Ciudad de México.- Hoy da inicio la Conferencia Regional sobre la Mujer en América Latina y el Caribe en su edición número 16 la cual tendrá eventos programados durante toda la semana en la Ciudad de México quien recibirá a más de mil mujeres de. toda la región para tener al final de la semana un manifiesto político con miras a mejorar la vida de las mujeres, no obstante, todos los países que se reunirán están atravesando una una crisis de cuidados por la insuficiencia de personal, servicios e infraestructuras que los desempeñen; aceleramiento en el envejecimiento poblacional y los efectos del cambio climático para atender a quienes lo requieren, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
La organización insiste en la necesidad de implementar la sociedad de cuidados y alcanzar la igualdad de género haciendo un cambio en el paradigma como apostar por una sociedad de cuidados, es decir, la adaptación de medidas compatibles con las condiciones y posibilidades nacionales para tener en cuenta las necesidades de las personas trabajadoras con las responsabilidades familiares.
Para ello, la CEPAL señala que la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe es una oportunidad para que se concreten orientaciones sobre políticas estratégicas para avanzar en la sociedad de cuidados y sus diversos ámbitos como económicos, políticos, dígalo social, gobernanza e institucionales y el financiamiento para hacerlo realidad.
De acuerdo con el informe «La sociedad del cuidado: gobernanza, economía política y diálogo social para una transformación con igualdad de género» de la CEPAL, existe un aumento en la demanda de cuidados para personas mayores. Además, se proyecta que para 2050, en la región se duplique el número de personas mayores de 65 años que alcanzaran el 18.9% de la población total.
Esto se debe a que la región está iniciando procesos de envejecimiento que implica nuevas demandas y especificidades de los cuidados. Por ejemplo, hay un aceleramiento en el envejecimiento poblacional cambiando la tasa de esperanza de vida de 48.7 años a 75.9 años, mientras que la tasa de fecundidad de 5.8 a 1.8 hijas e hijos por mujer. De acuerdo a las proyecciones poblacionales, a partir de 2020 las unidades de cuidado por persona aumentaran de 2.1 en 2020 a casi 3 en 2100.
Sin embargo, debido a las desigualdades en la división social del trabajo, son mayoritariamente las mujeres quienes proveen cuidados de forma remunerada o no remunerada. Siguiendo los datos del informe, las mujeres de la región destinan entre el 12% y 24% de su tiempo en el trabajo no remunerado, mientras que los hombres solo proporcionan entre el 5% y 9% de su tiempo, lo que refiere a que las mujeres destinan el doble o triple de tiempo que sus homólogos.

Asimismo, el cuidado afecta desproporcionadamente a las mujeres en edades iniciales entre 15 y 24 años. Esto afecta su trayectoria educativa y laboral perpetuando los ciclos de desigualdad y generando dependencia económica que repercute en su autonomía. Por ejemplo, el 50% de los hombres jóvenes entre 15 y 19 años participan en el mercado frente al 33% de las mujeres. En consecuencia, el 16% del total de mujeres jóvenes se dedican al cuidado no remunerado en comparación al 1.6% de los hombres jóvenes.
Cuando la repartición del cuidado es remunerada, se suele asociar a las mujeres con estos trabajos. Actualmente, las mujeres ocupadas en la región se reparten en tres sectores principales: 9.3% en educación, 7.8% en salud y 10.3% en trabajos domésticos remunerados. La situación es diferente con los hombres con 2,2% en salud, el 3,1% en educación y el 0,7% en trabajo doméstico remunerado.

El trabajo doméstico remunerado registra los niveles más bajos dentro de la economía del cuidado y se presenta una brecha que favorece a los hombres, quienes generan mayores ingresos y laboran menos horas. De la misma manera, el abanico de actividades de las mujeres es más extenso, incluye: tareas del aseo, elaboración de alimentos y mantenimiento del hogar, cuidado de personas directas como el suministro de medicinas o la supervisión de infancias. Mientras que los hombres realizan actividades más especializadas, entre ellas, jardinería, conducción de vehículos y aseo de ciertos espacios.
La CEPAL encuentra tres dimensiones del cuidado: necesidad ante el aumento de demandas; un trabajo que puede o no ser remunerado y que constituye a la economía de cuidado; y un derecho que implica garantizar a cada persona en tres dimensiones (cuidad, recibir cuidado y ejercer el autocuidado).
Que el cuidado recaiga mayormente en las mujeres impide que puedan participar en igualdad de condiciones en el mercado laboral y lograr las diferentes metas en su vida personal. En este contexto, la CEPAL identificó tres trampas para el desarrollo de la región, que consisten en «la baja capacidad para crecer y transformar; alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social; y bajas capacidades institucionales y gobernanza poco efectiva para enfrentar los desafíos actuales del desarrollo».
Avances en el diseño e implementación de políticas del cuidado
Para la CEPAL se necesita implementar políticas de cuidado interseccionales que se encaminen a la corresponsabilidad social y de género desde una perspectiva de derechos humanos; reconocer, redistribuir y reducir el trabajo no remunerado y promover el empleo digno; así como garantizar el derecho al cuidado. Estas deben incluir políticas de cuidados, seguridad y protección social, educación, de salud, de movilidad humana, ambientales, de vivienda, transporte e infraestructura, de desarrollo productivo, discales y económicas, laborales y de igualdad de género.

Actualmente son 8 países quienes aprobaron por ley la creación de un Sistema Nacional de Cuidados: Uruguay, Chile, Argentina, Brasil, Costa Rica, México, Paraguay y Colombia. Este surge como una respuesta directa a la desigual distribución del trabajo doméstico y de cuidados entre hombres y mujeres.
Se traduce a un conjunto de políticas encaminadas a concretar una nueva organización social con la finalidad de cuidad, asistir y apoyar a quien lo requiere; y reconocer, reducir y redistribuir el trabajo de cuidados, desde una perspectiva de derechos humanos, de género, interseccional e intercultural.
Asimismo, sobre las licencias para cuidar, que constituyen permisos especiales para quienes deban atender a familiares con dependencia funcional, se sabe que solo 5 países otorgan 18 semanas para las licencias de maternidad y 17 alcanzan las 14 semanas mínimas establecidas en la recomendación 191 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Respecto a las licencias de paternidad, la situación es precaria, pues 11 países tienen licencias remuneradas de menos de 10 días y solo 5 ofrecen entre 10 y 15 días y 2 países proporcionan solo 2 días.


Respecto al otorgamiento de recursos y prestaciones, la mayoría de los países de la región no cuentan con los suficientes para cubrir las necesidades básicas como requerimientos específicos para el cuidado en el hogar.
Ahora, la proporción de mujeres de 65 años y más con ingresos propios que se encuentra por debajo de la línea de pobreza y no reciben ningún tipo de pensión alcanzan los 70.3% y quienes sí reciben pensión son 42.6%. Por lo que, para la CEPAL, las políticas de protección social deben complementarse con intervenciones que atiendan los requerimientos de cuidados y no generen sobre endeudamiento.
La infraestructura para el cuidado constituye otro elemento fundamental para reducir la carga de trabajo de cuidados. En América Latina y el Caribe existe un déficit de servicios básicos como agua, saneamiento y electricidad que incrementa el tiempo que las mujeres dedican al trabajo no remunerado. Por ejemplo, el 17% de la población de la región vive en asentamientos informales, en Haití el 51% de la población vive en esas condiciones y el Ecuador la situación es del 45%.
De esta manera, son 7 países que mencionan la incorporación de criterios de corresponsabilidad social y de género en el diseño de sus políticas; 23 países tienen mediciones oficiales sobre el uso del tiempo y 18 países reportan indicadores sobre trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.