Ciudad de México.- Una de las desigualdades persistentes entre hombres y mujeres en México se encuentra en el acceso a servicios de salud. El país ocupa el lugar número 54 a nivel mundial en esta brecha, según el Índice Global de Género 2022. Entre las mujeres afectadas por la situación se encuentran quienes experimentan un embarazo y no tienen acceso a una atención digna antes, durante y después del parto.
Una de las alternativas ante esta problemática que afecta a las mujeres embarazadas es la partería. En México esta práctica es milenaria, pues según investigadoras como Brenda Ortiz Coss e Iñiga Pérez Cabrera, se ha realizado desde la época prehispánica.
Algunas enseñanzas tradicionales de ese periodo persisten en la actualidad, pero conviven con otros tipos de partería. En general, esta clase de atención médica –y medicinal– tiene el objetivo de ofrecer un trato digno a todas las mujeres durante su proceso de embarazo y alumbramiento.
Tres tipos de partería
De acuerdo con Morada Violeta –primera casa de partería feminista en la Ciudad de México–, hasta hoy se reconocen tres tipos de parteras: las profesionales, las autónomas y las tradicionales o en la tradición.
La Confederación Internacional de Matronas define a las parteras profesionales como aquellas que se han formado en programas de partería reconocidos por el Estado, es decir: obtienen un título o una cédula después de haberse preparado por medio de un sistema escolar basado en calificaciones.
Según Morada Violeta, en México aún hay pocas plazas y escuelas que imparten esta especialidad, tales como la Escuela de Partería Profesional y la Universidad Autónoma de Guerrero. Esto, pese a que las y los egresados tienen derecho a laborar en el sistema de salud público.
Otro tipo de parteras son las autónomas. Ellas se han formado por diferentes vías, incluso aquellas que son reconocidas por el Estado. Sin embargo, en cualquier caso cuentan con una preparación de tres años o más.
Fotografía: Pixabay
Estas parteras ejercen su profesión fuera del sistema de salud público, en los domicilios de las mujeres embarazadas o casas de partería. Además de eso, pueden ser mentoras y necesitan la aprobación de otras parteras o una comunidad entera para ejercer.
Finalmente están las parteras tradicionales o en la tradición. De acuerdo con Amparo Calderón, partera tradicional del Estado de México, estas mujeres son comadronas indígenas y no indígenas que trabajan principalmente dentro de comunidades.
Ellas portan conocimientos ancestrales presentes en diferentes etapas en la vida de una mujer. Además, cuidan y difunden estos saberes y rescatan la herencia de sus guías y sus abuelas de conocimiento.
Las parteras como resistencia ante la violencia obstétrica
En México, para el 2016, 31.24 por ciento de las mujeres de entre 15 y 19 años que tuvieron un embarazo dijeron haber sufrido violencia obstétrica. Entre las agresiones más comunes de esta forma de violencia se encuentran las esterilizaciones forzadas, las cesáreas innecesarias y las faltas de respeto a los tiempos del parto.
La partería, en sus diferentes modos de existir, representa una opción para ofrecer un trato integral, distinto y consciente a las mujeres embarazadas; un trato que no se base violentamente en los procedimientos obstétricos y quirúrgicos de la medicina occidental moderna, sino que sea a partir de conocimientos claros y consideraciones sobre el cuerpo de las mujeres y sus procesos.
