Inicio AgendaConsolidarse como mujer ingeniera química en terreno masculinizado. Desafío STEM

Consolidarse como mujer ingeniera química en terreno masculinizado. Desafío STEM

Por Paola Piña

Ciudad de México.– Históricamente las mujeres han sido relegadas de las carreras STEM, siglas en inglés de Science, Technology, Engineering and Mathematics, es decir, Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas, espacios dominados por una lógica patriarcal que pone en duda su capacidad, restringe su acceso y las somete a múltiples formas de discriminación, no obstante hay mujeres que desafían las estadísticas y reescriben las reglas, una de ellas es Perla, ingeniera química de 24 años, quien desmanteló todos los cánones y las estructuras.

Perla compartió para Cimacnoticias, la resiliencia forjada tras un sistema que busca que desista; sin embargo, ella anhela un futuro distinto para las mujeres en la ingeniería, uno con mayor representación, oportunidades de liderazgo y ambientes seguros.

“Las mujeres tenemos las mismas capacidades para enfrentar cualquier reto. Me gustaría ver a las futuras ingenieras valientes, llenas de fuerza. Claro que podemos ser la cabeza de un grupo de hombres. Tenemos habilidades increíbles”.

Hernández pasó su infancia y parte de la adolescencia en Ciudad Nezahualcóyotl, un municipio del estado de México, localidad que colinda con la Ciudad de México y donde se ubica territorio de la periferia donde los recursos escasean y las oportunidades se acotan para la población, en especial para las niñas, adolescentes y mujeres pero también donde emergen movimientos de resistencia.

Esta mujer ingeniera química, ha vivido en esa zona del Edomex y desde hace algunos años se mudó al municipio de Chimalhuacán, donde sus padres emprenderían una pequeña tienda de abarrotes, la típica tienda de barrio, en la cual también ella junto con su hermano menor colaboran para su funcionamiento para solventar gastos de su hogar.

Es importante reconocer la dinámica social en Chimalhuacán y la tendencia que ofrece a las mujeres pobladoras del municipio para entender qué desafió Perla. Ahí, hay una población de 360 mil 622 mujeres quienes representan el 51.1%. La mayoría se dedica a ser despachadoras y dependientas de comercios, trabajadoras del hogar, a la venta ambulante, son ayudantes en la preparación de alimentos, cajeras, taquilleras, vendedoras por catálogo, profesoras de primaria, tienen puestos de comida, entre otras actividades, cuyos salarios oscilan entre los 2 mil 500 pesos y seis mil, esto de acuerdo con datos del Gobierno de México.

Es decir, Chimalhuacán le ofrecía una vida para emplearse en cualquiera de esos oficios, no obstante Perla decidió romper esas barreras y buscar un camino que no observaba en su comunidad: una carrera científica de ciencias exactas.

Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), quien egresa de carreras STEM están mejor pagados que otras áreas ($13,336 promedio al mes) y la brecha de ingresos entre hombres y mujeres es menor (por cada 100 pesos que gana un hombre en STEM, una mujer gana 82, a diferencia de 78 que gana en otras áreas).

Fue en ese mismo entorno donde decidió comenzar sus estudios universitarios, en el Tecnológico de Estudios Superiores de Chimalhuacán (TESCHI), lugar donde forjaría su carrera y transformaría su vida y la de su familia.

En México, la presencia de mujeres dentro de carreras STEM es aún muy baja. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), con base en datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), solo tres de cada diez profesionales en estas disciplinas son mujeres. Para alcanzar la matrícula masculina, se requeriría aumentar en un 71% la participación femenina, lo cual le tomaría a México al menos 37 años. Perla es parte de esa pequeña estadística, sin embargo, su historia remarca el porqué muchas no acceden a las ciencias o desisten con prontitud.

Su fascinación por los números nació desde muy pequeña, cuando observaba con admiración a su tío, quien tenía gran habilidad con las matemáticas. Fue en ese contexto donde germinó su curiosidad, aunque sería más adelante, durante la secundaria y la preparatoria, cuando su vocación se consolidó. Ahí conoció la química, una materia que para muchas y muchos resultaba aburrida, pero que para ella se convirtió en un reto lleno de diversión y disfrute. 

Sin embargo, antes de ingresar a la universidad, se enfrentó a un obstáculo: los ideales conservadores con los que había crecido comenzaron a jugar en su contra. En su familia, lo común era ver a las mujeres desempeñarse en áreas sociales. No tenía referentes femeninos en la ingeniería ni nadie que la impulsara a seguir un camino distinto. Los estereotipos que dictan que las ingenierías son “carreras para hombres” le generaban miedo, dudas y ansiedad. Tan convencida estaba de que no sería capaz, que estuvo a punto de estudiar la licenciatura en Administración.

El problema no empieza en la universidad, IMCO advierte que la falta de representación de mujeres en carreras científicas tiene raíces desde la infancia: estereotipos, normas de género, ambientes escolares excluyentes, escasez de modelos a seguir y una débil orientación vocacional son factores que desalientan a niñas y adolescentes a confiar en sus capacidades para las matemáticas y las ciencias.

Una vez dentro de la escuela superior, Perla no solo tuvo que lidiar con el rigor académico y la falta de recursos económicos , pues le negaron reiteradamente las becas que solicitó, sino también con comentarios misóginos por parte del profesorado.

“Cuando las compañeras empezaban a desertar, no faltaban los comentarios machistas: ‘Era de esperarse, si una mujer no aguanta una ingeniería; esta carrera es para hombres’, recuerda.

De acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), se revela que solo el 30% de las mujeres se gradúan en carreras STEM, lo que reduce la probabilidad de que opten por trabajos de alta productividad que ofrezcan mejores salarios. Esta situación contribuye a perpetuar la brecha salarial y limita su acceso a oportunidades laborales más competitivas.

Ante la falta de apoyo económico, convirtió su conocimiento en un recurso: ayudaba a compañeros con tareas escolares y realizaba trabajos informales para solventar sus gastos. Esta precariedad, sumada a las exigencias académicas, la llevaron al límite del estrés.

La doctora Segura Peralta, especialista en habitabilidad planetaria, dentro del informe «Perspectiva de género en la ciencia, una forma de erradicar las violencias» explica que para cerrar la brecha de género en ciencia y tecnología es fundamental incorporar la perspectiva de género, pero también atender las condiciones de vida de las estudiantes: si cuentan con vivienda, comida y cercanía a sus centros educativos. Sin eso, afirma, es casi imposible que desarrollen todo su potencial.

Espacios laborales

A los 19 años, Hernández tuvo su primera experiencia laboral. Fue entonces cuando entendió que, para las mujeres, el esfuerzo debe ser el doble. Las tareas que le asignaban solían ser más pesadas y complejas, mientras que a sus compañeros se les delegaban actividades básicas.

“Al principio no lo creía, pero después de pasar por cuatro empresas distintas, te das cuenta: definitivamente el esfuerzo que hace una mujer no es el mismo que el de un hombre”.

En ese mismo empleo, vivió una de las experiencias más duras de su vida: fue víctima de abuso sexual por parte de su jefe. “Me quedé en shock, no sabía cómo reaccionar. Por mi cabeza pasaron mil cosas. Era la primera vez que me pasaba algo así”.

Decidió dejar la empresa y tiempo después supo que no había sido la única víctima, otras mujeres ya habían pasado por lo mismo. Aunque una de ellas logró interponer una denuncia, Perla optó por no hacerlo por miedo a represalias.

Este tipo de violencia no es excepcional dentro de estas áreas. Según un estudio de la Organización de las Naciones Unidas realizado en 2022, una de cada dos mujeres científicas ha sufrido acoso sexual en su entorno laboral a nivel global. 

Además, en México 11 millones de mujeres han experimentado algún tipo de violencia en espacios laborales, de las cuales un millón 607 mil 40 quienes sufrieron violencia sexual, así lo reveló la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh-2021). 

La historia se repitió años después, en la tercera empresa donde trabajó. Todo parecía marchar bien hasta que, tras un cambio administrativo, llegó un nuevo jefe. Las actitudes incómodas no tardaron en aparecer.

“Hay situaciones que se te hacen muy difíciles de vivir y no sabes cómo actuar. Llegué a un punto de desesperación. Dije: ‘Ya no puedo más con esto’”, lamentó Hernández

Perla reportó lo ocurrido a las autoridades internas de la institución, pero sus denuncias fueron ignoradas. “Obviamente el organismo iba a cubrir a los suyos”, relató. Al presentar su renuncia, descubrió que al menos cinco compañeras más estaban abandonando la empresa por las mismas razones. “Me puse a investigar más y me di cuenta de que este señor ya tenía denuncias previas y hasta pliegos petitorios pidiendo su destitución en otros lugares donde había trabajado”, denuncia.

Pero tras cada situación Perla emprendió un nuevo comienzo. A pesar del miedo de quedarse sin trabajo, pronto encontró empleo en una distribuidora de fármacos, dentro del área de control de calidad. Hoy trabaja junto a otras mujeres químicas y, por primera vez, se siente en un ambiente laboral sano y motivada a continuar esforzándose para cumplir sus sueños, reveló que uno de ellos es poder tener su propia empresa. 


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