Inicio Serendipia Mujeres curanderas y sus saberes ancestrales contras las tristezas: una resistencia desde la naturaleza

Mujeres curanderas y sus saberes ancestrales contras las tristezas: una resistencia desde la naturaleza

Por Diana Hernández Gómez
Fotografía: Wikimedia Commons

Desde hace siglos, las civilizaciones antiguas han recurrido a la herbolaria como fuente de sanación física, mental y emocional. No obstante, en la actualidad, la medicina alópata ha establecido una jerarquía y ha invisibilizado dicha alternativa. Esto, a pesar de un sin fin de efectos adversos reportados en varios tratamientos, entre ellos, aquellos dirigidos a tratar padecimientos como la depresión y la ansiedad.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, actualmente, cerca de 322 millones de personas tienen depresión (una enfermedad que frecuentemente llega acompañada de ansiedad o ataques de pánico). Esto representa un aumento del 18 por ciento respecto a las cifras de 2012. Y no es para menos: la violencia creciente en países como México, la crisis por el cambio climático y las desigualdades sociales pintan un panorama complejo, sobre todo para las generaciones más jóvenes.

Quienes tienen la posibilidad de buscar un tratamiento ante los síntomas depresivos y ansiosos desencadenados por estos y otros problemas suelen ser medicados con fármacos específicos. Es cierto que esos medicamentos son altamente efectivos al momento de contrarrestar la depresión y la ansiedad; quien aquí escribe ha tomado largos tratamientos que lo comprueban. No obstante, no han sido trayectos fáciles por la cantidad de efectos secundarios que los antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos suelen desencadenar.

Sanar una parte para enfermar otra

De acuerdo con la Clínica Mayo, la mayoría de los antidepresivos suelen tener efectos secundarios similares. Entre ellos se encuentran las náuseas, pérdidas o aumentos de peso y de apetito y boca seca. Normalmente, estos efectos se presentan en las primeras semanas de tratamiento, pero hay quienes los experimentan por periodos más largos.

También hay otros efectos que pueden extenderse más allá de las primeras dosis, como los cambios en el ritmo cardiaco y en los ciclos hormonales, la falta de apetito sexual y diversos episodios de ansiedad, ideación suicida e insomnio. Y padecerlos, como se puede imaginar, no es nada sencillo. 

En mi caso, la toma de uno de los fármacos alópatas ha contrarrestado el insomnio provocado por los antidepresivos matutinos. Sin embargo —y esto es algo que nunca creí decir— dormir mucho se está convirtiendo en un problema. Y es que, precisamente, uno de los efectos adversos de este fármaco es la somnolencia, una somnolencia pesada que hace que despertar sea mucho más difícil y tardado de lo normal. 

“Cada quien habla como le va en la feria”, dicen por ahí. Si bien la quetiapina me ha ayudado con el insomnio, los episodios de ansiedad y la pérdida de apetito sexual persisten. Además, al ser procesados por el hígado y los riñones, estos fármacos comienzan a provocar dolencias en esas partes de mi cuerpo.

Pero el punto no es demonizar los tratamientos psiquiátricos. Finalmente, éstos pueden salvar vidas en el sentido literal de la expresión. Y, al final, el cuidado de nuestro cerebro vale el esfuerzo. Sin embargo, tomarlos implica ser conscientes (pero, sobre todo, padecientes) de los efectos que pueden producir.

¿Qué alternativas hay para tratar la depresión?

“Todos somos energía al fin y al cabo”, afirma Andrea Monserrat Girón Guichar. Ella es licenciada y terapeuta en comunicación humana y, desde hace varios años, se hace cargo de un pequeño local de herbolaria medicinal ubicado en la Magdalena Contreras, una alcaldía localizada al sur de la Ciudad de México. Este local consiste un cuarto con un mostrador de piedra y varios estantes colocados alrededor. En ellos hay frascos color ámbar y veladoras de diferentes tamaños, todos envueltos en una atmósfera cálida con olor a incienso y flores secas.

Este negocio familiar fue fundado por su padre hace más de 50 años. El señor Andrés Girón comenzó vendiendo tés medicinales, aunque después extendió sus conocimientos para poder sanar a través de lo espiritual. Tiempo después, Andrea se unió a él y comenzó a asistir a un templo donde le enseñan cómo puede sanar la parte física y espiritual de la gente.

Andrea Monserrat Girón Guichar. CIMACFoto: Diana Hernández Gómez

A lo largo de los años, Girón Guichar ha atendido a todo tipo de pacientes con todo tipo de padecimientos, incluyendo también “depresiones, nostalgias y tristezas”. En estos casos, el tratamiento que ofrece está enfocado en aliviar el sistema nervioso para disminuir los niveles de irritabilidad, ansiedad y las sensaciones de pánico y alerta constante, así como el insomnio y las pesadillas.

Para ello, Andrea suele recetar el té de 12 flores. Esta bebida contiene flor de tila, gordolobo, toronjil, flor de salvia y de limón, entre otras hierbas, todas ellas conocidas por su efecto relajante que actúa directamente en el sistema nervioso. Además de este té, la terapeuta también receta otras hierbas a sus pacientes como la flor de manita y de azahar por sus efectos sedantes.

Sin embargo, tal como sucede con los tratamientos psiquiátricos, el efecto de los tés no es inmediato. Según explicó Andrea Girón a Cimacnoticias, los efectos sanadores de las plantas comienzan a percibirse entre 2 y 3 meses después de haber empezado el tratamiento. “Si sales de un episodio fuerte de ansiedad tampoco vas a ver resultados de la noche a la mañana”, advierte la especialista.

Además de hierbas y tés, Andrea Girón también trabaja con gotas y jarabes fabricados con extractos de hierbas. CIMACFoto: Diana Hernández Gómez

Una herencia de generación en generación

Los tratamientos prescritos por Andrea Girón Guichar y por su padre no surgieron de la nada: detrás de ellos hay tradiciones milenarias bien documentadas por expertas como María Emilia Carretero Accame, quien es profesora titular del Departamento de Farmacología de la Facultad de Farmacia, en la Universidad Complutense de Madrid.

En sus estudios, Carretero Accame ha abordado el uso de plantas como la adormidera y la belladona para calmar los nervios. Estas plantas fueron usadas por los sumerios y los asirios durante el tercer milenio antes de Cristo. Más adelante, en el siglo VI, los griegos recurrieron al cocimiento de cebada y a la hierba hipérico para aliviar los síntomas de lo que ahora conocemos como depresión.

Hay muchas otras plantas utilizadas con el mismo fin, tales como la centella asiática (que puede consumirse para las prácticas de meditación y que actúa en el tejido nervioso) y la acacia de Constantinopla, empleada por los antiguos chinos como sedante y antiinflamatorio. Pero, incluso desde milenios pasados, los remedios ingeridos no eran lo único que se recetaba para lidiar con problemas psicoemocionales.

CIMACFoto: Diana Hernández Gómez

Los griegos, por ejemplo, complementaban la cebada y el hipérico con ejercicios de gimnasia y con música. Los egipcios también recurrían a la música y al baile como medios para sanar el espíritu. De igual forma, solían dormir al interior de los templos para pedir la ayuda de las divinidades y sentir el efecto relajante de su quietud y silencio de acuerdo con María Emilia Carretero.

“Yo siempre he dicho que aquí hay tres eslabones importantes: la mente, el cuerpo y la energía. Si uno se descompone, entonces todo lo demás pierde el equilibrio”, afirma Andrea Girón Guichar. De ahí que ella también aconseje a sus pacientes salir a caminar y hacer otras actividades físicas y espirituales como parte de su recuperación.

“Cuando uno se vuelve fuerte de mente recupera el espíritu, se eleva la energía y el cuerpo se recupera”, dice Andrea. No obstante, como terapeuta, sabe que esto puede ser complicado y que detrás de la recuperación en procesos de depresión suele haber muchos factores entrelazados. Entre ellos, el componente emocional y psicológico es sumamente importante.

Resistir desde la naturaleza

Se ha dicho que nuestro estómago es nuestro segundo cerebro por la conexión que existe entre ambos y el sistema nervioso. En este sentido, no es raro que una persona con muchas angustias y pesares emocionales tenga problemas crónicos de gastritis, los cuales podrían solucionarse atendiendo la parte emocional y no centrándose únicamente en lo físico.

Por ello, tal como apunta Andrea Girón, es importante explorar nuestras enfermedades más allá de la parte fisiológica. Desentrañar nuestras emociones (con ayuda profesional si es necesario) puede ayudarnos a sanar nuestro espíritu y, con ello, fortalecernos físicamente. 

Para los casos de depresión severa, acatar estos consejos no es tan sencillo. Por eso, tanto para este tipo de pacientes como para otras personas en general, Andrea Girón Guichar NO recomienda abandonar otros tipos de tratamientos médicos que ya se estén consumiendo. Estos tratamientos no se ven alterados con alternativas herbolarias, por lo que se puede recurrir a ambas, pero siempre con asesoría de especialistas médicos y terapeutas como Andrea. 

A ella, sus conocimientos de anatomía, fisiología y patología le dan un plus para comprender y trabajar con el poder de la herbolaria. Aunque este poder ha sido demeritado en favor del conocimiento científico occidental, recurrir a él nos ayuda a ver que hay tratamientos más amables con nuestros cuerpos. Por otro lado, profundizar en su uso tal como han hecho Andrea y su familia nos recuerda que no somos solo cuerpo: nuestra parte espiritual también necesita ser atendida en medio de la convulsión del mundo. Y regresar a la naturaleza es, también, una forma de resistir a esa turbulencia.

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