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2006, año determinante

Por Soledad Jarquín Edgar

Inicia el 2006, un año importante, por eso les comparto mis buenos deseos: Que las elecciones del julio sean verdaderamente democráticas, es decir, que seamos las y los mexicanos quienes escojamos a nuestras futuras autoridades y que no haya mano negra.

Ojalá que tenga más interés la elección presidencial que el mundial y la caravana zapatista, y que podamos definir el rumbo que queremos para México.

Quizá haya quien piense que mis deseos para el 2006 parecen más peticiones para celebrar el día de los Santos Inocentes, que se me hizo tarde. Habrá quien diga que soy ingenua; pero no, son buenos deseos, los mismos que sienten millones de mexicanos y mexicanas.

Uno de mis afanes para el 2006 es que con tantas campañas políticas no tapicen las ciudades de propaganda con los rostros de esos «buenos» hombres que buscan el poder.

Que nos dejen ir y venir de la casa al trabajo sin necesidad de mirar a cada paso sus caras.

Ya los conocemos después de meses de precampañas; de verdad que no serán necesarias tantas sonrisas maquilladas, tantos brazos alzados en son triunfo, tantas «V» de la victoria sin nada para nadie, tantas frases hechas y tantas y repetidas promesas. Como tampoco será necesaria tanta basura y tanta contaminación para la tierra y el agua con sus plásticos inútiles. Que nos dejen un poco de aliento para discernir; que entiendan que la política es cosa distinta a vender jabones.

También apunto en mi lista de buenos deseos, para este país que amo tanto, el que haya tranquilidad y que ésta se traduzca en gobiernos con los mejores hombres y mujeres; servidores públicos de la talla de las y los mexicanos, en especial de quienes habitan las comunidades marginadas. Es más, deseo que la palabra desaparezca, pero para ello tendrían que desaparecer aquellos que consideran que servir es servirse (con la cuchara grande): los que llegan al poder para beneficiarse en lo personal y se olvidan del esfuerzo colectivo.

Otro buen anhelo para este 2006 es que haya trabajo y buenos sueldos, cosa que parece que se nos escapa: cada día el sueldo mínimo alcanza para menos y el contenido de la canasta básica hace honor a su nombre. Claro, que hay quienes agradecen mi deseo, como las y los diputados: a ellos el sueldo les da para comprar casas, carros último modelo y vivir como si realmente legislaran. Y qué decir de algunos funcionarios.

Un deseo enorme que tengo para este 2006 es que el buen gobierno y las televisoras no tengan que pedir más cooperaciones a la sociedad empobrecida para dar lo que ellos deberían cubrir por elemental posición política.

Sueño, anhelo, quiero, deseo con todas mis fuerzas que el 2006 sea el año en que no haya más muertes maternas; que el feminicidio se termine; que haya justicia para la periodista Lydia Cacho; que el presidente Vicente Fox sepa distinguir a un buen empresario y a un pederasta; que el gobernador de Puebla escoja a sus amigos: luego por eso están en líos con la justicia; que alguien defienda a las y los migrantes del trato cada vez más indigno del gobierno de Estados Unidos; que se acabe el gobierno foxista, pero que venga algo que valga la pena. Que no salgan con su domingo siete en cuanto a las finanzas y no tengamos que pasar por otro castigo más.

Entre mis buenos deseos me acordé de doña Margarita Maza de Juárez, cuya sencillez debería ser ejemplo para Martha Sahagún y, también, para todas las parejas de los servidores públicos presentes y futuros. Que ojalá puedan leer algo de su vida y, sobre todo, aprender mucho de ella. Que puedan aprender cómo logró vivir en medio del caos, tener un solo vestido para las fiestas y un par de aretes. A diferencia de las otras, ella no tuvo que subastar sus vestidos para darlos a la beneficencia pública.

Siento también una necesidad de seguridad en las calles de nuestras ciudades y que las colonias tengan los servicios indispensables. Pido seguridad porque -les recuerdo- no todos pueden tener servicio de guaruras, y por si ya se habían olvidado de aquella frase de campaña de «seguridad para todos», que es tiempo de cumplir.

Lástima, se me han adelantado. Iba a pedir que no aumentaran los precios, pero por lo pronto el gas, la gasolina y la luz tienen incrementos, como habremos de pagar por la revisión en los aeropuertos… Lástima.

Bueno, tengo varias docenas de buenos deseos, pero con esos es más que suficiente. Y sólo me restaría agradecer a mis amigos y amigas tanta solidaridad, afecto y la confianza en el trabajo cotidiano, en la relación permanente y en el entusiasmo de cada día. Para sus comentarios: [email protected]

*Periodista mexicana

06/SJ/YT

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