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Los mitos del Amor

Por Lucía Lagunes Huerta

Lejos del mito de que el amor es etéreo y que se siente en el corazón, eso que llamamos amor, es concreto, es un concepto que se ha construido socialmente y que ha tenido variaciones a lo largo de la histórica, en sus formas, pero, no necesariamente en el fondo, un concepto que aprendimos mujeres y hombres a sentirlo, a manifestarlo y a vivirlo con efectos muy distinto para cada uno.

Es tan fuerte el papel que juega eso llamado amor que, en el ámbito del mercado y el consumo, el martes pasado generó en un día en nuestro país una derrama económica de 25 mil millones de pesos; que es el doble del presupuesto anual que tiene la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (11 mil millones de pesos).

Si lo comparamos con los 122 millones de pesos que destina este año el gobierno mexicano para la construcción de centros de justicia y su equipamiento; eso que llamamos amor mueve 200 veces más dinero que el gobierno mexicano para la justicia de las mujeres.

De ese tamaño es el músculo del amor, tal vez por eso se dice que es la fuerza que mueve a la humanidad.

Se le ha cubierto de tanto misterio el amor que prácticamente es intocable, lo cual ha impedido que lo pongamos en la mesa para desentrañar todo lo que encierra.

Se le llama amor a la renuncia que hacemos las mujeres de nosotras en primera persona cuando somos madres. Por amor, dicen, tenemos que anteponer el bienestar de nuestras hijas e hijos antes que las nuestras, es tal esta concepción que cuando corre peligro la vida de la madre en el embarazo es más fácil que se prefiera que ella muera si existe la mínima posibilidad de que el producto sea viable.

Será posible desarrollar un amor de madre sin que dejemos de ser personas, individuas con una vida propia. 

¿Por qué? las madres tenemos que renunciar por amor a ser nosotras y los padres no.

Amor también se le dice cuando un hombre mata a su novia, ex novia, esposa, ex esposa, amante ex amante, bajo ideas falsas como crímenes pasionales, la humanidad tendría que prohibir justificar un crimen en nombre del amor. 

Mantener intocado lo que llamamos amor ha permitido que en su nombre se hagan atrocidades.

Es necesario que toquemos el amor, que lo coloquemos en la mesa para diseccionarlo, para reconocerlo como un contrato social que se realiza en condiciones de desigualdad entre mujeres y hombres, entre la niñez y la adultez, entre la juventud y la vejez, y muchas otras formas que permiten la imposición de unos sobre otras.

Bajo el misterio del amor se han desarrollado las ideas de la media naranja haciendo creer, a las mujeres que no es suficiente ser una misma, por lo cual es necesario que otro venga a terminar de construir la vida que nosotras mismas, nos han dicho, no podemos hacer.

Esa mentira ha llevado a muchas mujeres a pagar un costo muy alto lleno de dolor y angustia.

La renuncia de nuestra independencia, autonomía y libertad es el costo que se ha dicho tenemos que pagar las mujeres por el amor.

Recordemos a tita, la hija menor en la novela Como Agua para Chocolate, quien nos revela este acuerdo tácito de la época donde la hija menor, era la responsable de quedarse al servicio de su madre y padre en la vejez, por lo tanto, tenía impedido enamorarse, mucho menos casarse, porque su mayor amor eran sus padres, por lo cual ella renunciaba a sí misma.

El amor a Dios es otro de los mitos, donde las monjas renuncian a todo y se casan con Dios, ellas sí se casan y los sacerdotes no, ellos quedan solteros, porque no necesitan ser completados por nadie.

El amor ha sido usado para maltratar a la niñez, un ejemplo brutal es la noticia reciente sobre los sacerdotes portugueses quienes abusaron de 5 mil menores de edad donde otra vez se usa el amor para dañar. 

En el siglo XXI habría que modernizar eso que llamamos amor para que nadie renuncie, mate o humille a nadie en nombre del amor, para que nadie domine y oprima a nadie en su nombre. Empezar a cuestionar lo que hasta ahora llamamos amor es un primer paso.

Vivir plenamente, con respeto, de igual a igual, donde el amor deje ser abstracto y se convierta en un terreno concreto, en el cual los seres humanos y humanas establezcan sus reglas al amar, basadas en el respeto y la dignidad de las personas, sería lo que tendríamos que aspirar para que, en nombre del amor, podamos construir nuevas formas de amar donde seamos libres y plenas.

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