerdo con datos obtenidos vía transparencia, en diciembre de 2019 hubo decenas de mujeres, principalmente hondureñas, que pasaron hasta 150 días en las Estaciones Migratorias. En dos casos, las mujeres permanecieron 250 días. 

 El camino de sanar  

Celia, sus hijas, su hijo, y otras dos familias provenientes de El Salvador, salieron juntas de la Estación Migratoria de Comitán luego de permanecer ahí dos semanas seguidas. Los trámites para su salida duraron cerca de hora y media. Afuera de la Estación, una persona mexicana tuvo que negociar por las familias los costos de dos taxis, cuyos conductores pretendían cobrar 250 pesos por un servicio que en promedio es de 180. Durante el traslado, las familias iban desconfiadas pero se cuidaban entre ellas. 

Al llegar al albergue, Celia y sus hijas –cargadas de mochilas y una caja para decoración de uñas– se acomodaron en las camas y luego salieron a escuchar con atención las instrucciones del personal de FOCA: el albergue es temporal (tres meses para familias de mujeres y niños) y tres días para familias con hombres adultos; la limpieza corre a cargo de todas las personas; cuiden a las y los niños; sientánse seguras aquí, cuídense entre ustedes; y saquen copia al trámite migratorio, porque la Guardia Nacional está acostumbrado a romper los originales.

Reunidas en la mesa, las tres familias conversaron entre sí: “¿vieron el nuevo que llegó? Lo agarraron cuando iba a comer a penas. Le quitaron su pollo y las tortillas y lo fueron a botar a la basura”; “la última muchacha que llegó lloraba mucho, pero nosotras mismas la abrazamos”; “se siente re feo cuando llegas, nadie sabe lo que traes detrás, antes de estar ahí”.

El albergue al que llegaron se llama Tzome Ixuk (Mujeres Organizadas A.C), ubicado en el municipio Las Margaritas. Tiene dos habitaciones, una sala de capacitación, una cocina y una oficina. Celia y sus niñas compartirán el espacio con dos familias más (seis personas) de El Salvador. En 2019, este albergue recibió a 24 familias, su récord de acogida en 26 años de existencia. 

Las organizaciones y colectivos son quienes se hacen cargo de la sanación emocional y de salud de las familias. explicó Juana Cruz Jiménez, directora general de Tzome Ixuk (Mujeres Organizadas A.C), el albergue al que llegó Celia y en el que se aplica la medicina tradicional.

A veces, las mujeres migrantes salen de las Estaciones Migratorias con infecciones o problemas de salud por la ausencia de atención médica y de alimentación. Además, no salen y no descansan adecuadamente. De acuerdo con Cruz Jiménez, en los diálogos con las autoridades éstos les dicen que no hay dinero para una mejor alimentación; sin embargo, las propias organizaciones buscan recursos para brindarles mejores cuidados. 

“Los que sufrimos un dolor humano somos nostras las organizaciones porque nosotras tenemos que levantarlas (a las migrantes), pues salen de su país de origen con un pesar muy grande, porque no lo hacen por gusto, lo hacen por pandillas. Por lo menos que encuentren una paz, al menos que se vea que se está atendiendo su situación”, explicó Cruz, quien brinda albergue con 20 personas más. 

La defensora sabe que no basta con garantizar refugio, sino que también acompaña a las familias hasta que consigan un empleo, para lo cual negocia con autoridades locales, con organizaciones y con la sociedad para que les brinden la oportunidad de laborar sin estigmas y ni discriminación. 

Pero asegura que no puede hablar de las acciones que desde 2019 ha anunciado el gobierno federal para brindar trabajo a las personas migrantes, porque desconoce si son políticas que funcionen o estén activas, ya que en las comunidades fronterizas, como donde ella vive, no se ve ningún impacto ni hay información al respecto. 

A fin de asegurar un acompañamiento integral y de prevención, existe desde hace 12 años la Red Mesoamericana Mujer, Salud y Migración, integrada por 24 colectivos y organizaciones que trabajan en El Salvador, Honduras, Guatemala y México a favor de las mujeres migrantes y sus familias.  

CIMACFoto: Angélica Jocelyn Soto Espinosa

En la mesa del albergue, sentada, Celia probó su plato con las lágrimas desbordadas y miró fijamente a sus hijas. Media hora antes, en el taxi, una de ellas, la mayor, festejó una coincidencia: hoy es cumpleaños de “Miguel” (un niño de la familia salvadoreña con la que salieron). Pidió de deseo salir de donde estábamos (la estación migratoria) y se le cumplió. Ya también falta bien poquito para mi cumpleaños. 

-Ya ves cómo sí se cumplen los deseos, ¿tú qué pedirás?, preguntó la reportera. 

Sin responder, la niña, que festejará sus 15 años en tránsito, se cubrió la cara con las manos. Luego de un rato levantó de nuevo la cara, miró a la ventana del taxi y preguntó: ¿falta mucho para llegar a donde vamos?

20/AJSE

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