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¿Por qué las feministas debemos oponernos a la pena de muerte?

Por Teresa C. Ulloa Ziáurriz*

Las feministas debemos estar contra la pena de muerte debido a que el sistema de justicia penal está construido sobre un profundo sexismo, racismo y prejuicio de clase.

El pasado 8 de enero de 2021, Julie Bindel escribió un artículo magistral en The Critic Magazine sobre la sentencia a pena de muerte que amenaza con quitarle la vida a Lisa Montgomery el próximo 12 de enero, antes de la salida de la presidencia de los Estados Unidos (EEUU) de Donal Trump y su Fiscal a modo, William Bar.

Lisa Montgomery es actualmente la única mujer en fila para una ejecución federal condenada a pena de muerte en los EEUU y es la primera mujer que enfrenta la pena de muerte federal en 67 años. William Barr, el Procurador General de Justicia de los Estados Unidos hasta diciembre del 2020, designó a Lisa, que hoy tiene 49 años, como la 8a. sentenciada a ser judicialmente ejecutada desde que se decidió reiniciar las ejecuciones federales, en 1988.

En los EEUU, el homicidio es la causa principal de muerte de las mujeres embarazadas. El delito que cometió Lisa Montgomery es, sin duda, horrendo. En 2004, estrangulo a Bobbie Jo Stinnett, quien cursaba un embarazo de ocho meses. La abrió para extraer al bebé. Lisa se llevó al bebé a casa y trató de hacerlo pasar como su hijo.

En octubre del 2007, un Jurado en la Corte de Distrito del Oeste de Missouri sentenció a Montgomery a la pena de muerte, lo que confirmó más tarde la Corte de Apelación. A partir de ahí, todas las cortes a las que se recurrió para pedir clemencia para Lisa la ha rechazado. Su ejecución por inyección letal está programada para el 12 de enero próximo, por lo que un grupo de abogadas feministas y activistas han levantado la voz para insistir en que en los EEUU las mujeres que son sentencias a muerte son usualmente percibidas como aquellas que han actuado contra las “normas femeninas” o que se han resistido a los estereotipos de sexo.

“Nuestro sistema de justiciar criminal rutinariamente falla en proteger o reivindicar los delitos de violencia contra las mujeres, dejando a millones de víctimas solas, muchos años de sufrimiento y abusos horrendos sin respuesta de parte de una sociedad que clama justicia”, dijo la abogada feminista Megan Baldwin. “Una de esas mujeres es Lisa Montgomery”.

No nos podemos imaginar cuáles fueron los motivos que hicieron que dos años después de la sentencia a muerte de Montgomery, un asesino serial, Andre Craword, logro librar la pena de muerte. Crawford había
asesinado a 11 mujeres en el lado sur de Chicago en 6 años, arrastrando a sus víctimas a edificios abandonados, donde las estrangulaba, las apuñalaba, las golpeaba y las violaba. Era un necrófilo sadista que violaba a sus víctimas cuando estaban agonizando y regresaba a tener sexo con sus cuerpos.

¿Por qué el Presidente Trump y William Barr pusieron a Montgomery en la lista de los 12 prisioneros federales que quieren ejecutar antes de que se retiren de sus puestos el próximo 20 de enero de 2021, junto con seis hombres de color, un hombre indígena y un hombre blanco que sufre de Alzheimer?

Las mujeres que cometen delitos violentos son usualmente castigadas con mayor dureza que los hombres. Desde edades muy tempranas, Lisa enfrentó asaltos brutales físicos y sexuales a manos de su madre y su padrastro, lo que provocó enfermedades mentales severas. Su padrastro empezó a violarla en su prepubertad y traía grupos de hombres a hacer lo mismo a cambio de reparaciones domésticas. Los hombres la golpeaban si no estaban satisfechos con su desempeño sexual y muchos la orinaban al terminar.

Un primo de Lisa que hoy es un vice Sheriff testificó que Montgomery le dijo en esos tiempos lo que le estaba pasando pero que él sintió que no tenía el poder para intervenir. A la edad de 18 años, Montgomery se casó con su hermanastro y tuvo cuatro hijos, antes de que fuera esterilizada forzosamente en 1990. Ya que logró dejar el alcoholismo, el abuso de drogas y con psicosis, Montgomery, a la edad de 36 años, se convenció que su actual pareja, otro hombre abusivo, la dejaría si ella no le daba un bebé. Esto la llevó a asesinar a Stinnett y a apoderarse de su bebé.

Cuando se presentó como evidencia la historia de abusos de Lisa, su condición de disasociación y enfermedad mental que ofreció la defensa, el jurado no contó con la información básica sobre por qué Lisa decidió tomar la vida de otra persona; por esa razón que recomendó que ella perdiera su vida.

La próxima ejecución de Montgomery, quien está diagnosticada con una severa enfermedad mental, ha ocasionado una reacción global contra la justicia patriarcal. Se conformó una coalición de más de mil organizaciones, académicas y sobrevivientes que se sumaron a la campaña contra la violencia sexual hacia las mujeres que le han escrito al Presidente Trump pidiéndole clemencia para Lisa. También se está circulando una petición que puedes firmar aquí TELL PRESIDENT TRUMP TO STOP THE EXECUTION OF LISA MONTGOMERY | MoveOn.

Resulta que las mujeres que usan la violencia es más probable que estén motivadas por el miedo, mientras que los hombres están motivados por el control y el poder. En los Estados Unidos, la mayor causa de muerte de mujeres embarazadas es el homicidio y los sujetos activos son, en su mayoría, sus parejas violentas o sus exparejas. Estos homicidios en muy raras ocasiones son sentenciados con la pena de muerte. En la mayoría de los casos de homicidios familiares, se ve a las mujeres, de alguna manera, como culpables de sus propias muertes.

Elizabeth Flock, una periodista y escritora que ha explorado temas relacionados con mujeres que cometen delitos violentos, analiza por qué las mujeres son menos propensas de cometer delitos de violencia física y
sexual que los hombres. Según Flock, numerosos estudios muestran que las mujeres que cometen actos de violencia, en su mayoría, están motivadas por la autodefensa y el miedo, mientras los hombres están motivados por el control y el poder.

Bindel escribió: “puedo entender por qué muchas personas creen que el único castigo para quien ha cometido actos de homicidio a sangre fría es la muerte. Pero la muerte no desalienta el delito, su puesta en marcha es muy cara y contraviene cada una de las convenciones de derechos humanos. Las feministas debemos estar contra la pena de muerte, ya que las mujeres son castigadas más severamente por el sistema de justicia
penal, ya que ese sistema está construido sobre el sexismo, el racismo y los prejuicios de clase.”

No nos puede asombrar que Donald Trump haya negado clemencia a Lisa Montgomery, ya que él es un ejemplar absolutamente estereotipado del patriarcado, lo que se confirmó con lo que vimos hace unos días en el Capitolio y con el llamado a la marcha armada del próximo 17 de enero que sus seguidores están convocando.

Sí, necesitamos paridad en el sistema de justicia penal, pero juezas sensibles a los problemas que enfrentan las mujeres y los daños que sufren en sociedades patriarcales y machistas.

*Directora de la Coalición Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe
(CATWLAC por sus siglas en inglés).

21/TCUZ/AJSE

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