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Ciencia al servicio de la justicia

Por Lucía Melgar Palacios

La semana pasada el Consejo Universitario de la UNAM aprobó la creación de la Escuela Nacional de Ciencias Forenses, cambio que le dará más autonomía y ampliará el campo de trabajo y el impacto de lo que hasta ahora ha sido la Licenciatura de Ciencias Forenses, integrada a la Facultad de Medicina, carrera y ahora Escuela única de su tipo en América Latina.

Para entender qué son las Ciencias Forenses y qué significa este cambio, entrevisté a la Dra. Zoraida Castillo García, directora de esta licenciatura desde 2013 hasta ahora y cuyo liderazgo contribuyó a hacer posible este proceso. EL siguiente texto se basa en esta charla con ella.

Zoraida García Castillo es doctora en derecho por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, donde se tituló con una tesis sobre el sistema penal acusatorio, bajo la tutoría del Dr. José Ramón Cossío, entonces ministro de la SCJN. Su trayectoria profesional se desenvolvió en el ámbito de la justicia, primero en la PGR (hoy FGR) en 1995, cuando entraba en vigor la reforma al sistema de justicia constitucional, luego en la entonces nueva instancia contra la delincuencia organizada, como MP y fiscal especial, donde trabajó con policías y militares. Posteriormente colaboró en el Consejo de la Judicatura Federal y en la SCJN. El conocimiento del poder judicial, y su involucramiento en distintos tipos de investigación en este ámbito, la llevaron a ser propuesta como directora de la recién creada licenciatura en ciencias forenses (LCF) de la UNAM en 2013.

La creación de la LCF supuso un trabajo de ocho años. La impulsó José Narro, entonces director de la Facultad de Medicina y se inició cuando éste era rector y Graue dirigía esta facultad. En 2013, junto con García Castillo se integraron a la LCF una antropóloga física, encargada de investigación,  y una médica cirujana, a cargo del área de docencia. La integración de este equipo multidisciplinario corresponde al tipo de orientación de esta nueva carrera, cuya característica principal es la interdisciplinariedad.

Según explica la Dra. García Castillo, esta carrera se inspira en la “forensic science” de la tradición anglosajona, disciplina que forma a científicos multidisciplinarios que se convierten en peritos. En contraste, en México las y los peritos pueden ser médicos o biólogos que ejercen como peritos, sin esta orientación más amplia. La LCF en cambio se creó para formar a profesionistas que se integren desde el inicio a la investigación junto con la policía  y el/la fiscal; este perito/a “ debe saber de derecho penal, de ciencias físico-matemáticas, toxicología, psicología”, entre otros.

Debe saber “cómo llegar a la escena del crimen, examinar pruebas, mantener la cadena de custodia, saber de fotografía, dactiloscopía, tomar muestras, llevarlas al laboratorio… interpretar cadáveres y tratar con víctimas”, es decir saber cómo es y cómo debe llevarse el proceso de investigación de un crimen o accidente de principio a fin. Se trata pues de profesionistas con un nuevo perfil. La Licenciatura consta de 54 asignaturas obligatorias y 10 optativas y cuenta con 18 docentes de planta (profesoras/es de tiempo completo o técnicos/as académicos) y cerca de 80 de asignatura, una planta amplia porque a menudo dan las clases equipos multidisciplinarios. 

El éxito de una carrera se mide por su calidad y por los logros de sus profesionistas. En este caso ya han egresado seis generaciones, cuyos empleadores, señala la Dra. García Castillo, “ya saben para qué sirven” y valoran su trabajo. Un aspecto llamativo de esta carrera es que, así como el núcleo del equipo inicial estaba formado por mujeres, ha integrado a muchas docentes y el 75 por ciento de sus estudiantes son también mujeres ¿Qué las atrae a esta carrera tan nueva y compleja? Según le han dicho las estudiantes a la directora,” el espíritu de justicia, quizá por la misma razón que hay tantas mujeres buscadoras”.  Mujeres en busca de justicia a las que sin duda podrán apoyar profesionalmente.

¿Qué implica la creación de la Escuela Nacional de Ciencias Forenses? 

La Dra. García Castillo explica que mientras que la Facultad de Medicina está centrada en la salud, esta licenciatura “es un hijo diferente que necesita su propio espacio”, la propia Facultad propuso el cambio. Entre los argumentos que se presentaron a las diversas instancias involucradas en el proceso de creación de la ENCF, se destacaron logros académicos como la formación de profesionales, los trabajos de investigación y las publicaciones. Al convertirse en Escuela, esta instancia no sólo ampliará lo ya logrado, también podrá ofrecer estudios de posgrado y cursos de extensión universitaria de manera más sistemática, continuar y ampliar importantes tareas como dar cursos en búsqueda de personas, genética aplicada, o certificar peritos. 

Un aspecto importante de esta formación y del trabajo de sus profesionales es la necesidad de que tenga perspectiva de género, sobre todo dada la gravedad de la violencia contra las mujeres, en el feminicidio, supuestos “suicidios” y “accidentes” que muchas veces habrán de investigar. 

Al respecto, la Dra. García Castillo señala que integrar la PEG en la formación de los/las estudiantes es un asunto en que se ha trabajado pero en que aún hay retos. Un importante primer paso es que  la materia de “Criminalística y Derechos Humanos, con PEG, es obligatoria para todos los estudiantes”, avance significativo si tomamos en cuenta que apenas hace unos años el rector Graue explicitó la necesidad de incluir una materia sobre género en todas las carreras  (tras varios paros estudiantiles) y que integrar la PEG en los programas es un reto pendiente. 

Un obstáculo para lograrlo en la LCF (como en otras carreras) es que “los/las profesores no tienen PEG. Por otro lado, “se ha trabajado mucho y se sigue trabajando para que no haya violencia de género en la UNAM”  y para que “los y las estudiantes sepan que se puede y se debe ejercer la investigación forense con PEG”, para “ que no revictimicen, que traten a las víctimas con seriedad”.

Esto implica también, explica la Dra. García Castillo,  que estos/as científicos/as sepan que hay que hacer muchas pruebas de diverso tipo para saber, por ejemplo, si una mujer asesinada fue violada, para determinar si cayó por accidente de un edificio o no: “que no den por hecho nada, ni suicidio, ni accidente, primero (deben) demostrar que no hay señales de que alguien las empujó”.

Acerca de los logros que han alcanzado hasta ahora la LCF y ella como directora, Zoraida García Castillo enumera entre otros, como gran satisfacción, el éxito en su trabajo profesional de los y las egresadas, el  que sean valorados/as por sus empleadores; la creación de “nuevo conocimiento, generar por primera vez en una universidad pública conocimiento forense”, mostrar “que la ciencia puede servir a la justicia”; haber formado y contar ahora con colecciones de muestras fundamentales para la investigación, no sólo en  la UNAM sino para el país, como la “colección entomológica forense con miles de especímenes de fauna cadavérica del centro del país” , con la cual se puede “identificar fauna cadavérica  relacionada con cadáveres encontrados en el centro del país”, saber de qué zona pueden provenir, y así hacer estudios centrados en México; la colección de muestras de voz, con voces mexicanas, que permitirá identificar voces en casos de secuestro u otros y no depender de muestras y estudios de otros países (España y Rusia, por ejemplo), entre otras.

Otro logro importante fue la creación de una Red nacional e internacional de Ciencias Forenses en 2016, época en que CONACYT apoyaba este tipo de iniciativas para fomentar la investigación conjunta, Red que además de publicaciones, promovió el intercambio de estudiantes y trabajos conjuntos, encabezada por la LCF.

Con base en estos logros, el gran reto para la Escuela Nacional es trabajar desde “una plataforma distinta” , con el diseño de programas de posgrado y otras actividades más amplias, así como la necesidad de aumentar sus recursos, y con el fin de que “se vea muy potente” académica y profesionalmente. 

Para terminar, al preguntarle cuáles han sido sus retos como mujer profesionista, académica y directora de la LCF, Castillo García  explica que “asumir esta responsabilidad implica doble o triple ejercicio de los esfuerzos. La UNAM da muchos espacios, no obstó ser mujer para tener esta responsabilidad”. Aunque reconoce que ser profesionista, madre e hija fue un reto particular, ahora, en otra etapa, considera que tiene “ la ventaja de poder dedicar 100% de mi tiempo al trabajo” y concluye: “Da mucha satisfacción ser mujer y estar en este campo de trabajo. Sí hay un techo de cristal en el ámbito judicial pero en la UNAM no se duda  que una mujer pueda tener un puesto de dirección. Yo sigo teniendo energía para seguir trabajando”. 

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