Inicio AgendaLa importancia de la protección comunitaria para el bienestar psicosocial de las mujeres refugiadas

La importancia de la protección comunitaria para el bienestar psicosocial de las mujeres refugiadas


Hablar de personas refugiadas —y, específicamente, de mujeres refugiadas— implica mirar más allá de su llegada al país de destino. Implica reconocer todo el proceso que viven desde que se ven forzadas a dejar sus hogares, las razones que las obligan a huir, y los múltiples riesgos que enfrentan en el trayecto.

El tránsito forzado es largo y, en muchos casos, profundamente doloroso. En contextos como el de México, muchas personas migrantes y refugiadas han atravesado hasta ocho países, o más, antes de llegar. A lo largo del camino se enfrentan a violencias, abusos, estafas, explotación y condiciones precarias que afectan su integridad física y emocional. En el caso de las mujeres, estos riesgos se agravan en razón de género, lo que incrementa su vulnerabilidad. A esto se suman las restricciones cada vez más severas en las políticas migratorias y el debilitamiento de los sistemas de asilo.

Por todo ello, urge repensar la forma en que trabajamos por el bienestar psicosocial de quienes han sido forzadas a desplazarse. En este contexto, la protección comunitaria se vuelve una herramienta clave.

¿Qué es la protección comunitaria y por qué es importante?

La protección comunitaria promueve que las personas refugiadas —junto con actores humanitarios— identifiquen los riesgos a los que se enfrentan, exploren sus causas y consecuencias, y definan colectivamente estrategias de prevención y respuesta. Esta forma de protección no es solo un enfoque técnico, es un acto de empoderamiento. Reconoce a las personas refugiadas no como beneficiarias pasivas, sino como sujetas activas de derechos, capaces de participar en las decisiones que afectan su vida.

Cuando las mujeres refugiadas participan en procesos de protección y reconstrucción, no solo defienden sus derechos: también fortalecen su salud mental y su sentido de pertenencia. Según el Comité Permanente entre Organismos (IASC), las personas refugiadas involucradas activamente en estas respuestas tienen más esperanza y herramientas emocionales para enfrentar los desafíos de rehacer su vida, además de brindar apoyo a otras personas en situaciones similares.

Como sociedad, necesitamos dejar de ver a las personas refugiadas únicamente como receptoras de asistencia. Escuchar sus voces, validar sus experiencias y reconocer sus aportaciones puede transformar tanto a las comunidades de acogida como a las políticas públicas que las atienden.

El bienestar psicosocial no se limita a superar el trauma o aliviar la tristeza. También implica construir espacios donde las personas puedan sentirse seguras, útiles y valoradas. Donde sus hijas e hijos puedan retomar la escuela, donde las mujeres puedan alzar la voz y donde se consoliden redes comunitarias que sostengan, abracen y potencien.

Un ejemplo de esperanza y transformación

La historia de Rosemary Kariuki, una mujer refugiada keniana que reconstruyó su vida en Australia ilustra cómo el sentido de comunidad puede cambiarlo todo. Durante su primer año en el país, nadie le dirigía la palabra. En Navidad, decidió enviar tarjetas a sus vecinas y vecinos para romper el aislamiento. A partir de ese gesto, comenzaron a incluirla en sus vidas. Hoy, Rosemary trabaja con mujeres y niñas en la prevención de la violencia y la construcción de comunidad. En 2021 fue reconocida como “Heroína Local” por el gobierno australiano. En su discurso de aceptación dijo: “Abran las puertas a sus vecinos”.

Su historia nos recuerda que otra realidad es posible: una donde las personas refugiadas no sólo sobrevivan, sino también florezcan y contribuyan activamente a las sociedades que las acogen.

Porque nadie elige huir. “Nadie deja su hogar a no ser que su hogar sea la boca de un tiburón. Solo corres hacia la frontera cuando ves a toda la ciudad corriendo. Tienes que entender que nadie pone a sus hijos en un barco a no ser que el agua sea más segura que la tierra”, escribe Warsan Shire en su poema Home.

Esa es la realidad que viven millones de personas refugiadas. Frente a ello, la protección comunitaria y el cuidado del bienestar psicosocial no son solo respuestas necesarias: son también actos de justicia y humanidad.

También en Cimacnoticias

Este Web utiliza cookies propias y de terceros para ofrecerle una mejor experiencia y servicio. Al navegar o utilizar nuestros servicios el usuario acepta el uso que hacemos de las cookies. Sin embargo, el usuario tiene la opción de impedir la generación de cookies y la eliminación de las mismas mediante la selección de la correspondiente opción en su Navegador. En caso de bloquear el uso de cookies en su navegador es posible que algunos servicios o funcionalidades de la página Web no estén disponibles. Acepto Leer más