Ciudad de México.- Tras su paso por Jamaica, el huracán Melissa se convirtió en categoría 5 en la escala de Saffir Simpson siendo este su punto más fuerte y aunque al pasar por Cuba y Haití, en este último territorio dejó afectaciones en servicios de pediatría y maternidad de acuerdo con Organización Panamericana de la Salud (OPS).
De acuerdo con la Organización Mundial Meteorológica, el huracán Melissa es la tormenta más peligrosa y fuerte en lo que va del año que surge dentro de una temporada de huracanes con un impacto relativamente bajo. Pese a bajar de categoría, el hecho de que transite lentamente —seis kilómetros por hora, pero con vientos de hasta 295 kilómetros por hora— en el Caribe empeora el impacto de las lluvias en los países que conforman esta zona geográfica. Su incremento de categoría no es un hecho aislado ni menor, sino consecuencia del cambio climático gracias al calentamiento de los océanos.
De acuerdo con ONU Mujeres, los riesgos de desastres naturales en América Latina y el Caribe van en aumento. Entre 1998 y 2017 se registraron mil 786 eventos en la región, de las cuales el 93% fueron originadas por el cambio climático dando como resultado 312 mil muertes. Debido a las alteraciones en la temperatura mundial, son los territorios cercanos a las costas los que enfrentan mayores probabilidades de verse afectados por desastres naturales.
La misma organización indicó que el 80% de las personas refugiadas por cambios climáticos son mujeres, entre ellas, quienes se encuentran más vulnerables son las niñas indígenas y afrodescendientes, adultas mayores, mujeres migrantes y quienes viven con alguna discapacidad. En contextos de emergencia y desastres, todas las desigualdades existentes se agudizan, lo que incluye las existentes entre mujeres y hombres.
Siguiendo los informes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Jamaica se dio la alerta del huracán el pasado 23 de octubre y al día siguiente, el primer ministro Andrew Holness emitió una orden para declarar al país como zona amenazada. Con corte del 28 de octubre, se reportaron 3 hombres muertos y 12 personas heridas, además, no se reportaron desapariciones o afectaciones importantes en centros sanitarios.
Sin embargo, los hospitales públicos funcionan solo para servicios de emergencia y la ocupación de camas rebasa el 100% de su capacidad en al menos tres hospitales. Por otro lado, existe un riesgo de transmisión de enfermedades respiratorias transmitidas por alimentos y agua. Por ejemplo, se reportó que una niña de cinco años se enfermó de fiebre con sarpullido en uno de los 900 refugios que se habilitaron en toda la isla.
La agencia EFE informó que, alrededor de 240 mil jamaicanas y jamaicanos no cuentan con energía eléctrica, hay 6 mil personas refugiadas y se prevé el desplazamiento de 50 mil personas, así como un estimado de un millón de habitantes afectados. Además, Melissa es el segundo huracán de categoría 5 que afecta la zona, ya que el primero fue Dorian cuando impactó en el noroeste de las Bahamas o cuando Beryl impactó Jamaica siendo de categoría 4 en 2024.
La situación también es grave para Haití, ya que el primer reporte de la OPS señaló que, hasta el corte del 26 de octubre, hubo al menos 3 muertes en Sud-Est y Puerto Príncipe, aunque la cifra ya ascendió a 20 de acuerdo con la agencia de noticias AP. La OPS informó que no se encontraron daños en centros de salud, sí se detectó afectaciones en servicios de pediatría y maternidad debido a filtraciones de agua a través de los techos, por lo que se están esperando restablecer estos servicios en otras áreas de hospitales para garantizar la atención.
La llegada de Melissa en Haití sucede en medio de una violencia generalizada por parte de grupos criminales unidos en la coalición «Viv Ansanm» (Viviendo Juntos en Creole) quienes han paralizado el país afectando la prestación de servicios públicos (gas, electricidad, agua, saneamiento, atención médica, educación y transporte). Entre sus actividades, han causado una arremetida contra las mujeres, donde las niñas son víctimas de reclutamiento, violencia sexual, secuestros, homicidios y lesiones como arma de guerra.
Haití ha enfrentado varios desastres naturales. El 12 de enero de 2010, aconteció un terremoto de 7.0 en la escala de Richter que asoló el país con 200 mil personas muertas y provocando el desplazamiento de dos millones de habitantes. El sismo causó daños severos en la capital y fue un golpe en la económica e infraestructura del país, el cual ya era muy vulnerable.
Melissa entró por Cuba siendo de categoría 2, pero registrando vientos de hasta 160 kilómetros por hora. Aun se esperan intensas lluvias e inundaciones en zonas como Granma, Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín y Las Tunas, de acuerdo con un boletín del Centro Nacional de Huracanes (NHC en inglés). Por otro lado, se encontró al menos tres personas fallecidas en Black River, municipio de Saint Elizabeth.
Anteriormente, Cuba ya enfrentaba una crisis prolongada de apagones masivos con cortes de energía en gran territorio del país. Tan solo el pasado 21 de octubre, ocurrió uno de los mayores apagones generalizados que se une a los otros cinco apagones masivos registrados en lo que va del 2025. Esto se debe a obsoletas centrales termoeléctricas y la falta de divisas para importar combustible.
Hasta el momento, el Centro Nacional de Huracanes y Centro de Huracanes del Pacífico Central advirtieron que se espera repercusiones del huracán Melissa en Cuba oriental con marea de tormenta, inundaciones repentinas, deslizamiento de tierra y vientos dañinos. En las Bahamas, Islas Turcas y Caicos se presentarán marejada de tormenta y lluvias fuertes. Desde Haití y República Dominicana habrá inundaciones repentinas catastróficas, deslizamientos de tierra, así como daños y aislamientos a comunidades.
Por su parte, La Organización Panamericana de la Salud (OPS), quien ha seguido de cerca los impactos generados por el huracán Melissa, señala que los vientos extremos fuertes, marejadas ciclónicas y lluvias intensas provocados en Jamaica, Haití y Cuba, están impactando en el sistema de salud y los servicios esenciales. A esto se suma el riesgo de inundaciones, deslizamientos de tierra, daños a la infraestructura y disrupción de servicios que pueden suceder como consecuencia del paso de Melissa.
No obstante, además de la consecuencias ambientales y humanitarias, también existen las que dejará sobre las mujeres y niñas. La Organización Mundial Meteorológica señala que, «solo se necesita un huracán que toque tierra para acabar con años de desarrollo». Históricamente, América Latina y el Caribe han tenido un lento avance para romper brechas de género y obtener derechos para las mujeres.
El informe «La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y la Agenda Regional de Género en América Latina y el Caribe: indicadores de género a 2024» menciona que ningún país de la región alcanza la igualdad sustantiva y que persisten brechas de desigualdad, capacidad, recursos y de información. También se advirtió sobre una pausa en la región e incluso un retroceso para cumplir las metas de varios Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS).
Asimismo, se detectó que para 2050, el cambio climático podría empujar a la pobreza a más de 13 millones de mujeres y a la inseguridad alimentaria a más de 19.8 millones de mujeres en la región. A esto se suman las consecuencias que ellas deben enfrentar tras los desastres naturales ocasionados por los huracanes.
Lo más grave en este contexto es que aumentan los niveles de violencia basada en género, explotación sexual, la trata de personas y tráfico de personas, ya que se ven afectados factores de protección como escuelas, personas cuidadoras y autoridades especializadas. A esto se suma el aumento de la carga de trabajo no remunerado y el trabajo de cuidados que recae en las mujeres como jefas de familia, mujeres en situación de pobreza o en aquellas con personas dependientes a su cargo. Sobre todo, cuando los hombres emigran a zonas rurales en busca de una fuente de empleo, dejando solas a las mujeres y sus hijas e hijos.
Tampoco existe información desagregada para la realización de un análisis sobre las necesidades, prioridades y capacidades de las mujeres afectadas, lo que dificulta un diagnóstico diferenciado. Además, en la construcción de respuestas a emergencias, las voces de las mujeres no suelen ser escuchadas y tampoco son reconocidas como líderes para incluirlas en la formulación de soluciones.




