Ciudad de México.- Las mujeres que dan a luz es común que sean sometidas a una episiotomía, una incisión quirúrgica para facilitar la expulsión del bebé, volviendo de esta práctica un procedimiento rutinario por varios años; sin embargo, el realizarla de forma recurrente y sin justificación médica se ha convertido en una práctica de la mutilación genital femenina.
De acuerdo con la ginecóloga Jazmín Jasso en entrevista para Cimacnoticias, la episiotomía es un procedimiento obstétrico en el que se realiza una incisión quirúrgica en el periné femenino, un área entre la vulva y el ano que comprende piel, plano muscular y mucosa vaginal, que busca ensanchar la abertura vaginal y facilitar el nacimiento del bebé.
La palabra «episiotomía» esta derivada de «episeión» que significa pubis y «temno» que se traduce a cortar dando como resultado: cortar pubis. Es a Sir Fielding Ould, un científico irlandés, a quien se le atribuye la técnica nacida en 1742 y publicada en su texto: «Teatro de partería en tres partes». Después, en el siglo XIX fue estudiada por Michaelis, Tranier y Crede y en el siglo XX se popularizó gracias a Lee y Pomeroy, todos hombres.
Posteriormente, la episiotomía se estandarizó en la obstetricia con el argumento de que las mujeres podría tener desgarros en el tejido perineal durante el parto, siendo este procedimiento beneficioso para intervenir consecuencias en su salud femenina y del bebé.
Además, se consideró que era fundamental para proteger el piso pélvico limitando el daño de los músculos vaginales o que era capaz de aliviar la presión sobre la cabeza del feto, según mencionó el articulo «Nombrando la episiotomía de rutina por lo que es: mutilación genital femenina. Aportes conceptuales desde experiencias de parto en Chile» de Michelle Sadler.
La aplicación de la episiotomía se extendió gracias a que la atención médica del parto comenzó a institucionalizarse y profesionalizarse desde una visión en la que se consideraba al cuerpo femenino «débil» o «defectuoso». Por ello, la aplicación de tratamientos o procedimientos solían ser intrusivos.
La episiotomía instaló la idea de que acortar el trabajo de parto era beneficiosos convirtiéndose en una medida rutinaria provocando en el cuerpo de las mujeres dolor, hinchazón, infección en la zona, desgarro vaginal, riesgo de dañar el esfinter, afectación en la vida sexual de las mujeres (dispareunia; sequedad vaginal; y disminución del deseo sexual, excitación u orgasmo).

Actualmente, la Organización Mundial de la Salud (OMS) no recomienda su uso, ya que no se han encontrado evidencia científica de que sea un procedimiento beneficioso para las mujeres y sus bebés. Además, se concluyó que su uso rutinario no ha sido justificado. En cambio, se aconseja como opciones la realización de masajes perineales, compresas tibias y protección activa del perineo.
Y más allá de los efectos secundarios negativos que provoca en las mujeres, se trata de una forma de mutilación genital, la cual es definida como todo tipo de procedimientos que consisten en la resección parcial o total de los genitales externos femeninos, así como lesiones a órganos genitales por motivos no médicos.
La OMS explica que no brinda ningún beneficio, sino por el contrario, puede ocasionar hemorragias, problemas urinarios, dificultades menstruales, infecciones, complicaciones en el parto y riesgo de mortalidad neonatal.
La mutilación genital femenina es el reflejo de la desigualdad en el mundo arraigada al sexo y constituye una forma de discriminación donde basta nacer mujer para ser objeto de dicha práctica. Además, viola los derechos humanos como la salud, seguridad e integridad física, a no ser sometido a torturas y tratos crueles, y a la vida cuando termina en la muerte de la mujer.
Los principales motivos por los que la mutilación genital femenina continua activa es gracias a factores socioculturales relacionados con la familia y las comunidades. Por ejemplo, considerarla parte de la crianza de las niñas para la vida adulta o el matrimonio, control de la sexualidad y cuidado de la «virginidad», o impulsada por la religión.
Aún mas alarmante es su medicalización, donde el personal de salud las practican sobre la creencia de que no existen riesgos o complicaciones, que con la medicalización se podría hacer «de manera segura», porque forman parte de la misma comunidad que la perpetúan o gracias a incentivos económicos.

Respecto a la episiotomía, se tiene registro de que algunos países se ha normalizado. Por ejemplo, comúnmente se realiza en el 90% de los partos de países de ingresos medios y bajos. Entre 1996 y 2012, se encontró que la episiotomía se realizó en el 62.5% de las madres primerizas, en Europa al 30% y en países Latinoamericanos al 90%.
Aunque en México no existe un registro oficial, el estudio «Frecuencia de episiotomías en un hospital de tercer nivel» en el que se comparó dos periodos de tiempo, el primero de 2008 a 2012 y el segundo de 2013 a 2018, y se identificó una disminución pasando de 42,3% a 32.8%.
Sin embargo, surge una duda: ¿en qué momento las mujeres se dan por enteradas de qué serán sometidas a una episiotomía? De acuerdo con Jazmín Jasso, generalmente ocurre en el consentimiento que firma cuando es admitida en una institución de salud donde el personal médico debe explicárselo detalladamente y con claridad.
De acuerdo con el artículo ‘Consentimiento informado en la presentación de servicios de salud’ de Claudia Patricia Orellana Robalino, el consentimiento informado es fundamental para el principio de autonomía, el cual permite a las mujeres a tomar decisiones libres y conscientes sobre su vida, en este caso su salud. Esta medida permite a los pacientes aceptar o rechazar tratamientos médicos con base en información clara, suficiente y comprensible.
También explica que debe existir un respeto entre médico y paciente para evitar la instrumentalización de las mujeres, quienes históricamente han enfrentado prácticas médicas invasivas en sus cuerpos y salud reproductiva. Por lo que, el consentimiento informado, no solo les da la posibilidad de tomar control sobre su cuerpo, sino exigir un trato digno y ético en el sistema sanitario.
Sin embargo, en realidad los derechos de las mujeres sobre sus cuerpos son vulnerados. Son sometidas a procedimientos médicos en contextos donde su consentimiento es tomado como una formalidad o es ignorado. Ejemplo de esto son los casos de esterilizaciones forzadas en mujeres que viven en comunidades marginadas y que enfrentan barreras sociales.
A lo largo de los años, muchas mujeres han denunciado que fueron sometidas a una episiotomía sin su consentimiento, más allá de firmar un documento es la aplicación obligatoria e innecesaria lo que la hace nociva y agresiva para las mujeres.