Ciudad de México.- En México el cáncer de mama (CaMa) es la principal causa de muerte para las mujeres por tumores malignos y a pesar de contar con esta información el Estado mexicano continúa dilatando su acción en favor de la mexicanas porque la detección oportuna sigue siendo lenta; existe falta de personal, escasez de tamizajes y limitaciones de presupuesto, lo que provoca que la mortalidad continúe en aumento.
Estas cifras podrían disminuir drásticamente; sin embargo, Cynthia Villarreal Garza especialista en medicina interna y oncología médica, quien además cuenta con una alta especialidad encáncer de mama (CaMa), alertó que en México aún estamos muy lejos de alcanzar lo recomendado en materia de tamizaje. Explicó que, en países de primer mundo, se considera un sistema eficaz aquel que logra que al menos el 70% de las candidatas acceda a una mamografía en el tiempo recomendado. Sin embargo en nuestro país solamente el 27.4% de mujeres de 50-69 años se realizan este estudio.
La especialista subraya que esta situación se debe, en gran medida, a una problemática de infraestructura. Actualmente, México cuenta apenas con 10 mamógrafos por cada millón de habitantes y con tan solo 260 radiólogas y radiólogos especializados exclusivamente en patología mamaria. Estos factores, advierte, representan una barrera considerable para lograr programas de tamizaje exitosos, pues dificultan tanto el acceso como la interpretación de los estudios.
Además, tras la identificación de una anormalidad mamaria, el intervalo promedio hasta el inicio del tratamiento es de alrededor de 5 meses. La doctora señala que este retraso resulta realmente catastrófico, ya que en ese lapso la enfermedad puede avanzar a etapas más complejas y con menores probabilidades de éxito.
Lo más preocupante es que esta situación no ha mostrado avances con el paso del tiempo. Durante 10 años, entre 2007 y 2016, a través del programa del Seguro Popular, no se observaron cambios significativos en la etapa clínica en la que se detectaba el cáncer.
De acuerdo con la especialista, la mayoría de las pacientes continuaban llegando en etapa 4, cuando lo ideal sería que se identificara en la etapa 1, donde las posibilidades de sobrevivir son mucho más altas.
La falta de tratamiento en el tiempo oportuno también se atribuye al desconocimiento de muchos médicos de primer nivel. En numerosos casos, no saben identificar signos sugestivos de un posible cáncer de mama (CaMa) y, en consecuencia, no activan de manera adecuada las rutas de atención que permitirían priorizar a las pacientes.
A esta problemática se suma el desconocimiento de la población acerca de las rutas de atención especializada que deben seguirse. Con frecuencia, las pacientes, los médicos e incluso los equipos de salud desconocen a qué institución acudir o dónde referir a una paciente con sospecha de cáncer.
Asimismo, no se prioriza a las pacientes que tienen ya un riesgo. Por ello, indicó, necesitan identificar inmediatamente pacientes que ya cuentan con síntomas, para que sean colocadas en primera línea de atención y no como última prioridad.
De acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en 2023 se registraron 7 mil 992 muertes por cáncer de mama en la población de 20 años y más. Dentro de ese universo, el grupo de mujeres de 60 a 74 años concentró 2 mil 598 defunciones. La tendencia muestra que, a medida que aumenta la edad, también lo hace la tasa de mortalidad: por cada 100 mil mujeres de 85 años y más, se produjeron 85.7 defunciones, lo cual refleja un impacto cada vez más severo en los grupos de mayor edad.
Según esta misma fuente, el cáncer de mama (CaMa) afecta en mayor medida a las mujeres del norte que del sur del país. Entre las entidades federativas, Sonora registró la tasa más elevada con 27.5 por cada 100 mil mujeres, seguida por Chihuahua con 25.2. En contraste, las tasas más bajas se ubicaron en Campeche, con 9.9, y Guerrero, con 11.0.
Programas de detección sin presupuesto
Frente a este panorama, la médica especialista Cynthia Villarreal Garza junto con la Asociación de Médicos Investigadores en la Lucha contra el Cáncer de Mama, creó el programa Alerta Rosa, diseñado como un sistema de navegación para superar las barreras de atención y disminuir el retraso en el diagnóstico de cáncer de mama (CaMa) en Nuevo León.
El funcionamiento de este programa es sencillo pero innovador. Cuando una persona detectaba un problema, una masa o un síntoma sospechoso, podía activar una alerta mediante una llamada telefónica, un mensaje de Facebook o un WhatsApp.
La alerta era recibida por una navegadora en un centro telefónico, registraban el caso y a partir de ahí, guiaba a la paciente en todo el proceso: programaba la consulta médica, orientaba sobre la realización de mamografía o ultrasonido si era necesario y ofrecía seguimiento cercano para asegurarse de que la paciente avanzara en el camino correcto.
Una vez que se confirmaba un diagnóstico de sospecha o de cáncer, la navegadora no soltaba a la paciente hasta asegurarse de que llegara a la atención médica adecuada. El programa contaba con convenios establecidos en diferentes instituciones y centros de diagnóstico, lo que garantizaba estudios de calidad en lugares accesibles.
Los resultados de Alerta Rosa fueron contundentes. Tan solo en un año, de enero a diciembre de 2017 se registraron 656 alertas activadas, de las cuales se estableció que 446 necesitaban evaluaciones médicas, y el 70% de esas evaluaciones se concretaron en consulta.
Como resultado de este proceso, se detectaron 22 casos de cáncer de mama (CaMa), la mayoría en etapas 1 o 2. Este resultado cumplía con el objetivo principal del programa: reducir los tiempos de atención y lograr diagnósticos en etapas tempranas.
El impacto fue tan positivo que Alerta Rosa fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en dos ocasiones como una iniciativa ejemplar en la reducción de los tiempos al diagnóstico. Sin embargo, a pesar de su éxito, el programa cerró en 2022 por diversos motivos: la falta de recursos económicos para sostener a las navegadoras, la ausencia de presupuesto para campañas de difusión y la carencia de personal para liderar, administrar y dar seguimiento al sistema.
Pese a haber demostrado que era posible superar las barreras de atención y salvar vidas con un modelo innovador, la falta de financiamiento y de voluntad institucional impidieron que continuara operando. Hoy, frente al incremento de muertes por esta enfermedad, la ausencia de este tipo de programas se vuelve aún más evidente y preocupante.
