Ciudad de México.- Los feminismos son plurales, diversos y en su lucha por colocar a las mujeres en el centro, es necesario reconocer una de las principales corrientes: las gerofeministas, quienes constituyen uno de los principales movimientos disruptores ante los esquemas patriarcales impuestos, ellas rompen con el estricto estándar de aceptación y belleza impuesto a través de la juventud, dan el contrasentido al edadismo y consolidan derechos para un grupo de la población el cual de manera general pasa desapercibido.
Ellas, la corriente llamada gerofeminista busca visibilizar las problemáticas y realidades de las mujeres mayores fomentando la creación de políticas públicas gerontológicas desde una perspectiva de derechos en pro de una sociedad más equitativa.
Por eso, Agnieszka Bozanic Leal, presidenta de la Fundación GeroActivismo, sostuvo que este feminismo nace como contraposición de las ideologias “viejistas machistas” que excluyen y discriminan a las mujeres no solo por su género sino también por su edad, excluyéndolas de diversos ámbitos: políticos, económicos, sociales, etc.
Bozanic Leal, explica que esta ideología se sustenta en la pérdida de funciones reproductivas que tradicionalmente sostienen la identidad femenina y tras la llegada de la menopausia, socialmente se percibe que las mujeres pierden su valor, consolidando una visión patriarcal que las invisibiliza.
Incluso, indica que este «viejismo machista» se ha internalizado entre las propias mujeres, quienes, a través de normas sociales patriarcales, han incorporado ideales inconscientes que buscan perpetuar prácticas que normalizan el rechazo hacia el envejecimiento femenino.
Sin embargo, estas problemáticas permanecen invisibilizadas, incluso dentro de los mismos movimientos feministas. La especialista señala que los feminismos actuales se “centran en el cuerpo fértil”, generando una ausencia de las demandas de las mujeres mayores dentro del movimiento.
“Las mujeres feministas han envejecido. Este silencio de la vejez dentro de los feminismos es una violencia simbólica. Es un síntoma de nuestra sociedad patriarcal”, afirma Bozanic.
Ante ello, Bozarnik propone 5 claves gerofeministas, que busca poner nombre, voz y cuerpo a una resistencia que lleva siglos existiendo, pero que ha sido invisibilizado, excluido y no se le ha dado el valor esencial que poseen
Clave 1: Memoria y resistencia
Nombrar es reconocer. Y reconocer es existir
Las mujeres mayores han sostenido históricamente los movimientos sociales sin recibir reconocimiento alguno, desempeñan un papel ancestral en las luchas por la justicia y la igualdad, pero su contribución ha sido sistemáticamente invisibilizada, no solo las mujeres han sido borradas de los relatos históricos, sino que las mujeres adultas mayores han sido aún más excluidas, condenadas al silencio dentro de la memoria colectiva.
En distintos rincones del mundo, son muchos los ejemplos que evidencian su papel protagónico. Desde las lideresas de Villaverde, en España, hasta las Matriarcas Australes de Punta Arenas, Chile, o la Revolución de las Viejas en Argentina, estas mujeres demuestran que el activismo y la resistencia no tienen edad.
Clave 2: Saberes de la vejez
“El gerofeminismo se encarna en los saberes cotidianos. Los saberes cotidianos sostienen la vida”.
Reconocer la inteligencia y el conocimiento acumulados por las mujeres mayores es esencial, pues ellas son teoría viva, portadoras de saberes de resistencia, cuidado y supervivencia construidos a partir de la experiencia. En sus prácticas cotidianas encarnan una ciudadanía activa desde la memoria, abriendo caminos para repensar otras epistemologías del cuidado, del tiempo y de la participación.
No obstante, estos conocimientos populares suelen ser desestimados o incluso eliminados bajo el argumento de supuestos sustentos científicos que les intentan restar valor. Por ello, urge impulsar la creación de conocimiento feminista no solo sobre la vejez, sino desde la vejez.
Incluir sus voces permite fortalecer el movimiento feminista en su conjunto, integrando perspectivas diversas que emergen de trayectorias vitales marcadas por distintos contextos sociales, culturales y políticos.
Clave 3: Participación social y liderazgo
“Participar es resistir. Resistir es transformar”.
Las mujeres mayores no solo son memoria viva, sino también lideresas activas que ejercen un rol fundamental como agentes de cambio en sus comunidades. Desde sus propios espacios, defienden territorios, saberes y vínculos sociales, practicando una política cotidiana basada en la resistencia y en la protección de lo común.
Esta forma de hacer política, más cercana y comunitaria, no solo fortalece su autoestima y sentido de pertenencia, sino que además desafía los estigmas que asocian la vejez femenina con la pasividad. Frente a una sociedad que insiste en excluirlas del ámbito público, las mujeres mayores demuestran que la participación política no tiene límite de edad.
Clave 4: Comunicación y representación sin vejismos
“Ser vistas y pensadas en narrativas alternativas.”
Los medios de comunicación continúan representando a la vejez femenina como un símbolo de fragilidad o dependencia, reforzando discursos que determinan quién puede aparecer y bajo qué condiciones. Estas narrativas no solo distorsionan la realidad, sino que también perpetúan la exclusión simbólica de las mujeres mayores.
Por ello desde el gerefemnismo se insta aconstruir representaciones distintas, que dignifiquen su imagen, pues los medios construyen al crear realidades, puede ser una herramienta de liberación o de violencia: cuando la vejez se narra desde el patriarcado, se jerarquiza y se invisibiliza; cuando se hace desde el feminismo, se reconoce y se emancipa.
Sin embargo, se advierte que visibilizar a las mujeres mayores no implica idealizarlas, sino mostrar su realidad con dignidad y reconociendo las problemáticas que enfrentan día con día ante el abandono institucional.
Clave 5: Políticas públicas gerofeministas
Hoy en día prevalecen políticas asistenciales y biomédicas dirigidas a las personas mayores, muchas veces bajo una visión caritativa que las concibe como sujetos pasivos. Desde el gerofeminismo, se propone un cambio de paradigma: adoptar un enfoque que reconozca a las mujeres mayores como sujetas de derechos, con autonomía y plena capacidad de participación.
“La vejez debe ser entendida como una categoría política. Reconocerla en las agendas públicas implica ampliar la ciudadanía y redefinir la justicia social.
Las políticas gerofeministas deben reconocer las intersecciones entre género, edad, clase, ruralidad, diversidad funcional y otros ejes de desigualdad. Asimismo, deben incorporar la voz de las mujeres mayores en todas las etapas, desde el diseño hasta la evaluación de los programas, y garantizar su participación vinculante en la toma de decisiones, ya que solo así será posible construir políticas verdaderamente transformadoras, que restituyan su lugar en la sociedad.
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