Ciudad de México.- Xochimilco, una de las zonas turísticas más famosas de la CDMX, está experimentando un proceso de urbanización acelerada desde hace tiempo. Esto ha desencadenado diferentes violencias contra las mujeres del territorio. Sin embargo, lejos de intimidarse por la situación, ellas han decidido organizarse y actuar para sanar un tejido social dañado por el capitalismo y la explotación cultural.
Ana González Pérez y Angélica S. habitan Xochimilco desde hace muchos años. Ellas han ofrecido su testimonio a Cimacnoticias acerca de cómo es vivir en un Xochimilco donde, por ejemplo, las costumbres originarias en las chinampas conviven con eventos privados de empresas como Netflix o proyectos culturales como Chefs Semilla.
Pero no solo interactúan con turistas locales o extranjeros: también, con las violencias emanadas de los modos de convivencia de estos actores ajenos a las comunidades. Pero, frente a lo negativo de estas consecuencias (condensadas en casos individuales como el de María Vergara), ellas y sus compañeras de la colectiva Xochimilcas Disidentes han decidido accionar y no sólo reaccionar en busca de una vida libre de violencia y en contacto con el territorio que habitan.
Ellas trabajan para fortalecer el tejido social de Xochimilco en medio de este contexto de cambio acelerado y turbulento. A través de actividades culturales, proponen modos de existencia y convivencia alternativos a la violencia que acarrea la mancha urbana.
¿Cómo nacen las Xochimilcas Disidentes?
Minerva H. Trejo, Angélica S., Ana González Pérez y Valeria H. se conocieron cuando la comunidad en Xochimilco se organizó para frenar la construcción del centro comercial Plaza Terrazas Arenal, la cual comenzó en 2013. Casi a la par, diversos pueblos de la alcaldía emprendieron una búsqueda por adoptar sus propios modos de autogobierno.
Fue en este contexto que las cuatro empezaron a trabajar juntas, pero tras el sismo del 19 de septiembre de 2017 su organización se cimentó y adoptaron el nombre de Xochimilcas Disidentes. Actualmente se han transformado un poco: Valeria H. salió de la colectiva, pero recientemente ingresó la artista y tallerista Carla E. Palacios Morales.
Minerva es curadora, artista y productora; Angélica es psicóloga educativa, y Ana, por su parte, es gestora cultural y artista. Tras los daños ocasionados por el temblor de 2017, se coordinaron y decidieron contribuir a la reconstrucción brindando contención a la población infantil y juvenil de Xochimilco que lo necesitara.
Además de esto, las xochimilcas también organizaron acopios y acompañaron los procesos legales de la población, y ofrecieron seguimiento psicológico a las y los habitantes de su pueblo. Su lema, de acuerdo con su sitio de internet, es “Construimos en colectivo”. Y eso es precisamente lo que continúan haciendo.
Estas cuatro mujeres y las redes con las que han conectado a lo largo de su trayectoria perciben el territorio de Xochimilco desde su relación con sus recursos naturales pero, también, con los entramados comunitarios que se forjan alrededor de éstos. En estos entramados, además de cuestiones políticas, también se entretejen afectos desde los cuales se va construyendo la comunidad.
“Para mí, el hecho de que pertenezcas a un pueblo te arraiga a la tierra: te hace responsable de tu comunidad, te hace responsable de la vida misma: del agua, de cómo consumes, qué consumes… y es una decisión completamente consciente y afectiva hacia un proceso de renovación dentro del sistema capitalista heteropatriarcal”.
Minerva H. Trejo
Todos estos elementos han generado dinámicas de vida muy específicas en Xochimilco, tal como sucede en otras zonas de la CDMX como Tláhuac, Milpa Alta y La Magdalena Contreras. Desde la perspectiva de Angélica, las mujeres comprenden y reproducen estas dinámicas de forma particular debido a la labor históricamente asignada de gestionar aspectos como la educación, la salud y la alimentación de la familia.
En el caso específico del territorio xochimilca, estas dinámicas se han visto interrumpidas por la construcción de obras como la Plaza Terrazas Arenal, edificios inmobiliarios y, por citar un caso muy específico, la renta de chinampas para la realización de eventos privados. Con la alteración de estos modos de vida, además, también se transforman las rutinas de las mujeres y los actores sociales de las comunidades, y pueden surgir las violencias en sus esferas sociales.
De ahí que, para Xochimilcas Disidentes, sea tan importante la regeneración del tejido social: a través de ella se puede resistir a la intromisión modos de existencia violentamente capitalistas y afianzar las raíces culturales que las mantienen unidas a su entorno de forma sustentable, afectiva y amorosa.
Su trabajo en la esfera cultural
Las Xochimilcas Disidentes se definen como “una colectiva de colectivas”, y es que cada una de ellas tiene trabajos y proyectos independientes. Sin embargo, conjuntan sus saberes para dar lugar a diversas actividades culturales.
Una de estas actividades es el círculo de mujeres que se realiza mensualmente. Ese es un espacio gestionado desde la formación profesional de Angélica para la regulación emocional y el manejo de etapas complicadas como el duelo y el cierre de ciclos, entre otras cosas. El objetivo de estos encuentros es trata de reivindicar los espacios de seguridad desde la perspectiva feminista y hacer del buen trato una política que puede transformar nuestros modos de convivencia.
La iniciativa de estos encuentros se nutre con los saberes de herbolaria de Ana Pérez, quien se dedica al diseño de huertos tradicionales y a conocer y utilizar las plantas como medicina tradicional. Además, una vez al mes, las Xochimilcas realizan la Mercadita Tlalmanalli, donde las mujeres en general pueden promocionar sus proyectos autogestivos (que van desde la venta de tortillas hechas a mano hasta materiales editoriales) e intercambiar saberes, productos y experiencias con otras emprendedoras.
De igual manera, como parte de la reapropiación y el cuidado del territorio, las miembras de Xochimilcas Disidentes participan activamente en la brigada de reforestación Amoxoaque, otra iniciativa comunitaria que lleva a cabo diferentes actividades en la zona. Y, además de estas actividades culturales, se mantienen al tanto de los procesos políticos de Xochimilco, los cuales están encabezados por la Coordinación de Pueblos, Barrios Originarios y Colonias de Xochimilco.
Esta participación activa las ha llevado a generar protocolos ante los riesgos que implica defender su territorio frente a un sistema urbano inmenso y violento. Un sistema que, como bien reconoce Minerva, quizá no se pueda derrumbar por completo; pero recordemos que lo personal es político, y que cada aporte hecho desde nuestra esfera más pequeña es un paso importante para defender la vida.
“Sabemos que nos podemos cambiarnos a nosotras, y sabemos que si empezamos desde nosotras y generamos esta comunidad de lucha afectiva, respetuosa y de buen trato, pues por lo menos ya cambiamos nuestro mundo”.
Minerva H. Trejo
Los centros comerciales y las inmobiliarias que están invadiendo diversas zonas de la ciudad han abierto paso a un Xochimilco donde hay escasez de agua hasta por tres semanas, constantes manifestaciones de las y los habitantes ante el despojo de tierras y muchas violencias más. Sin embargo, detrás de ese Xochimilco está el rostro de quienes resisten y proponen; quienes, como Carla, Angélica, Minerva y Ana, habitan desde el afecto y construyen una colectividad respetuosa con las raíces de esta ciudad.
