Ciudad de México.- “Amo y solo amo al sexo femenino», era la bandera que portaba con orgullo Anne Lister, quien se caracterizó por ser feminista, industrial y terrateniente inglesa pionera del siglo XIX. Es considerada como la primera mujer lesbiana que vivió su sexualidad abiertamente y en el marco del Día Internacional contra la Discriminación por Orientación Sexual e Identidad de Género, te contamos su historia.
Anne Lister nació en 1791 en Halifax, Inglaterra. Fue la hija mayor de seis hermanos integrados por cuatro hombres y dos mujeres, pero con el tiempo, solo sobrevivió ella y su hermana menor. Sus padres fueron el militar Jeremy Lister y Rebeca Butler. Aunque el linaje de la familia era considerado de clase alta, la realidad la familia atravesaba por dificultades económicas.
Desde pequeña estudiaban desde su casa, pero a los siete años la enviaron a un colegio privado. Al notar que no seguía las normas convencionales como ser femenina, su madre la inscribió en un internado para mujeres donde pasó cuatro años de su vida. Las instructoras del lugar temían que Anne Lister influyera en otras chicas, pues tenía comportamientos considerados «rebeldes», por lo que la confinaron en un dormitorio en el ático lejos del resto.
En el aislamiento comenzó a escribir sus pensamientos en un diario y más tarde, registró sus encuentros amorosos con otras mujeres, siendo que su primera relación fue Eliza Raine, una compañera del internado. En sus diarios, Anne relata sus aventuras amorosas, desde sus encuentros hasta los detalles de su vida privada como su gran amor Marianna Belcombe, quien terminó casándose con un hombre.
Esto era normal en la época, pues históricamente las convenciones sociales han dictaminado relaciones heterosexuales donde no hay cabida para las identidades sexuales como “homosexual” o “lesbiana”, menos cuando se trataba de mujeres. De acuerdo con Anna Clark y su artículo ‘La construcción de la identidad lésbica de Anne Lister’, anteriormente el estudio en la sexualidad solo se hablaba de la sodomía, terminó empleado para referirse a prácticas sexuales percibidas como «controversiales» desde un punto de vista bíblico.
Muchos historiadores invisibilizaron que las mujeres del siglo XVIII y principios del XIX podían percibirse a si mismas como lesbianas, solo porque el término no era manejado. Por el contrario, las relaciones entre mujeres eran vistas como «amistades apasionadas» en donde existía un vínculo profundo, afectivo y romántico, pero no sexual; por lo que era posible ver que podían besarse, abrazarse e intercambiar cartas amorosas sin que ello fuera percibido como una transgresión moral o sexual.
Para Anna Clark, el caso de Anne Lister desafiaba este modelo tradicional, pues no solo tenía amistades apasionadas, sino que sus relaciones estaban marcadas por la intensidad emocional y una conciencia clara del deseo sexual. Sus diarios, describían sus relaciones íntimas con mujeres usando un sistema de códigos inventados por ella misma (mezcló el álgebra, los signos de puntuación, signos del zodiaco, el griego y el latín).

Al final logró escribir cerca de 4 millones de palabras, más de 7 mil páginas organizadas en 24 volúmenes y 2 cuadernillos en más de tres décadas que describen cómo eran las relaciones lésbicas sexuales que muchos pensaban que no existían. Particularmente, en el caso de Anne Lister sus diarios fueron una herramienta de autodefinición en donde muestra que estaba consciente de su orientación y la consideraba parte central de su identidad, aunque nunca empleo el término «lesbiana», si afirmó que amaba el sexo femenino.
Otra parte importante de la vida de Anne Lister fue su deseo de aprender todo los que un hombre sí tenía derecho de acceder. Comenzó por estudiar de forma autodidacta el griego, latín, hebreo y francés, así como las matemáticas, anatomía, filosofía logrando tener armas intelectuales. Su otra pasión fueron los viajes como una forma de escape y ver con sus propios ojos sobre los lugares que alguna vez leyó.
En los diarios de Anne Lister también se exhibe que su aspecto poco femenino en el que usaba ropa gruesa de color negro, sombrero y botas, era motivo de burla, incluso la nombraban «Gentleman Jack» como un insulto. En 1823 escribió: «conozco mi propio corazón y conozco a los hombres. No estoy hecha como cualquier otra persona que haya visto. Me atrevo a creer que soy diferente a cualquiera» evidenciando que ella siempre se mostraba de forma genuina.
En 1826 heredó su antigua casa Shipden Hall, en West Yorkshire, que había pertenecido al linaje Lister por más de 200 años y por primera vez se la quedó una mujer de la familia; por lo que tuvo que aprender a ser una buena negociadora y gestionar sus propiedades, más tarde logró expandir sus negocios en nuevas industrias haciendo crecer las finanzas de su familia.

A los 41 años de edad volvió a enamorarse de otra mujer llamada Anne Walker quien también era adinerada y soltera formalizando su relación en 1834 e intercambiando sus testamentos convirtiéndose en herederas vitalicias de sus bienes. Como el casamiento entre mujeres no estaba permitido, juraron su amor sobre la Biblia, intercambiaron anillos y consagraron su unión al recibir la comunión en la Iglesia de la Santísima Trinidad.
En 1890, Anne Lister falleció a los 49 años de edad por la picadura de un mosquito que le provocó fiebre aguda en uno de sus viajes al norte de Europa. A su esposa, Anne Walker le tomó ocho meses traer el cuerpo de regreso a Reino Unido para enterrarlo en la parroquia de Halifax en West Yorkshire y ante la perdida, fue ingresada a un sanatorio por su familia.
Antes de abandonar Shipden Hall, Anne Walker logró salvar los diarios de su esposa, pero pasaron 150 años antes de que se revelara el contenido. Primero, formaron parte de los fondos bibliotecarios del Reino Unido y en 1983, estuvieron disponibles al completo gracias al descubrimiento de Elena Whitebread.
Hoy en día, existe una placa en su hombre en la iglesia de Holy Trinity, en York, como homenaje por su matrimonio simbólico.
En 2011, los diarios de Anne Lister son reconocidos como documentos históricos conservados por la UNESCO y en 2019 la plataforma MAX hizo una serie titulada «Gentleman Jack» coproducida con la BBC en donde muestran su historia.