Inicio AgendaLaboral El machismo en la frase «yo ayudo en las labores del hogar y de cuidados»

El machismo en la frase «yo ayudo en las labores del hogar y de cuidados»

Por Berenice Chavarría Tenorio

Ciudad de México.- Cuando un hombre realiza trabajo de cuidados y doméstico al interior de los hogares no es ayuda o asistencialismo hacia las mujeres, en quienes recaen en mayor medida estas actividades; es una obligación y responsabilidad de todas y todos quienes habitan en el mismo espacio. 

¿Cuántas veces has escuchado frases como “mi esposo me ayuda a cuidar a nuestras hijas”, “mi hijo me ayuda a lavar su plato cuando termina de comer” o “yo no soy machista porque sí ayudo en mi hogar”

Estas afirmaciones distan mucho de ser un mensaje de igualdad, contrario a lo que supone quien las emite. Dichas frases reflejan lo poco que se ha entendido que las labores de cuidados y domésticas no remuneradas son un trabajo y que no deben recaer en las mujeres, tal como lo ha dictado el sistema patriarcal por décadas. 

Es decir, al expresar la frase “yo ayudo”, automáticamente la persona está diciendo: “no es mi responsabilidad hacerlo, pero te voy a tender la mano de vez en cuando”. ¿Gracias? ¡NO!; es responsabilidad de todos contribuir y distribuir las labores de cuidados y domésticas, las cuales se presentan en carga desproporcionada hacia las mujeres

No es obligación de las mujeres realizar 2.3 veces más trabajo doméstico que los hombres. No es responsabilidad única de las mujeres dedicar 43 horas semanales a cocinar, limpiar, lavar y cuidar de las infancias, tal como lo indican datos de la organización “México, ¿cómo vamos?”. 

Según datos del Inegi, en 2021 en México cada mujer realizó trabajos de cuidado no remunerado en los hogares equivalentes a 71 mil 524 pesos anuales. Por su parte, cada hombre realizó este tipo de trabajos por un equivalente de 28 mil 831 pesos.

¿Sabías que para el momento en el que cumpliste 15 años, alguien había dedicado más de 55 mil horas a la atención de tus necesidades? Esto equivale a cerca de mil 387 semanas laborales completas o alrededor de 27 años cotizados en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de acuerdo con cifras de Data Cívica. De ahí la importancia de reconocer esta labor realizada principalmente por niñas, adolescentes y mujeres.

Y es que este trabajo no remunerado realizado por mujeres se traduce en el 27.6 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), por lo que debe entenderse como un tema prioritario en la agenda social, económica y política a nivel nacional y regional, destaca la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Mujeres.

Fotografía: Twitter @Berenjenaka

Tan importante es el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que forma parte del Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número cinco de la ONU, que de manera explícita en su meta 5.4 propone: “Reconocer y valorar las labores de cuidados y el trabajo no remunerado mediante la promoción de servicios públicos, provisión de infraestructuras, formulación de políticas de protección social, y la promoción de la responsabilidad COMPARTIDA en el hogar y la familia”.

Pero los gobiernos poco se han preocupado por dejar de cargar las responsabilidades del hogar y cuidados a las mujeres, tanto así que 2025, la situación en México podría agravarse de acuerdo con ONU Mujeres.

Según un análisis de dicho organismo, para 2025, la población de adultas y adultos mayores de 60 años ascenderá a 17 millones de personas en nuestro país. Esto equivaldría a un 13 por ciento de la población total, la cual requerirá de cuidados especiales propios de su edad. A esto se sumará la cantidad de personas que seguirán desarrollando secuelas tras haberse contagiado de Covid-19. En este panorama, el gobierno mexicano continúa sin invertir presupuesto suficiente para un Sistema Nacional de Cuidados.

Entonces, podemos concluir que no es obligación de las mujeres dedicar gran parte de su vida a las labores de cuidados y domésticas, tampoco debería existir la «ayuda», pues distintos actores sociales, tanto familias como gobierno, tienen la responsabilidad de que este trabajo sea redistribuido y atendido como una política pública que permita a las mujeres mayores oportunidades de educación, trabajo y libertad de tiempo. 

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