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26J: Pese a todo, hay que ir a votar

Por Teresa Mollá Castells*
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Justo en cinco días serán las elecciones generales. Los grandes partidos políticos llevan meses midiéndose la lengua a ver quién la tiene más larga, pero sin conseguir formar gobierno.
 
Dependiendo de los resultados que obtengan se verán obligados a pactar para poder formar gobierno y no tener que llegar a una tercera convocatoria que para nada sería deseable, sobre todo porque mantendría en funciones a Mariano Rajoy y su banda en el gobierno, y ya sabemos cómo se las gasta esta gentuza.
 
Como pudimos comprobar en el debate televisivo de la semana pasada, a los cuatro candidatos machirulos les importa más bien poco o nada los temas relacionados con la igualdad entre mujeres y hombres.
 
Y ante la pregunta de la única mujer del estudio de TV, la periodista Ana Blanco, sólo dedicaron 26 segundos a hablar de la violencia machista. Y no todos, puesto que el gobernante Partido Popular (PP) y Ciudadanos no abrieron la boca. Sólo el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Unidos Podemos se manifestaron al respecto. Eso sí, tras la insistencia de Blanco, quiero recordarlo.
 
Como también quiero recordar que fue otro machirulo presente en la sala, el periodista Pedro Piqueras, quien de nuevo desvió el tema.
 
Quiero recordar que la violencia machista ha asesinado a casi 900 mujeres desde 2003 y que en 2015 se registró un promedio de 300 denuncias al día. Y que en lo que llevamos de 2016 y según cifras oficiales, son ya 21 mujeres asesinadas y otras 17 que no constan como oficiales. Y al menos dos de ellas fueron asesinadas en campaña electoral.
 
Y sólo dos candidatos dedicaron 26 segundos del debate –que duró casi 140 minutos– a hablar de este tema tan importante para la vida de tantas mujeres. Como vemos, nuestras vidas siguen sin ser importantes para ellos.
 
Y aunque nos dan motivos más que sobrados para no ir a votar, no nos lo podemos permitir.
 
Y no nos lo podemos permitir, al menos desde mi punto de vista, por motivos bien variados. A saber:
 
El primero de ellos y fundamental para mí, es el respeto a quienes dieron su vida para que ahora nosotras podamos ejercer ese derecho civil inalienable. Respeto a la memoria histórica de mujeres y hombres que a lo largo de la historia lucharon y se dejaron jirones de piel e incluso la vida, para que el próximo 26 de junio (26J) podamos ejercer el sufragio universal con libertad y con la única coacción de los pesados mensajes de la campaña electoral.
 
Este motivo es tanto activista como emocional. No puedo ni quiero olvidar a las mujeres sufragistas, ni a Clara Campoamor, ni a todas las mujeres y hombres anónimos que no pudieron votar durante la dictadura criminal de Franco, pero que mantuvieron la llama de las luchas clandestinas para que hoy disfrutemos de una democracia imperfecta, pero que nos permite hacer lo que en este momento estoy haciendo: expresarme con cierta libertad y poder ir a votar el próximo domingo.
 
El segundo de ellos es claramente político: desalojar al PP del gobierno, aunque sea en funciones. Y para ello no puedo votar ni en blanco ni debo votar nulo. He de votar alguna opción que, aunque me siga sin convencer en sus propuestas que no me tienen en cuenta como mujer y mucho menos como trabajadora y feminista, pueda contribuir decisivamente a desalojar a este partido que huele a podrido y que a través de sus mensajes de teórica moderación está haciendo, de nuevo, una campaña con el miedo como elemento de fondo.
 
Y hay que decirle alto y claro que no nos convence en absoluto ni su campaña, ni muchísimo menos sus políticas. Políticas que con la excusa de la crisis han arrasado derechos sociales alcanzados con mucho esfuerzo y mucha solidaridad social por parte de muchísima gente y a lo largo de muchos años, y que ellos y ellas han destrozado en apenas cuatro años.
 
Nos intentan convencer de que lo peor de la crisis ha pasado y que se está generando empleo. Pero no nos cuentan que, gracias a su nefasta reforma laboral, el empleo que se genera es precario e indecente. Y de eso las mujeres entendemos mucho. Y éste es sólo un ejemplo de lo que nos han dejado sus injustas políticas en todos los sentidos.
 
Y si hablamos de violencia machista, conocemos perfectamente cómo, de manera intencionada, han ido desmantelando todos los recursos que se habían puesto a disposición de las víctimas.
 
No, a esta gentuza no hay que permitirle que vuelva a gobernar. Hay que impedirlo a toda costa.
 
Está claro que cada uno de los partidos llevará propuestas diversas en sus programas sobre los temas que nos interesan como mujeres. Por supuesto que las llevarán. No me preocupa que las lleven impresos negro sobre blanco. Lo que me interesa es que las lleven a la práctica. Y eso ya es harina de otro costal.
 
Como podemos recordar, el pasado 7 de noviembre miles de mujeres y hombres salimos a las calles de Madrid a exigir que las violencias machistas pasaran a ser una cuestión de Estado porque a las mujeres nos están asesinando, y no se actúa con la contundencia necesaria ni se destinan los recursos para parar esta sangría.
 
Creo que, aunque sólo fuera por estrategia política, los candidatos machirulos deberían haber sido mucho más generosos con las mujeres a lo largo no sólo de las dos campañas vividas desde entonces, sino a lo largo de estos meses en los que no han conseguido llegar a acuerdos para formar gobierno.
 
Y no, no me valen argumentos como los de la pinza, o los del partido más votado, o los de que ustedes son unos radicales. No me valen porque mientras se esgrimían esos argumentos y mientras se seguían midiendo las lenguas entre ellos, a nosotras nos siguen asesinando. Y cada mujer asesinada es un fracaso político en toda regla, les guste o no les guste a quienes nos siguen pidiendo el voto, pero no se acuerdan de nosotras una vez que lo han conseguido.
 
Pese a todo ello, el próximo domingo 26 de junio hay que ir a votar. He dado anteriormente dos argumentos, pero hay más. Ya cada cual que pueda llegar a leer estas líneas que aporte los suyos.
 
Con o sin pinza en las narices hay que ir a votar. Yo no podría dormir si no lo hiciera. Otra cosa es a quien vote cada cual. Eso allá cada quien su conciencia.
 
Pero eso sí, por favor, que no se vote a quien ni siquiera utilizó un segundo para dar su opinión sobre las violencias machistas, por muchas letras que lleven impresas en sus programas, puesto que demostraron su incapacidad, incluso para explicar esas medidas. Y si no son capaces de explicarlas, me pregunto: ¿Cómo las van a llevar a la práctica? Pues eso, blanco y en botella.
 
Yo iré a votar el próximo 26 de junio, ¿Nos vemos en las urnas, aunque tengamos que llevar pinzas en las narices?
 
[email protected]
 
*Corresponsal en España. Comunicadora de Ontinyent.    
 
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