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25N: Nombrar la violencia

Por Mujeres Vivas, Mujeres Libres

Ciudad de México.- Hace unos días, todas vimos la misma escena: un hombre sujetando por detrás a la presidenta de México sin su consentimiento, con esa seguridad que solo tienen quienes creen que pueden invadir el cuerpo de una mujer sin consecuencias. Eso es violencia.

Pero la conversación pública no se quedó ahí. En lugar de hablar sobre lo que él hizo, el foco se movió hacia ella ¿Por qué no reaccionó con más fuerza?, ¿de verdad se sintió incómoda? o incluso ¿fue todo un montaje para desviar la atención?

Lo que él hizo se volvió accesorio, pero lo que ella “debió haber hecho” se convirtió en el tema. Esto no tiene que ver con preferencias políticas ni con simpatías hacia el gobierno, tiene que ver con algo más profundo: cómo reacciona México cuando una mujer es violentada, sin importar quién sea.

Porque esto no es nuevo. Ya lo hemos visto muchas veces:

  • Una mujer es atacada en la calle y lo primero que preguntan es cómo iba vestida.
  • Una joven es violentada saliendo de un bar y el foco es si había tomado o por qué estaba sola.
  • Una mujer es agredida en una fiesta y la discusión gira en torno a sí estuvo “coqueteando” o “bailando demasiado”.
  • En redes, una adolescente denuncia violencia sexual y le preguntan: “¿por qué confiaste?”, “¿por qué no gritaste?”, “¿por qué no te defendiste más?”.
  • Cuando una mujer decide interrumpir un embarazo, no se le acompaña ni se le escucha; se le cuestiona. “¿Por qué no te cuidaste?”, “¿por qué no lo pensaste antes?”, “¿qué clase de mujer hace eso?” Todas son formas de violencia que nos culpan, nos silencian y nos re victimizan por ejercer nuestros derechos.

¿Qué dice de una sociedad que, ante una clara violencia, condena la reacción de la mujer en vez de garantizar y proteger su derecho a vivir libre y segura?

La violencia contra las mujeres en México no es un fenómeno aislado ni excepcional: es estructural.

De acuerdo con datos de prensa basados en registros del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), las denuncias por acoso sexual en México habrían pasado de aproximadamente mil 109 en 2015 a unas 11 mil 648 en 2024,  lo que representaría un aumento cercano al 950%. De igual modo, en nuestro país, cada día, en promedio, más de 10 mujeres son víctimas de feminicidio. 

Pero hay otra forma de violencia que casi nunca se nombra: la que ejerce el propio Estado. La violencia de un sistema que no protege, que calla lo que incomoda, que normaliza la impunidad y que criminaliza derechos.

También es violencia que en varios estados existan más carpetas de investigación por aborto que por feminicidioque un derecho reconocido por la Suprema Corte siga tipificado como delito en todos los códigos penales estatales y en el federal; que miles de mujeres vivan con miedo a ser denunciadas por buscar atención médica.

En un país donde el 92% de los delitos no se castigan, esta priorización lo dice todo. Esa violencia institucional —legal, narrativa y cotidiana— envía un mensaje contundente: que decidir por nosotras mismas es sospechoso; que nuestros cuerpos se regulan antes de que se protejan; que la prioridad no es nuestra vida, sino nuestro castigo.

Angie Contreras, vocera de Mujeres Vivas, Mujeres Libres, enfatiza: 

En México no solo enfrentamos la violencia que ocurre en las calles; también vivimos la violencia que ejerce el Estado cuando decide a quién protege y a quién castiga. Cuando una agresión se minimiza y una decisión se criminaliza, el mensaje es evidente: nuestros cuerpos son regulados antes que protegidos. Eso también es violencia, y es una que atraviesa la vida de las mujeres todos los días.”

Todo esto revela nuestras prioridades como país. Es más fácil señalar a las mujeres que revisar el sistema. Más sencillo cuestionar su reacción que aceptar que las niñas, jóvenes y mujeres son violentadas todos los días y casi lo hemos normalizado.

25N: La criminalización del aborto también es violencia

El 25 de noviembre no es únicamente el día contra la violencia física, sino contra todo lo que permite que esa violencia exista: la institucional, cuando quienes gobiernan evitan nombrar lo que pasó; la política, cuando los hechos se acomodan según convenga; la social, cuando se minimiza o se justifica; y la simbólica, la más silenciosa, la que pone a las mujeres bajo sospecha antes de mirar al agresor.

Lizeth Mejorada, portavoz de Mujeres Vivas, Mujeres Libres, denuncia:

“Cuando el Estado persigue a mujeres que toman decisiones sobre su cuerpo pero no a quienes ejercen violencia contra ellas, envía un mensaje que no es el correcto. La criminalización del aborto es también un tipo de violencia y este 25N llamamos a sacar el aborto del código penal federal. ”

No puede existir una vida libre de violencia mientras decidir sobre nuestros cuerpos siga tipificado como delito. Sacarlo del Código Penal es romper con una forma silenciosa y profunda de violencia institucional.

Desde Mujeres Vivas, Mujeres Libres lo decimos así de claro: la violencia no se minimiza: se nombraAún queda muchísimo por transformar. Por eso seguiremos hablando, nombrando e incomodando.

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