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Eva y Lilith, mitos religiosos, lejos de la mirada patriarcal, expuestos por Quejeiro en su libro

Por Paola Piña

Ciudad de México.- Los mitos religiosos de Eva y Lilith han sido relatados históricamente desde una mirada patriarcal que distorsionó sus narrativas y las consagró como figuras insatisfechas, pecadoras y condenadas; no obstante, detrás de ambas existe una potencia simbólica que habla de fuerza, rebeldía, autonomía y empoderamiento.                                                                 

                                                  

Foto del libro

Elvira Quijeiro, humanista y comunicóloga, construye esta resignificación en su libro bestseller Las hijas de Eva y Lilith: Conoce y sana a todas las mujeres que hay en ti, publicado en 2019 por Penguin Random House Grupo Editorial. Ese mismo año, la escritora recibió el Premio Nacional Mujer en reconocimiento a su labor profesional, su impacto positivo en la sociedad y su apoyo a las mujeres.

En las «hijas de Eva y Lilith» se replantea ambos mitos que han sido impuestos por tradiciones culturales, como religiosas, que se heredan sin incluso tener conciencia de ello e incluso tienen impactos hasta en la actualidad para las mujeres, sean creyentes o ateas.

Para Quijeiro, conocer la mitología que ha moldeado los ideales femeninos y cuestionar las narrativas transmitidas durante siglos no solo permite comprenderlas de manera distinta, sino también construir nuevas realidades y las posibilita para desarrollar un poder personal y tomar decisiones desde una mirada más crítica y menos sesgada

“Ser mujeres que viven sin mitos es conocerlos y reconocerse en ellos; tomarlos como un referente de vida y pasado, de lo que nos ha formado y conformado, hasta liberarnos de lo que ya no necesitamos más”  Elvira Quijeiro 

Eva, mujer que desafía la obediencia ciega

La historia de Eva y Adán se encuentra en múltiples libros bíblicos, aunque sus relatos han sido objeto de constantes manipulaciones. Para mayor precisión, Quijeiro se apoya en los versículos del Génesis de las versiones “revisadas y oficiales”, tanto católica, como cristiana y judía, buscando identificar cuáles han sido las “verdades” más aceptadas y proliferadas.

El recuerdo que se tiene del mito de Adán y Eva inicia con la creación del mundo y, más adelante, relata cómo Dios formó a Adán del polvo de la tierra y lo colocó en el Edén. Para que no permaneciera solo, creó a Eva a partir de una de sus costillas, advirtiéndoles que podían disfrutar de todo en el jardín, excepto del árbol del bien y del mal.

Sin embargo, una serpiente engañó a Eva, quien comió del fruto prohibido y se lo dio también a Adán. Al desobedecer, ambos sintieron vergüenza por su desnudez, fueron expulsados del Edén y castigados: Adán tendría que trabajar arduamente y Eva sufriría dolor en el parto y debía obedecer a su esposo, marcando así a toda la humanidad con el pecado original.

De este recuerdo vago y difuso del mito, Quijeiro destaca que en la conciencia colectiva se han quedado grabados dos aspectos principales: primero, que Dios hizo todo y que el hombre lo tenía todo, pero lo perdió por culpa de Eva; segundo, que la serpiente es mala, la mujer es pecadora y Dios es capaz de enojarse y castigar duramente.

Se ha difundido la creencia que Eva fue creada como inferior a Adán o como su sirviente, minimizándola por haber sido formada a partir de un hueso “menor” de su cuerpo. No obstante, desde la perspectiva del texto bíblico, Eva no fue creada ni para ser superior ni para estar por debajo de él, sino para acompañarse.

Cabe poner bajo la mira, que se ha difundido la creencia sobre este mito que Eva desobedeció a Dios. Si bien es cierto que existía una prohibición respecto al árbol del conocimiento del bien y del mal, Eva aún no había sido creada cuando se dio esa orden; la instrucción se le dio únicamente a Adán: “De todo árbol del huerto podrás comer, más del árbol de la ciencia no comerás” (Gn. 2:16-17).

Ante ello, cuando la serpiente, concebida como el “mal”, se acerca a Eva para cuestionarla sobre si conoce el mandato de no comer del árbol prohibido, Eva confirma que sabe de él; no obstante al no haber sido una indicación directa a ambos, Quijeiro denomina esta situación como un “teléfono descompuesto”, pues mientras a Adán solo se le indicó que no podía comer del árbol, a Eva se le advirtió incluso que no podía tocarlo, lo que evidencia que la información entre los tres era confusa.

También se ha propagado la idea de que la serpiente es mentirosa y engaña a Eva; sin embargo, esto es una interpretación errónea. La serpiente no la engaña, sino que le dice la verdad: “si come del árbol, no morirán, sino que sus ojos se abrirán y podrán ver como Dios”.

Al revisar nuevamente este mito, emergen nuevas verdades que permiten resignificar a Eva: ella no nació para ser sumisa, no fue engañada por ninguna serpiente y actuó de manera consciente, comprendiendo las implicaciones de sus acciones, las cuales compartió con su pareja. Si bien sintió miedo y luego responsabilizó también a la serpiente, nunca se separó de Dios, como algunas interpretaciones han afirmado.

Lilith, mujer rebelde que desafía la sumisión 

La existencia de Lilith no es tan conocida; es una mujer que ha permanecido más en el ámbito oculto, ya que no fue mencionada en la Biblia, sino que proviene de un antiguo mito hebreo que la presenta como la primera mujer de Adán. Su historia, además, es más imprecisa, pues, según Quijeiro, se ha ido construyendo y deconstruyendo a lo largo de 16 siglos.

Aunque este mito no forma parte de la Biblia, fue creado para interpretar un pasaje del Génesis sobre la creación del hombre y la mujer, en el que se habla en plural, no solo refiriéndose a Adán. Hasta esos versículos, Eva aún no era mencionada, lo que dio lugar a cuestionamientos como: “¿Qué mujer había antes de Eva?”

Para dar respuesta a ello, crearon a la “primer mujer de Adán” y le pusieron el nombre de Lilith, y su historia fue construida por partes, por lo que a lo largo de 1,600 años se le quitaron o añadieron características al mito. Es por ello que, para Quijeiro, hay una mayor dificultad para estudiarla y entenderla, pues hay una multiplicidad de fuentes, lo contrario que sucedió con Eva.

A grandes rasgos, el mito de Lilith relata que fue creada al mismo tiempo y de la misma tierra que Adán. En esta historia, Lilith se negó a someterse a Adán, reclamando igualdad sexual, pero Adán no se lo permitió, lo que derivó en una discusión; ninguno cedió, lo que la llevó a abandonar el Jardín del Edén voluntariamente.

Este mito muestra a una mujer decidida que no buscó guardar silencio ante Adán; no fue “buena ni sumisa”, pues se enojó, se expresó y, al no ser escuchada, decidió irse. Según Quijeiro, el relato ha transmitido dos mensajes en los pueblos: el primero, que Lilith fue la primera mujer en romper una supuesta armonía; el segundo, que todo estaba tranquilo hasta que ella formuló una petición sexual, considerada no sagrada.

Lilith simboliza a las mujeres que fueron castigadas por tomar decisiones desde la libertad, lo que las llevó a ser juzgadas y acusadas como pecadoras. Al mismo tiempo, nunca se le dio voz; no existe un solo pasaje donde hable, por lo que también representa a las mujeres que han sido silenciadas.

Para Quijeiro, es importante verla como una diosa oscura, pues “la fuerza y la dulzura” también habitan en las mujeres. Resignificar que existe un lado no siempre luminoso y perfecto solo permite comprendernos mejor, sin limitarnos ni separarnos de nuestra propia complejidad.

Analizar a Eva y a Lilith permite reconocerse a través de ellas, mostrando cómo a lo largo de la historia las mujeres han sido engañadas e incluso castigadas por “supuestos pecados” que cometieron, pues solo se transmitió una narrativa parcial y sin profundidad, y comprenderlas desde un significado más amplio permite ver en ellas la rebeldía, el liderazgo y la riqueza de sus matices, llenas de claros y oscuros.


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