Ciudad de México.- “A veces necesito compresas y jabón más que comida”, declaró una joven palestina al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). En contextos de guerra como el que atraviesan las mujeres en Palestina, la gestión menstrual queda relegada al dolor y a la desesperación ante la falta de recursos para satisfacer las necesidades básicas que garanticen salud, protección, dignidad y derechos humanos.
La situación en tierra palestina se agrava para las mujeres, adolescentes y niñas, pues desde el 2 de marzo de 2025, Israel impuso un bloqueo total de la ayuda a Gaza, lo que ha provocado el agotamiento total de los suministros básicos como alimentos, agua y productos de higiene incluyendo compresas higiénicas para la gestión menstrual.
En Palestina, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), hay casi 700 mil mujeres y niñas que se enfrentan a una “emergencia silenciosa de higiene menstrual”, por lo que en medio de esta situación se ha imposibilitado la ayuda externa. En consecuencia, los kits de higiene menstrual que eran enviados se vieron frenados.
Ropa vieja, telas rasgadas o esponjas, a menudo reutilizándolas sin lavarlas adecuadamente, es con lo que cuentan las mujeres en gaza para sobrevivir durante su periodo. Ante la falta de apoyo externo, los precios de los pocos productos menstruales y sanitarios que quedan se han disparado, llegando a quintuplicar su coste antes de la guerra, lo que los pone fuera del alcance de la mayoría de la gente.
“Rompí mi única camisa en pedazos para que mis hijas pudieran usarlas en lugar de compresas”, dijo un padre de cuatro hijas, desplazado de Jabalia, en el norte de Gaza.
Hay que recordar que en la Franja de Gaza, miles de niñas y mujeres han resistido la ofensiva militar del Estado de Israel en territorio palestino. La actual escalada de violencia inició el 7 de octubre de 2023, cuando el grupo Hamas lanzó el ataque denominado Operación Inundación Al-Aqsa contra comunidades israelíes fronterizas, causando la muerte de mil 200 personas y el secuestro de 240 civiles, trasladados a la Franja de Gaza. En respuesta, el gobierno israelí declaró el estado de guerra y desató una ofensiva bélica masiva en esta zona.
Las operaciones militares desde octubre de 2023 han acabado con la vida de más 49 mil palestinos en Gaza, según cifras del Ministerio de Salud de Gaza, además de arrasar infraestructura civil incluyendo hospitales, escuelas, instituciones gubernamentales y de justicia. Este grado de destrucción afecta a las mujeres de una manera desproporcionada, y provoca un aumento de violencia contra ellas.
Además, 9 de cada 10 hogares enfrentan una grave escasez de agua, de acuerdo a la UFPA, por consiguiente, las mujeres y las niñas se ven obligadas a gestionar sus períodos sin agua potable, jabón e incluso privacidad. Esto ha generado que durante su ciclo menstrual se vean orilladas al aislamiento, ante el miedo y la ansiedad de no contar con los requerimientos básicos.
“Me vino la regla mientras estaba en un refugio abarrotado. Solo tenía una compresa, así que la envolví con papel higiénico para que me durara”, dijo una joven de Gaza. «No podía lavarme y el dolor era horrible. Me senté en silencio, llorando hasta el final del día” declaró una joven en anonimato a UNFP.
Algunas mujeres de Gaza han optado por reducir la ingesta de líquidos para evitar utilizar baños insalubres, pues se encuentran ante refugios super poblados y sin intimidad, la gestión de la menstruación se convierte en un riesgo en sí mismo. El no poder contar con productos de higiene, trae como consecuencia múltiples consecuencias a su salud como infecciones reproductivas y del tracto urinario que pueden derivar en complicaciones ginecológicas a largo plazo.
De acuerdo al medio qatarí Al Jazeera, algunas mujeres antes del bloqueo de Israel, habían optado por comenzar a tomar tabletas generalmente recetadas para afecciones como sangrado menstrual severo, endometriosis y períodos dolorosos para retrasar su menstruación, evitar la incomodidad y el dolor. Sin embargo, esto debe ser bajo supervisión médica, por lo que hay la posibilidad de enfrentar severas consecuencias a la salud.
Los efectos secundarios y sin supervisión del uso prolongado de este tipo de píldoras incluyen el sangrado vaginal irregular, náuseas, cambios en el ciclo menstrual, mareos y cambios de humor, según profesionales médicos; sin embargo las mujeres ante la desesperación preferían aceptar el riesgo, por lo que se espera que miles de mujeres en Gaza enfrenten graves afecciones a su salud, las cuales posiblemente no reciban tratamiento debido al colapso del sistema sanitario.
A esta problemática, se suma un profundo deterioro emocional. Niñas palestinas han expresado ante UNFPA sentimientos de vergüenza, ansiedad y desesperación:
“Cada vez que me viene la regla, desearía no ser una niña”, confesó una de ellas.
UNFPA ha llamado a integrar de forma urgente la salud menstrual en la respuesta humanitaria. Desde octubre de 2023, más de 300 mil mujeres y niñas recibieron toallas sanitarias para dos meses, y más de 12 mil madres recibieron kits posparto.
“La comida nos mantiene vivas, pero las compresas, el jabón y la privacidad nos permiten vivir con dignidad. Cuando recibimos kits de higiene, sentimos que por fin alguien nos ve. No solo protegen nuestra salud, sino también nuestra dignidad” , dijo una mujer en anonimato desplazada en Khan Younis.
Sin embargo, estos esfuerzos han sido insuficientes frente a la gravedad de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado de Israel, que ha despojado sistemáticamente de sus derechos más básicos a la población palestina, particularmente a las mujeres y niñas.
636 días de asedio y despojo de derechos
El conflicto tiene profundas raíces históricas y religiosas, vinculadas a la disputa territorial entre grupos de fe católica, judía y musulmana, lo que ha convertido a la región en un escenario de enfrentamientos recurrentes. Sin embargo, en medio de esta devastación, son las mujeres y niñas quienes enfrentan las consecuencias más cruentas de una guerra que parece no tener fin.
Aquellas que han intentado huir hacia otras zonas de Palestina enfrentan severas condiciones de deshidratación, desnutrición y enfermedades, ya que no tienen acceso a agua potable, atención médica ni baños. En los refugios improvisados, la violencia estructural se agrava con condiciones de pobreza extrema y la falta de recursos básicos para sobrevivir.
Además, muchas niñas y adolescentes han tenido que asumir el rol de cuidadoras de personas adultas mayores o familiares enfermos, expuestas a enfermedades sin la protección ni los medios necesarios para salvaguardar su salud. Este trabajo de cuidados forzado, en medio del conflicto, representa una carga desproporcionada sobre sus cuerpos e infancias.
70% de víctimas mortales en Gaza, eran mujeres. Efectos de la crisis humanitaria
En marzo del 2024, la agencia de noticias alemana ´Deutsche Welle´, reportó que se contabilizan más de 32 mil 500 personas muertas en la Franja de Gaza, y si se cruza la información con el reporte Alerta de género: el impacto de género en la crisis en Gaza, de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sabemos que el el 70 por ciento del total de esas víctimas mortales eran mujeres, niñas y niños.
Además, la hambruna que acecha Gaza incide especialmente en las mujeres y niñas, que tienden a ceder la comida disponible a otros miembros de su familia, y eso supone un riesgo vital para las mujeres embarazadas y las madres lactantes.
Abusos, violencia sexual y muerte, ha sido el destino de cientos de mujeres que viven en la Franja de Gaza, alerta ONU Mujeres, desde el inicio de la guerra en esa zona, la población civil de niñas y mujeres han sido la más vulneradas durante el recrudecimiento del conflicto, que lejos de cesar continúa avanzando en espiral ascendente. A lo largo del conflicto se han reportado abusos y violencia sexual hacia las mujeres, incluyendo una gran cantidad de bajas, en las que al menos dos madres mueren cada hora.
La organización aseguró que a la población de mujeres les resulta aún más difícil acceder a los suministros, servicios y recursos, un problema que se acentúa en familias encabezadas por ellas, quienes tienen que alimentar, proteger y mantener a sus familias por si solas sin un trabajo que les permita generar ingresos.
Muchas de ellas han perdido a sus esposos en el conflicto, perdiendo así al único sostén económico de la familia; si el número de mujeres que generaba ingresos en Gaza ya era pequeño antes de la crisis, esta cifra se ha reducido aún más en los últimos meses.
Por otra parte, de los 1.9 millones de personas desplazadas, cerca de 1 millón son mujeres y niñas, aunque hay muchas que se quedan en casa cuidando a miembros de su familia que, por su condición física o su avanzada edad, no pueden desplazarse.