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Trabajo de cuidados, la otra cara del postparto

Por Wendy Rayón Garay

Ciudad de México.- El postparto para las mujeres suele ser una etapa que plantea diversos desafíos para las mujeres que recién comienzan a maternar, una vez concluido el embarazo y tener a su bebé a su cargo, ellas enfrentan cambios drásticos que les impiden sostener la vida como habitualmente la conocían, por eso es necesario poner en el centro del debate el trabajo de cuidados que desempeñan durante esta etapa de vida, la cual desempeñan de forma exhaustiva, para propiciar un entorno más cercano y humanizado que les permita transitarla de la mejor forma posible.

El puerperio es la etapa que comienza una mujer inmediatamente después del nacimiento. Suele decirse que tiene una duración de 40 días, aunque puede extenderse por meses e incluso hasta un año. En ese período retroceden los cambios que se produjeron durante el embarazo. Existe un puerperio inmediato que se produce en las primeras 24 a 48 horas inmeditatas luego del parto, en los que las mujeres puérperas experimentarán grandes cambios tanto a nivel físico como emocional. Sea cual sea la etapa del puerperio en que la mujer se encuentre, requerirá apoyo especial de su entorno más cercano. UNICEF

En entrevista para Cimacnoticias, Brisa Armenta, sexóloga de la organización Psicobienestar y Sexualidad Integral, declaró que una mujer atraviesa diferentes cambios en su cuerpo desde que comienza su embarazo e incluso después de este. Por ejemplo, los órganos se mueven de lugar para dar espacio al crecimiento del feto y este mismo hace presión en la zona pélvica causando incontinencia urinaria.

Para Armenta, no se debe perder de vista los aspectos psicológicos y emocionales cuando una mujer se convierte en madre, ya que debe adaptarse a nuevos roles que le son otorgados es sociedades patriarcales, uno de ellos es el trabajo de cuidado que recaen en las mujeres al considerar que es algo inherente a su género. Debido al trabajo que implica cuidar y alimentar a un recién nacido, pueden presentar falta de sueño y cansancio que influye en su deseo sexual.

Datos de la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) 2022 mostraron que en México hay 58.3 millones de personas susceptibles de recibir cuidados en los hogares. Entre ellos, la población infantil entre 0 a 5 años representó el porcentaje más alto de cobertura de cuidados llegando a conformar el 99%; pero también se encuentran personas con discapacidad o dependientes, infancias y personas adultas mayores. 

No obstante, son las mujeres de 15 años en adelante quienes mayormente se dedican a esta tarea conformando el 75.1% de personas cuidadoras. Además, ellas atienden principalmente a niñas y niños, así como se hacen cargo de los cuidados del hogar. De las mujeres que proporcionan cuidados, el 39.1% afirmó tener cansancio; 31.7% disminuyó su tiempo de sueño; 22.7% sintió irritabilidad; 16.3 sintió depresión y el 12.7% vio afectada su salud física. 

Algunas mujeres también tienen un empleo remunerado que balancean con el trabajo de cuidados. La encuesta reveló que la tasa de participación de las mujeres económicamente activas que brindan cuidados es de 56.3%. Además, personas de entre 15 a 60 años, el 42.7% estuvieron en desacuerdo con llevar a las infancias a una guardería o estancia infantil y el 50.6% manifestó no estar de acuerdo con dejar a las personas mayores a una institución para su cuidado. Esta situación muestra una negativa de delegar el trabajo de cuidados a terceros.

Por otro lado, la auto imagen de las mujeres en el posparto también se coloca como un factor esencial y tampoco se sienten cómodas por cómo lucen causando síntomas de inflamación e inseguridad en ellas: «Es como una serie de sensaciones, dicen algunas pacientes, como si te hubiera atropellado un carro y entonces es como un poco de todo», mencionó Brisa Armenta.

Por lo tanto, para que el cuerpo se reconfigure a su estado anterior necesita tiempo de reposo. Esto aplica especialmente cuando atravesaron por procesos de cirugía como una cesárea, llevándola a no forzar su cuerpo hasta que pueda cicatrizar completamente, ya que en el proceso se abren varias capas de la piel y en promedio se estiman 2 años para que pueda cicatrizar al interior.

A los cambios fisiológicos se suman los bajos niveles de libido que les provoca no querer tener relaciones sexuales. Los motivos de que esto ocurra pueden ser debido a síntomas psicológicos, baja calidad de relación, estrés, agotamiento o sensación de experiencia negativa del parto como daño perineal. Otro factor importante es la lactancia materna debido a que suprime la ovulación y la menstruación, según establece el artículo.

En el posparto tardío, a partir de los 40 días después de dar a luz, algunas mujeres llegan a experimentar bajo libido sexual como producto de cambios anatómicos, fisiológicos, psicológicos y sociales propios de esta etapa, sin embargo algunas se enfrentan a presión de sus parejas para retomar la actividad sexual, lo que en algunos casos puede derivar en situaciones de coerción.

De acuerdo con el articulo «Conflicto sexual sobre sexo ¿Una consecuencia subestimada del parto?» en algunas sociedades son los hombres quienes desean tener familias numerosas y este factor es determinante en los conflictos sexuales de pareja durante el posparto. A esto se suma que por lo general ellos presentan un libido más alto que ellas en esta etapa, por lo que, suelen presionar o forzar a sus parejas para que suceda el acto sexual en esta etapa, un fenómeno que es invisibilizado y difícilmente nombrado como violencia sexual.

Las consecuencias no de cumplir con la cuarentena

De acuerdo con Brisa Armenta el periodo en promedio de espera antes de llevar a cabo un acto coital completo es entre 4 a 6 semanas en lo que se recupera el cuerpo físicamente. De no esperar a que el cuerpo descanse, las mujeres pueden experimentar desgarre vaginal, abertura del cuello uterino y sangrado posparto (sangre, tejido uterino, moco y otros restos del útero).

Asimismo, la vagina también puede presentar sequedad por los cambios hormonales dados del parto, por lo que no pueden lubricar y si se lleva a cabo el acto sexual con penetración puede provocar laceraciones o rozaduras. Esto no es cómodo para las mujeres e incluso algunas deben usar lubricantes cuando retoman la actividad sexual para ayudar al cuerpo.

El suelo pélvico también se encuentra débil después del parto e incluso el personal médico llega a recomendar ejercicios para ayudar a recuperar el tono muscular de la vagina, ya que se encuentra lastimada por el peso que tuvo que cargar durante el embarazo, pero también por aquellas mujeres que parieron vía vaginal, de lo contrario las madres pueden perder la capacidad de sostener esfínteres.

En adherencia, los tejidos genitales también se encuentran sensibles o inflamados después del parto y esto puede durar varias semanas. Esta situación provoca que durante una penetración existe presencia de dolor e inflamación.

Por esta razón, Brisa apuntó que es necesario que las mujeres identifiquen si se sienten listas física y mentalmente para retomar la actividad sexual fuera de una situación de coerción o presión por parte de sus parejas, el cual puede derivar en varias violencias y terminar en una situación grave de emergencia médica.

Para evitar estas situaciones, la sexóloga recomienda mantener una comunicación abierta entre parejas sobre cómo se sienten y cuáles son sus deseos y necesidades para que la relación se nutra.

Retomar la relación sexual de forma segura

En caso de que ambos quieran retomar la relación sexual, existen formas más seguras para obtener placer sin que exista una penetración, ya que el erotismo no solo se consigue a través de los genitales u órganos sexuales.

Una vez que se comience con las penetraciones se debe tener en cuenta que la mujer no estará completamente lista, por lo que no podrá realizar posiciones sexuales con facilidad. Regularmente se debe empezar con posiciones donde ella no haga mucho esfuerzo o que el hombre no aplique mucha fuerza, de lo contrario puede provocar que las mujeres ya no quieran tener contacto sexual por miedo a sentir dolor.


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