Ciudad de México.- La Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Asociación del Asia Meridional para la Cooperación Regional (SAARC), alertaron que para 2030 se calcula un alza de 18 millones de casos más de anemia, siendo esta una de las crisis sanitarias más silenciosas pero generalizadas de Asia Meridional, que afectara de forma desproporcionada a las mujeres y niñas más pobres de la región.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la anemia se presenta cuando el número de glóbulos rojos o la concentración de hemoglobina es inferior a lo normal, esto impide transportar suficiente oxígeno a los órganos y tejidos del cuerpo y puede causar fatiga, debilidad u otros síntomas más graves como mortalidad materna.
Es por ello que desde 2012, existe una deuda pendiente en torno a su erradicación. En la 65ª Asamblea Mundial de la Salud, realizada en Ginebra, se aprobó el Plan de Aplicación Integral sobre Nutrición de la Madre, el Lactante y el Niño Pequeño, el cual estableció seis metas globales, entre ellas reducir en un 50% los casos de anemia en mujeres en edad reproductiva para 2025.
Sin embargo, pese a que el plazo ya se ha cumplido, no se observan avances sustanciales que reflejen un trabajo coordinado y eficaz. El análisis de la ONU y la SAARC advierte que ya son 259 millones las mujeres y niñas que padecen esta enfermedad en el sur de Asia, lo que reduce su capacidad para realizar actividades cotidianas, contribuye a la fatiga crónica, impacta negativamente en los resultados maternos y limita su participación educativa y económica.
Actualmente, el 18.5% de las mujeres en edad reproductiva sufren anemia. Según la OMS, esto se debe principalmente a pérdidas menstruales abundantes, al aumento del volumen sanguíneo durante el embarazo y a la pérdida de sangre durante o después del parto, sobre todo en casos de hemorragia puerperal. La anemia durante la gestación se ha asociado con partos prematuros, bajo peso al nacer e incluso mortalidad materna.
Se estima que esta condición contribuye al 40% de los casos de bajo peso al nacer en el mundo y afecta el desarrollo y aprendizaje infantil, especialmente en contextos de pobreza extrema.
“Cuando la mitad de las adolescentes y mujeres del sur de Asia padecen anemia, no se trata solo de un problema de salud: es una señal de que los sistemas [de salud] les están fallando”, declaró Sanjay Wijesekera, director regional de Unicef.
El costo económico de esta enfermedad también es alarmante: se estima que la anemia le cuesta a la región 32 mil 500 millones de dólares anuales, perpetuando los ciclos de pobreza y mala salud. Sin embargo, es una condición prevenible y tratable mediante suplementos de hierro y ácido fólico, alimentación rica en nutrientes, control de infecciones, mejoras en saneamiento y fortalecimiento de los servicios de salud materna.
“Los jóvenes y las madres están en el centro de los objetivos de desarrollo de Asia Meridional. Garantizar su salud, alimentación y autonomía no es solo un imperativo moral, sino una inversión estratégica en el futuro de nuestras sociedades”, sostuvo el doctor Golam Sarwar, secretario general de la SAARC.
¿Cómo combatirla?
Aunque Asia Meridional es una de las regiones más afectadas, la anemia representa un desafío global. Según la OMS, más de 500 millones de mujeres de entre 15 y 49 años y 269 millones de niños y niñas de 6 a 59 meses padecen esta enfermedad en todo el mundo. En 2019, se reportó que el 30% de las mujeres no embarazadas (539 millones) y el 37% de las embarazadas (32 millones) en ese mismo rango de edad sufrían anemia.
La OMS recomienda diversas estrategias para prevenir y tratar la anemia en mujeres, especialmente en contextos con alta prevalencia. Entre ellas, destaca la administración diaria o intermitente de suplementos de hierro y ácido fólico en mujeres menstruantes y embarazadas, dependiendo del nivel de anemia en la población.
Durante el embarazo y el puerperio, estos suplementos reducen el riesgo de bajo peso al nacer, deficiencia de hierro y anemia materna. También se aconseja enriquecer alimentos básicos como arroz y harinas con micronutrientes, y garantizar el acceso a suplementos específicos en situaciones de emergencia, zonas endémicas de paludismo o en casos de tuberculosis activa. Además, se indica la importancia de una dieta rica en hierro biodisponible y de fomentar la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses, por sus beneficios nutricionales para madre e hijo
Algunos países han logrado avances importantes. Maldivas y Bután, por ejemplo, han apostado por la prevención temprana mediante la nutrición infantil, el enriquecimiento de alimentos y campañas de concientización. Además, han fortalecido la vigilancia de casos y fomentado la cooperación interministerial.
En el caso de Nepal, la prevalencia de anemia en mujeres en edad reproductiva se redujo en un 7%, con mejoras más significativas en zonas empobrecidas. Una de las estrategias clave ha sido la implementación de voluntarias de salud comunitaria, quienes brindan asesoría y canalizan a personas en situación de vulnerabilidad hacia servicios públicos.
Man Kumari Gurung, enfermera de salud pública en la provincia de Karnali, atribuye este avance a los esfuerzos impulsados por las propias comunidades:
“Las mujeres embarazadas reciben huevos, pollos y alimentos nutritivos a través de programas como Sutkeri Poshan Koseli (Regalo nutricional para nuevas madres)”, explicó. “Las subvenciones en efectivo también apoyan el transporte a hospitales, favoreciendo partos más seguros y una mejor nutrición”.