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De la erradicación a la contención

Por Lucía Lagunes Huerta

Nuevamente el día miércoles tuvimos el informe del Grupo Interinstitucional de Estrategia contra las violencias hacia las mujeres, niñas y adolescentes, y contrario a la tranquilidad que debería darnos este informe genera incertidumbres que son necesarias aclarar.

Una de ellas tiene que ver con la explicación sobre el momento en que se pasó de la erradicación a la contención. No es una cuestión de palabras, sino de una visión de gobierno. Qué quiere decir estar en la etapa de “contención de muertes violentas de mujeres”.

¿Cuándo se pasará del informe estadístico a una verdadera evaluación sobre los impactos de las políticas gubernamentales en las vidas de las mujeres?

Tenemos rato escuchando cifras, pero no midiendo qué tan efectivas son las políticas desarrolladas en estos dos años de gobierno para eliminar la violencia contra las mujeres. Esto es lo mínimo para saber si se va por buen camino.

¿Cómo se traduce la contención de muertes violentas de mujeres en un marco de Derechos Humanos en una política de gobierno? ¿Quiere decir que nos mantendremos en 11 mujeres asesinadas al día?.

Si se mantiene el feminicidio o las muertes violentas de las mujeres no se erradican.

Es como si se dijera la comisionada de búsqueda de personas desaparecidas que va a contener la desaparición de personas o como si el presidente dijera vamos a contener la corrupción.

Contener significa tolerar. Cuando lo que está en el mandato de gobierno es erradicar la violencia contra mujeres, niñas y adolescentes, no puedes tolerar nada. Porque la tolerancia es precisamente la que permite que escale la violencia.

A esto se suma mi tercera preocupación que es la insistencia en una estrategia policial, me parece que los resultados que vamos a tener no son los mejores. 

De ahí la importancia de la evaluación de las políticas gubernamentales. Si no evaluamos no se tiene la posibilidad de corregir el rumbo.

Enfocarse en la violencia en sí misma y no como el resultado y la expresión de la desigualdad y la violación de los Derechos Humanos de las mujeres, te lleva a no ir a la raíz para erradicarla.

Si bien está mencionada la desigualdad histórica de las mujeres, no termina de traducirse esta mirada en la política gubernamental, por eso podemos escuchar, lamentablemente que está en la etapa de contención.

Ciertamente un paso fundamental para erradicar la violencia contras las mujeres es el acceso a la justicia, pero no puede ser el único enfoque pensando sólo en el feminicidio y las lesiones hacia el cuerpo de las mujeres.

Hay que recordar que el feminicidio es el eslabón final del espiral de la violencia contra las mujeres. El cual se alimenta de un ambiente social que permite, tolera y en ocasiones alienta la violencia de los hombres hacia las mujeres.

Romper con esa permisibilidad social es fundamental para garantizar una vida libre de violencia para las mujeres, que es la aspiración plasmada en la ley misma.

Si esto no se rompe, es decir, la cadena de la impunidad social se mantiene, la violencia contra las mujeres no se detendrá.

Pensemos en las recientes denuncias de la youtuber Nath Correa y de la actriz Eréndira Ibarra, ambas narran el entorno de menosprecio, ninguneo de la violencia vivida por ellas que es el reflejo de muchísimas mujeres.

Sus denuncias públicas nos retratan la indiferencia de amigos, colegas y empresas, quienes no tomaron ninguna medida y dejaron a la víctima a su suerte.¿

¿Cómo transformar esta reacción normalizada que no sanciona al agresor ante la denuncia de una víctima? No está dicho en la política que nos presentaron ayer.

Esto queda fuera en la mirada policial de la violencia contra las mujeres y de una lógica de contención.

Contener es aceptar que a las mujeres las van a matar y eso no puede ser una política de transformación.

Lo que es necesario es construir las condiciones para que la violencia no sea la respuesta de los hombres contra las mujeres, ya sea para controlar, para someter o para satisfacerse ellos.

Hay que recordar que el feminicidio es el eslabón final del espiral de la violencia contra las mujeres. Antes de que maten a una mujer hubo un ambiente que permitió y alentó que la violencia de los hombres, hubo una permisibilidad social que dejó pasar y siguió naturalizando la respuesta violenta masculina.

Romper con esa permisibilidad social es fundamental para garantizar una vida libre de violencia para las mujeres, que es la aspiración plasmada en la ley misma.

Si esto no se rompe, es decir, la cadena de la impunidad social se mantine, la violencia contra las mujeres no se detendrá.

Pensemos en las recientes denuncias de la Nath Correa y  Eréndira Ibarra, ambas narran el entorno de menosprecio, ninguneo de la violencia vivida por ambas. Sus denuncias públicas retratan la indiferencia de amigos, colegas y empresas, quienes no toman ninguna medida  y dejan a la víctima a su suerte.

Cómo transformar esta reacción normalizada que no sanciona al agresor ante la denuncia de una víctima.

Esto es lo que deja fuera la mirada policial de la violencia contra las mujeres.

En esta política ¿dónde quedan las estudiantes que han denunciado violencia por parte de sus maestros y compañeros?

En dónde está la Secretaria de Educación, qué está haciendo para garantizar espacios libres de violencia para las mujeres, cuáles son los programas de estudio que están alentando una educación que reconozca y normaliza la igualdad entre mujeres y hombres.

No es un tema menor cuando los estudios oficiales revelan que 16 de cada 100 estudiantas padeció algún incidente de violencia escolar, como haber sido denigradas, humilladas, ignoradas o menospreciadas por ser mujeres, también recibieron propuestas de tipo sexual a cambio de mejores calificaciones, o agresiones físicas, o fueron obligadas a tener relaciones sexuales, o fueron objeto de castigos por negarse a determinadas pretensiones.

La persecución policial de un delito sin duda es una parte para erradicarlo, y la violencia contra las mujeres es un delito que debe ser investigado y sancionado, pero ir a la raíz de lo que permite que este delito se dé para eliminar esa raíz es el camino para  erradicarlo, de otro modo, tal cual lo ha dicho la propia Fabiola Alanis, es quedarse en la contención, mantenerlo a raya pero no eliminarlo.

21/LLH/LGL

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