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Más contagiosa y grave para jóvenes, tercera ola de COVID-19

Por Silvia Núñez Esquer

Hermosillo, Son. Como una experiencia inmersiva al epicentro del COVID-19 grave, resultó la invitación de la Secretaría de Salud de Sonora a medios de comunicación para que constaten por sí mismos la vivencia interna de la dinámica del Hospital General del estado, que sufre incremento de casos día a día en lo que ya es una franca nueva ola.

Todo empieza por una charla de inducción y sensibilización para aclarar que el recorrido será con pacientes que se encuentran graves de salud, varios de ellos dependientes de un respirador para seguir con vida.

Se explicó que por respeto a los derechos del paciente no se tomarán fotografías ni video a los rostros de las personas que luchan por vencer la batalla que los llevó a esa cama en la que estarán por varios días para ser auxiliados, y si su cuerpo responde, saldrán airosos de la enfermedad que ha arrebatado la vida a 7 mil 150 personas entre infancia y adultas en Sonora.

De la reunión introductoria pasamos al primer piso. En el día en que se reportaron cinco defunciones en el estado de Sonora, todas de mujeres, entramos a conocer cómo está enfrentando el personal médico la tercera ola de COVID 19 grave.

Llegamos a un área de hospitalización en donde se encuentran cubículos para enfermeras, médicos y médicas residentes se puedan cambiar de ropa y puedan así protegerse del contacto con los pacientes que atienden.

En lo que parece ser la única experiencia de este tipo en el país, un grupo de periodistas acudimos al llamado y nos integramos en un grupo que recorrería las áreas COVID-19 en el HGE con el equipo de protección máxima, que se utilizó en la primera etapa de la pandemia por el personal médico que atendía a pacientes afectados por la infección producida por el virus SARS-CoV-2.

Frente a un pasillo que conduce a las salas donde se encuentran internados los pacientes, se encuentran los cubículos en donde habremos de cambiarnos la ropa. Desde ese lugar observamos a través de una puerta de vidrio con la Leyenda de identificación “Área de contingencia COVID 4”, el pasillo por el que nos imaginamos han pasado cientos de pacientes para entrar y para salir.

Las decenas de camillas que por ahí han transitado han conducido a pacientes conscientes o inconscientes y han evacuado a cuerpos sin vida, cuando la batalla por la vida se acabó.

Dos enfermeras nos explican que pasaremos a un sitio las mujeres y a otro los hombres porque habremos de cambiarnos la ropa, vistiendo en adelante el equipo de protección.

Panchita, una de ellas, es quien se encarga de dos de nosotras, que formamos parte del segundo grupo de reporteras y reporteros que pasaríamos en proporción de mitad hombres y mitad mujeres, para conservar la equidad.

Empieza la transformación para entrar en forma segura al área COVID, y Panchita nos indica que debemos retirarnos la ropa con la que llegamos, para vestirnos con la ropa de seguridad.

Impresiona que todas las piezas se encuentren en una sola bolsa que pareciera, contiene sólo unos guantes o un gorro, pero es todo un kit de protección que fuimos conociendo pieza por pieza, después de abrir la bolsa de plástico que venía cerrada.

Primero va un conjunto quirúrgico. Pantalón y blusón azul como el del personal médico en un quirófano. Después las botas desechables del mismo material, luego de conocer el procedimiento para sujetarlas bien en cada pie.

Le sigue la colocación de unos guantes plásticos. El siguiente paso es la gorra que cubrirá todo el cabello y que impedirá que se regrese a la cara pues cuenta con un elástico que se ciñe al inicio de la cara.

Otros guantes sobre los primeros. Después el clásico overol blanco completo, que recuerda los mamelucos de bebé, que vemos en las imágenes de grandes pandemias acompaña al personal médico de diario durante toda la jornada de trabajo.

Es una especie de cachorón de material plástico con elásticos en las muñecas y en los tobillos. Cuenta con un ziper al frente, por lo que, al colocarlo debidamente, el cuerpo y extremidades quedan absolutamente protegidas con el material impermeable y las dos capas de ropa que van en el interior. Posteriormente se coloca una bata del mismo material, en este caso blanca, con cierre hacia atrás.

Unos terceros guantes son colocados por fuera de los anteriores, y sellada la unión de la manga con el guante por cinta. Por encima de la pierna de “traje de astronauta” como le llaman algunas personas, van otras botas del material quirúrgico, que se sujetan abrazando a la prenda anterior.

Finalmente se sube el gorro del overol plástico cubriendo el anterior gorro que cubre y guarda el cabello, y viene entonces el cubreboca KN 95 con sujetadores en la cabeza que hacen tal presión que parecería que es imposible que entre o salga cualquier partícula de aire o saliva. La laminilla sobre la nariz ajusta hasta la incomodidad en el tabique nasal.

Una nueva cinta sella la unión del cubreboca con el cuello del overol y como última herramienta se colocan los googles o lentes de protección. Ceñidos al máximo como si debieran ir encarnados.

Es por ello que al retirarlos cuando terminó el recorrido, se quedaron grabados en la piel de la cara, como zanjas que recuerdan su forma, pero sobre todo nos evocan las fotografías de la primera ola, cuando sus huellas permanecían en las caras del personal médico.

Acondicionan cuatro salas por incremento de casos

El director médico del Hospital General del estado, doctor Joaquín Sánchez González, describió la forma en que han reconvertido áreas de la segunda planta del lugar, de acuerdo a como ha ido el incremento en la demanda de atención.

Explicó que no obstante la orientación de algunas áreas para la atención de la pandemia, no han dejado de atender a pacientes de otras afecciones.

Indicó que en la primera ola de la pandemia reconvirtieron algunas áreas para darle prioridad, incluso en dos plantas del hospital. Señaló que hoy día sólo es una parte de la planta que visitamos, pues todavía no se atiende a una población similar a la primera etapa de la contingencia.

El área COVID-19 atiende a hombres y mujeres, quienes están separados en salas distintas cuando son pacientes conscientes, pero en donde se encuentran intubados y sedados, no hay separación pues la prioridad es conservarlos con vida y facilitar su recuperación.

Dos mujeres adolescentes embarazadas graves por COVID-19

El Coordinador del área COVID del Hospital General del estado, doctor Rafael Eduardo Cuen Rendón, informó que son dos las adolescentes embarazadas que han sido atendidas en el área COVID-19 en las recientes dos semanas.

Ambas de 16 años, con 37.1 y 35 semanas de gestación respectivamente, padecieron COVID-19 grave, y se recuperaron.

En total son 29 pacientes entre hombres y mujeres los que son atendidos en el área acondicionada para atender COVID grave, del HGE. El cambio sustancial es la edad media de las y los pacientes, pues mientras en la primera ola ésta era de 70 años de edad, hoy día es de 39 o 40 años que no estaban vacunadas, expuso el doctor Cuen.

El coordinador del área COVID del HGE explicó que otra diferencia es que hoy médicas y médicos son muy conscientes de cómo se debe manejar al paciente COVID.

Ejemplo de ello son los medicamentes que se suministraban como la Hivermectina y Azitromicina que “ahora se sabe que no funcionan”, reveló.

Aprendimos de las primeras olas, nos reímos de las medidas que tomábamos

El médico responsable del área COVID-19 del HGE reconoció que al ser una enfermedad nueva no conocían nada sobre ella, por lo que, a medida que van saliendo nuevos estudios el manejo cambia.

“Hoy nos reímos de los tratamientos que dábamos al principio, nos aislamos totalmente de nuestras familias. No conocíamos ni siquiera el riesgo de la transmisión a través de las superficies”.

Cuen Randón indicó que si bien ellos no secuencian las variantes del COVID que afectó a cada paciente, sí se han percatado que hoy día la enfermedad es más agresiva y contagiosa, sobre todo con las personas jóvenes.

Otra de las diferencias es que al principio la gente se moría por otras razones no asociadas al COVID-19 directamente, pero sí por la situación de los hospitales, pues les daba miedo internarse.

Es por ello que hoy día no han conservado los otros servicios, acondicionando áreas específicas para COVID-19. “Los pacientes no se dejan de infartar, no dejan de enfermarse de la vesícula, hay apendicitis u otras cosas que requieren atención”.

Termina la jornada y la realidad confirma lo que el personal médico nos explicó en el recorrido. Las personas fallecidas son 27 en toda la entidad, dato que se reportó al día siguiente, muchas más que el día anterior. Aunado a ello, se confirman 500 casos nuevos en el estado, lo cual augura más necesidad de camas de hospital con equipo especializado para mantener con vida y respiración artificial a más pacientes.

Los hospitales privados se encuentran al 75 por ciento de su capacidad y el más importante en el municipio de Cajeme ya agotó su capacidad para recibir pacientes COVID. La experiencia de la visita periodística es enriquecedora y reafirma que la pandemia no ha terminado, y probablemente tampoco sea ésta la última ola.

*Fotografías cortesía de Silvia Núñez Esquer

21/SNE/LGL

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