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Mujeres indígenas rompen tabú y hablan sobre el aborto

Por Awasqa*

DE LOS EDITORES: Patricia Yallico de ACAPANA es presentadora del programa “Insurrectas” que se emite regularmente en sus redes sociales. Presentamos a continuación esta conversación con Paolina Vercoutere del pueblo de Otavalo y Ana Cristina Vera de Surkuna, una organización que lucha por los derechos reproductivos y por el aborto.

En abril de 2021, la Corte Constitucional del Ecuador votó 7-2 a favor de la despenalización del aborto en casos de violación. Esto ocurrió gracias a una “ola verde” de mujeres que han se han movilizado por años por el derecho a abortar de manera segura y legal. Las mujeres en Ecuador que tienen abortos ilegales o sufren abortos espontáneos (la mayoría de ellas mujeres pobres, indígenas y afro-ecuatorianas) llevan condenas de hasta 2 años de prisión, según un informe de Human Rights Watch. Para muchas de nosotras es difícil de hablar de este tema, pero más aún para las mujeres indígenas y afrodescendientes que tienen que lidiar con el machismo en sus comunidades y la discriminación del Estado y la sociedad en general. Les dejamos con esta rica conversación.

– Patricia: ¿Las mujeres indígenas abortamos?
– Paolina: Realmente nosotros las mujeres indígenas hemos abortado, abortamos y seguiremos abortando.

Patricia Yallico (PY): El aborto es un tema complejo de tratar por varios factores: la miopía politica, el moralismo de la inquisición, la ignorancia y el más peligroso de todos, el machismo estructural. En pleno 2021 las mujeres aún no tenemos derechos sobre nuestros cuerpos. La Iglesia, la educación retrógrada y gran parte del poder legislativo insiste en querer decidir sobre nuestras vidas. Pero, ¿quiénes abortamos de manera clandestina y somos encarceladas? Abortamos de manera clandestina las negras, las empobrecidas, las campesinas marginadas. Y sí, las mujeres indígenas también abortamos.

Nos violan, el curita, el pastor, el comisario, el tío, el primo, el amigo, el compañero. Todos nos violan, y callan. Pero nosotras ya no callaremos. En esta ocasión, para Insurrectas, nos acompaña Paolina Vercoutere Quinche, del Pueblo Otavalo y Ana Cristina Vera de la organización SURKUNA. ¡Bienvenidas!

-PY: Ana Cris, ¿qué pasó en el Ecuador? ¿Qué pasó con las mujeres? ¿Qué pasa con todo el proceso que hemos venido desarrollando, no solamente de ahora, sino desde hace mucho tiempo con respecto al aborto? 

-Ana Cristina Vera (ACV): La Corte constitucional declara inconstitucional penalizar y perseguir con cárcel a las mujeres, niñas y personas con capacidades de gestar, víctimas y sobrevivientes de violencia sexual, que decidieron interrumpir un embarazo que fuera consecuencia de esta violación. Entonces, sólo se despenalizó el aborto por causal de violación, lo cual, como yo decía, es una gran noticia. Porque, efectivamente, vamos a permitir garantizar los derechos de las víctimas y sobrevivientes de violencia sexual por sobre, si quieres, toda la persecución que han enfrentado históricamente. Creo que es un momento histórico muy importante para el Ecuador, que nos permite plantearnos justamente las  preguntas sobre, ¿qué es lo que sigue? 

Porque yo creo que este es un primer gran paso, urgente, necesario, pero que ahora en adelante nos toca seguir organizándonos y nos toca seguir luchando. Para que este procedimiento sea adecuado para todas, en todos los territorios; y además porque efectivamente logremos seguir avanzando. Creo que la meta en temas de aborto es despenalización total, y en los otros temas que tenemos hay muchas metas más, tenemos que acabar con la desigualdad de género, con la desigualdad económica, con el capitalismo, con el patriarcado. Entonces la lucha continúa. 

PY: Paoli, ¿las mujeres indígenas abortamos?

-Paolina (P): Realmente nosotras las mujeres indígenas hemos abortado, abortamos y seguiremos abortando porque es una realidad entre las mujeres. Somos mujeres igual. Lo que pasa es que quizás lo hacemos más en silencio, con mucho más tabú. No se cuenta con ningún dato hacia afuera, y eso de alguna manera hace que veamos esta medida como una medida también de reparación para nosotras, porque nosotras queremos que justamente lo que decía Ana, se visibilice. Quienes están, quienes son las mujeres más precarizadas, quiénes son las mujeres más susceptibles de vivir también este tipo de experiencias, son las mujeres que justamente viven una doble o una triple discriminación, por la exclusión económica. O sea la pobreza, también el racismo y por ese machismo que está enquistado en nuestras comunidades. Muchas veces se dora la píldora hablando de algunos temas culturales que no ponen en el tapete de discusión, justamente, que en nuestras comunidades hay muchísima muchísima violencia. Nosotras en el proceso de acompañamiento que hemos hecho con la colectiva, tenemos que decir con mucho dolor, hemos visto demasiados casos de mucha violencia, y muchas veces tapados por el ayllu o tapados por la comunidad. Y creo que justamente ahora nos permite, también lo que está pasando en el Ecuador, a nosotras también tener una voz, y decir que eso va ayudar a las mujeres indígenas, a las mujeres racializadas,  a las mujeres afro-ecuatorianas que están como en los niveles más difíciles y más vulnerables, por ser objeto de estas violencias.

PY: Si vemos que el aborto es una realidad en los pueblos indígenas, no indígenas, mestizos, campesinos, negros y todos los demás, ¿se considera el aborto como un crimen? ¿Es considerado como un crimen?

-ACV: Técnicamente, en nuestro país se puede penalizar a las mujeres que abortan, si no lo hacen para salvar su vida, su salud o cuando el embarazo sea producto de violación. Antes esta excepción era solamente para las mujeres que tenían discapacidad mental. Ahora, dentro de esta causal salud, podríamos hablar de múltiples casos, podríamos hablar de la salud mental, de la salud social y hablar de una amplia aceptación del tema de aborto. Ahora, sí hay mujeres que pueden ser penalizadas por abortar, lamentablemente en nuestro país. Eso es justamente, contra eso lo que estamos luchando, contra esta penalización a las mujeres. 

Socialmente, por ejemplo, nuestro país y mucha gente que no está de acuerdo con el tema de aborto, tampoco están de acuerdo con que las mujeres vayan a la cárcel por abortar. Creo que efectivamente eso es lo que tenemos que rescatar, esa posibilidad de que las mujeres podamos decidir en libertad, y que efectivamente el aborto no siga siendo tratado como un delito donde se genera estigma contra las mujeres y contra las personas que deciden abortar, porque realmente esto perjudica fuertemente a las mujeres. Sean judicializadas o no, al generar una serie de barreras de acceso a derechos, pero además de estigma en su contra. 

Creo que eso es justamente lo que buscamos cambiar, que se pueda despenalizar el aborto y que las mujeres que decidan abortar no sean judicializadas por tomar decisiones sobre su vida reproductiva. Lo más grave de todo, Paty, es que la mayoría de mujeres que son judicializadas, nuestras estadísticas dicen que 70 por ciento  son mujeres jóvenes, 100 por ciento son mujeres empobrecidas, y que hay una gran cantidad de mujeres que son de pueblos y nacionalidades indígenas y afroecuatorianas. 

Esto quiere decir que hay mujeres específicas que son afectadas por la penalización. De todas las mujeres a las que yo he defendido, ninguna ha sido una mujer de clase media, y mucho menos de clase alta, y eso tiene que ver con que las mujeres que son afectadas con la criminalización y afectadas por la penalización son las mujeres más empobrecidas. Y me parece que tiene que ver efectivamente con, ¿a quién persigue el derecho penal? ¿Cuáles son los cuerpos y las vidas que importan? y cuáles no. Creo que queda muy claro en la penalización del aborto cuáles son.

Porque las mujeres podemos acceder a abortos seguros, aunque  ilegales, en el sistema de salud, si podemos pagar. Entonces, claro que la penalización de manera desproporcionada es para las mujeres más empobrecidas y con menos acceso a recursos también sociales. Como las adolescentes, que podrían ser de clase media, pero no pueden pagarse un aborto. Creo que eso es un reto, buscar la justicia social para todas.

-P: Para reafirmar algo que estabas diciendo ahora, y es que todo eso responde a la estructura en la que vivimos. Hemos dicho y hemos visto que es un sistema patriarcal, colonial, capitalista y todo lo demás. ¿Podemos reafirmar que es el sistema el que nos sigue condenando a nosotras las mujeres, mujeres indígenas y empobrecidas?

-ACV: Totalmente. Yo creo que esto es innegable, creo que es una forma de actuación de un sistema que está hecho para oprimir a determinadas personas y para causar exclusiones. Yo no creo que la penalización del aborto en realidad tenga que ver con cuidado de la vida como se plantea, sino con el control económico político y moral de la población; y también con el control de determinados segmentos de la población. Porque eso es específicamente lo que nos muestra la realidad. Entonces, la penalización del aborto es otra estrategia del capitalismo, del patriarcado y del colonialismo para imponerse sobre nuestros cuerpos y nuestras decisiones. Y podemos verlo claramente, por ejemplo, si leemos a Silvia Federici. Ella es súper lúcida para mostrarnos cómo en esta transición al capitalismo es que se implementaron estos mecanismos de control de la reproducción. Entonces penalización del aborto, patriarcado y capitalismo están intensamente ligados, profundamente ligados. 

-PY: Paoli, ¿entonces esto del Provida, es una mojigatería de la Iglesia, una tapadera, o qué?

-P: Creo que, bueno, aquí hemos estado con toda esta cultura de hace tantos siglos, que hace que tengamos esta doble moral ¿No? Porque por un lado tenemos, cómo nos hacemos la vista…, tenemos una de las sociedades en Latinoamérica, y particularmente en el Ecuador, sociedades aún coloniales. Tenemos a un Estado racista, tenemos a un Estado que niega la posibilidad de expresar la diversidad de la mayoría de su población. Un Estado que niega los derechos de la diferencia, también de la diferencia cultural, que margina a la mitad de su población. Es decir, a nosotras las mujeres y aún más a las mujeres racializadas, a las mujeres indígenas, a las mujeres afroecuatorianas. 

Tenemos todo este discurso, este discurso democrático. Este discurso como muy dorado ¿no? Pero que finalmente se sienta en una moral, que algunas cosas permite y otras no. Entonces se tolera la pobreza, por ejemplo, se tolera el racismo, porque aquí en el Ecuador cuando nosotras decimos que existe racismo, no dicen: “Ay ya, pero por favor, ya superen eso. Son unas resentidas. Pasen la página, ya pasaron los 500 años y miren para adelante.” Cuando vemos que en realidad aquí vivimos un estado colonial que aún es muy racista. Es como un barniz que un poco rascas y está ahí, está latente, y forma parte de las relaciones. 

Entonces sí, efectivamente vivimos un doble discurso, una doble moral, una mojigatería, pero que está expresada en este tema muy sensible del aborto, porque tiene que ver con el cuerpo de las mujeres. Y eso está no solamente en nuestra cultura, sino en todo el mundo. Pero creo que eso está ligado justamente a esos otros silencios, que son un silencios también estructurales, pero están conectados con eso. 

-(PY): Solamente para retomar lo que habías dicho que están ustedes acompañando, con la Colectiva, en casos de aborto por violación. ¿Recuerdas un caso que hayan acompañado, que haya sido tan doloroso, que haya marcado el proceso que ustedes están llevando? 

-(P): Bueno, nosotras en este momento estamos acompañando un caso muy doloroso, de una pequeña niña. Y ahí es cuando otra vez vemos de esta falta de concreción, de lo que es el estado plurinacional. También de la concreción, de un poco mirar más, de que las mujeres nos involucremos también en cómo concebimos a la justicia comunitaria, a la digamos mal concebida justicia indígena. Porque vulnera ahí muchos derechos de las mujeres y de las niñas indígenas. Entonces nosotras hemos tenido un proceso muy doloroso, por ejemplo, de acompañar a una niña… 

Como ustedes saben, en la mayoría de los casos de violación se da dentro del círculo familiar y ahí pues vemos que en realidad la justicia indígena no está para nosotras. Porque no nos considera igual como sujetas, nos revictimiza, y también no nos asegura que podamos ser reparadas de alguna manera. Y la otra justicia, la justicia regular, que es racista, que no nos escucha y se ensaña en ser sorda para las mujeres que no hablan bien el español, que están empobrecidas, que no tienen acceso. Entonces, justamente es este gran dilema que tenemos, porque ninguna de las dos justicias nos escuchan, ninguna de las dos justicias no repara. Eso es justamente lo que estamos nosotras demandando, buscando visibilizar este problema. Para que también podamos aterrizar dentro de las lógicas de la justicia comunitaria, de la justicia indígena. Que efectivamente nuestros derechos como mujeres sean respetados, sean asegurados, seamos reparadas y que eso no se haga en detrimento de los derechos colectivos que nos amparan a todas y a todos.

-(PY): Ana Cris, yo quería que rompamos un poco esta idea que tiene muchísima gente de que como ya está este fallo del aborto por violación, como que lo vamos a pasar rebien, y vamos a ir a abortar todo el mundo. ¿Qué implica el abortar? ¿Qué significa? Solamente para que podamos dibujarlo de mejor manera. Que se pueda comprender.

-ACV: Yo creo que es súper importante visibilizar lo que realmente vivimos las mujeres cuando atravesamos procesos de aborto. Entonces, creo que cuando una mujer tiene un embarazo no deseado, cualquier decisión sobre este embarazo es sumamente dificil. O sea, esa decisión puede ser, por ejemplo, continuar con un embarazo, digamos forzado, a consecuencia de violencia sexual, una adopción o un aborto. Pero creo que en ninguno de los casos se vive así como lo dicen las personas que piensan que vamos a salir corriendo a abortar, y que casi que hacemos fiestas de aborto. Realmente es una decisión super compleja, la de un aborto, porque nace de un no deseo, del no deseo de este embarazo. Entonces para nosotras las mujeres es una decisión que requiere un montón pensar, que requiere efectivamente tener esta capacidad de pensarnos y repensarnos lo que deseamos en nuestra vida, y como esto influye en esta decisión concreta.

Es super importante dejar claro que somos las mujeres quienes tenemos que tomar esta decisión, en primer lugar porque nosotros tenemos la mayor claridad de nuestras vidas. Y que también para nosotras las mujeres decidir sobre un aborto no es una cosa sencilla, sino una cosa bien compleja, porque nace de este no deseo. También lo que merecemos de la sociedad es confianza, sobre que no vamos a mentir sobre violencia sexual, que es una de las grandes aberraciones y estereotipos. 

Dos, sobre que tenemos las capacidades de tomar las mejores decisiones de nuestras vidas, necesitamos que la sociedad deje de tratarnos como, si quieres, objetos de reproducción, para que nos reconozca como sujetas de derechos. Porque eso es efectivamente lo que no pasa, ¿No? Si tú miras los discursos al rededor del aborto, incluso se dice que vamos a salir a abortar todas, son discursos que tienen una absoluta desconfianza en la capacidad de las mujeres. En la capacidad de las mujeres de actuar, en la capacidad de las mujeres de decidir, en la capacidad de las mujeres de controlar su sexualidad, de controlar su vida, que no tiene ninguna relación real con lo que las mujeres somos y vivimos. Entonces, sí creo que hay que comenzar a desmitificar estos estereotipos sobre nosotras, sobre nuestras decisiones, sobre sobre nuestra sexualidad. Y realmente comenzar a generar estos espacios donde podamos reflexionar sobre lo que estamos pidiendo, que es un mínimo fundamental y humano. La posibilidad a tomar decisiones sobre un aspecto que va a marcar fundamentalmente nuestras vidas, porque nosotras somos las que gestamos, las que cuidamos y las que parimos. 

-(P): Está claro porque finalmente como decía Ana, se coloca en el imaginario social que vamos a salir todititas abortar, que somos, digamos, unas descontroladas y un sinnúmero de epítetos y de otras etiquetas y adjetivos que se nos ponen a nosotras. No desde ahora, sino desde hace siglos. 

Es el gran reto que tenemos ahora, en la implementación. ¿Cómo hacer que el Estado, que las mujeres indígenas, que las mujeres afroecuatorianas, por ejemplo, no tengan miedo de ir a los servicios de salud? ¿Cómo enfrentarse al racismo que existe en los servicios de salud? Todos esos son retos, y que tienen que estar topados por la sociedad, que tienen que estar… Sí, hay que hablar de esto, porque si no hablamos de la implementación, pues va a quedar como ahí, ¡qué bonito! Pero finalmente vamos a seguir teniendo miedo de ir al subcentro, vamos a seguir teniendo, sobre todo las mujeres indígenas, a seguir teniendo vergüenza de ir a pedir un método de anticoncepción, porque la cultura sigue siendo solamente accesible para la educación de los hombres. Es más tolerante para que ellos puedan ir y pedir preservativos o cualquier otro método, eso es lo que nos pasa a nosotras. 

Cuando conversamos aquí, por ejemplo, con las compañeras que están en los subcentros de salud, nos dicen sí, en general es bien difícil que las mujeres vengan. Y ahora, por la pandemia, mucho menos porque hay una mayor restricción también de la movilidad y hay también menos acceso a métodos de anticoncepción. Sí vemos que hay un montón de barreras, solamente para acceder a un método de anticoncepción, peor imagínate para algo tan tabú que sigue siendo en la sociedad ecuatoriana el poder acceder a un aborto. Sólo en caso de violación, ni siquiera hablando de otro caso. Entonces sí hay toda una cuestión que tocar en el tema de la educación sexual, que no solamente es decir el aparato reproductor, no. Hablar de estas cosas dentro de la vida cotidiana de nosotras, o por ejemplo, de cómo empezar a hablar también de cómo las mujeres podríamos tener acceso en los servicios de salud pública, métodos recuperados por las mamás parteras, por ejemplo. Eso realmente es hacer ejercicio también del estado plurinacional que nosotros quisiéramos construir. Y hay una total ausencia en las organizaciones, de cuando se tenga que hablar de esos problemas que nos afectan de verdad en el cotidiano, en el cuerpo de las mujeres. 

-PY: Yo ya he hablado, dicen que no existen. No existen gays, lesbianas, en los pueblos indígenas no existen.

-(P): No existe el aborto, estamos en una burbuja, y todos somos bonitos, somos complementarios…

-PY: …estás loca, y ahora ya no somos solamente locas, ni putas, ahora somos aborteras. 

-(P): Aborteras también.

-PY: Gracias Paoli. Ana Cris, tenemos un poder legislativo, la asamblea negó este este fallo que acaba de tener la Corte. ¿Por qué le cuesta tanto al Estado, al poder legislativo, al judicial, a todo el mundo, comprender la necesidad del aborto libre, seguro y gratuito?

-ACV: Bueno Paty, yo lo que creo es que les cuesta un montón porque esto implica desestructurar uno de los fundamentos del Estado patriarcal capitalista, que es la sumisión y la subyugación de las mujeres a los hombres. Y hay una estructuración fundamental donde nosotras tenemos que responder a este mandato, y nuestra reproducción tiene que servir a los intereses estatales. Cuando necesitan más personas, entonces hay que reproducirse más, y es libre la reproducción. Cuando se necesitan menos, en cambio, tenemos que usar anticonceptivos o acceder a abortos en determinados casos. Entonces lo que creo es que hay un interés estatal, en nuestra reproducción, y que también pasa por un interés, si quieres, privado de los jefes de familia. Es por eso es que es tan difícil comprender este tema, y es tan difícil realmente concederlo. 

Yo sí creo que uno de los fundamentos básicos del Estado-nación, de cómo está estructurado, es efectivamente la subyugación de las mujeres dentro del ámbito familiar, para efectivamente generar este tipo de relaciones de poder. Entonces sí creo que es un tema fundamental el tema de control de la reproducción. Y creo que también les cuesta entender por qué se ha construido este Estado sobre un concepto de mujer que disminuye nuestra capacidad para comprender, por ejemplo, la realidad. Nos construyen de una forma como si realmente no tuviéramos estas capacidades; como si tuviéramos que temerle a nuestras propias capacidades. 

Creo que es ésta construcción la que cuestiona el hecho de la autonomía de nuestros cuerpos, y el hecho de reclamar, específicamente, un cambio. Un cambio de patrones socioculturales tan fuerte hasta el punto que seamos nosotras quienes decidimos sobre nuestra reproducción y no el estado, y no los hombres y no otras personas. 

-PY: Seguimos, a los hombres me refiero, viendo a las mujeres la necesidad de que les pidamos permiso, para todo. Permiso marido para ir a levantarle los calzones sucios. Permiso compañero para poder tomar la palabra. Permiso Estado, porque me violaron y quiero abortar. Siempre como que hay está noción de pedir permiso al patrón, ya no es el patrón, es el compañero, ya no es el compañero, es el Estado. Siempre pidiendo permiso para hacer y ser, ser y estar nosotras como mujeres ¿Cierto? 

-(P): ¿por qué nos cuesta a nosotros, digo a los compañeros hombres de los pueblos y nacionalidades, afroecuatrianos, campesinos, comprender esto del aborto, de la educación sexual? En otro tema que ya hablaré en otro momento, qué es la diversidades sexuales y de género. ¿por qué nos cuesta tanto? ¿Qué miras tú en este caminar que has llevado con la Colectiva, ustedes que tienen ya años trabajando? ¿Cuál es el resultado? ¿Qué está pasando?

-(P): Creo que en nuestras culturas hay mucho más silencio, como prima más lo comunitario. Y también creo que en toda la articulación política, y en todos los esfuerzos de organización que hemos tenido, siempre ha primado más otras agendas, y siempre ha primado más lo étnico por encima de reivindicar las desigualdades que existen entre hombres y mujeres. Creo que hay, voy a decirlo así, hay un doble discurso, hay bastante hipocresía también, porque se utilizan, vuelvo a decir, muchos argumentos sobre la paridad, sobre la complementariedad. Que sí están presentes también en la lengua, están presentes en ciertos espacios, todavía aún de la economía, pero que están totalmente ausentes, por ejemplo, de la participación política o del control del cuerpo. Entonces creo que hay un doble discurso, creo que hay una ausencia. 

Creo que cuando vino la colonia nos despojaron de esa paridad, de esa posibilidad de estar caminando con estos compañeros hombres. En todos los espacios políticos, en los espacios igual de sostenimiento de la vida. Y creo que ahí es cuando nosotros perdemos esa voz,  cuando se coloca toda esta hegemonía de nuestros compañeros. 

Entonces sí creo que hay una gran discusión que tenemos que llevar nosotras, nosotros, los hombres también, para dejar de romantizar esta manera de cómo nos ven los otros. Porque también resulta mucho más cómodo. Pero creo que por eso es tan importante que nosotras vayamos recuperando nuestra voz, justamente desde nuestros propios referentes, desde nuestras propias lógicas culturales, para poder construir ese feminismo que nos busque recuperar también ese sentido paritario. 

-PY: En conclusión, ¿qué nos queda? Ana Cristina. 

-ACV: Bueno yo creo que nos queda luchar para que las mujeres puedan acceder a este derecho mínimo que es el aborto en caso de violación para todas, para que no hayan restricciones. Y también luchar para seguir avanzando. Yo creo que hay que organizarnos. Las mujeres hemos conseguido todo luchando, yo no creo que nos hayan regalado nada. Y creo que eso es lo que nos toca, organizarnos para seguir luchando, no solamente por la despenalización del aborto total, que es uno de los objetivos, sino por un mundo mucho más justo, más equitativo, para todas y todos. Un mundo que nos permita ir, si quieres, trabajando en la abolición del capitalismo, del patriarcado colonialista, heterosexista, y todo. Creo que es el camino de ahora en adelante.

-PY: Paoli, ¿qué nos queda a nosotras, al interior nuestro, al interior nuestro me refiero dentro de las organizaciones indígenas, campesinas, afro?

-P: Yo creo que ahora estamos hablando del Warmi Pacha, que es el tiempo igual de las mujeres. Creo que es necesario nosotras seguir haciendo vigilancia en todos los espacios, con las compañeras feministas, en nuestros espacios organizativos, en nuestros espacios políticos. También ir colocando estos temas dentro de las agendas de debate. Creo que resulta fundamental por el momento ver cómo se va a dar la implementación, cómo hacer que las barreras estructurales de un Estado aún colonial… De un Estado racista que se expresa en la implementación de políticas públicas, aún de forma racista, aún de forma violenta, sobre todo para las mujeres racializadas. Que se vea abierto, y las mujeres indígenas y las mujeres afroecuatorianas puedan acceder a estos derechos. 

Creo que es el momento de irrumpir, de hablar, de politizar, porque si no es ahora, pues ¿cuándo, no? Creo que es necesario no bajar la guardia para que justamente vayamos alcanzando más elementos de nuestras demandas. Tenemos ahorita igual en la Corte Constitucional todo el tema de la paridad, también. Tenemos que seguir empujando para tener una sociedad más equitativa, para tener un presente más respetuoso entre nosotros los seres humanos, y también con la naturaleza. 

-PY: Muchísimas gracias compañeras queridísimas, les agradezco un montón, infinitos abrazos, cariños para ustedes. Vamos a seguirnos encontrando en las calles, en la lucha, en estos espacios que son virtuales, pero que también van tejiendo el caminar. Muchísimas gracias por este espacito, este tiempo, este cariño compas.

-ACV: Muchas gracias compas y un abrazo grande. Nos vemos en las calles y nos vemos en la lucha.

*Este artículo fue retomado del portal Awasqa

21/PY

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