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Abandono para ser pobre

Por Marta Guerrero González

El programa Oportunidades que implementa el gobierno a través de la Sedesol, otorga subsidios en efectivo, igual que el de los ancianos en el Distrito Federal pero para pobres.

El asunto es que podría competir con programas parecidos de organismos internacionales, pero el problema es que para poder tener derecho a mil doscientos pesos al mes, entregados cada dos, es necesario aplicar dentro de los criterios de pobreza.

Me explico, una señora recibía su dinero y su concubino otro tanto, con ese apoyo lograron poner un piso de cemento en su «casita» y automáticamente perdieron el derecho a seguir recibiendo dicho apoyo.

De tal suerte que la gente si no desea prescindir del recurso gratuito debe mantener su mismo estatus de pobreza: los techos en mal estado, humedades, terracería en los suelos, tres o cuatro vástagos llenos de lombrices y hambrientos, con necesidades médicas urgentes, deben poseer muy pocas prendas de vestir, si no poseen nada, cuanto mejor y por ningún motivo puede ser evidente ni un leve asomo de superación, porque en ese momento perderán su «oportunidad» de recibir el generosos apoyo de papá gobierno.

No voy a hablar del destino que algunos favorecidos por el programa dan a esos recursos, ni de cuantas borracheras se provee a un individuo, ni de las golpizas para arrebatarles a las mujeres el dinero que pensaban emplear en alimento para sus hijos.

Lo que sí diré es que el programa está siendo aplicado con franco sentido electorero y la oposición todavía no lo descubre y cuando lo haga probablemente será demasiado tarde.

Es verdad que versa en la propaganda «tu voto es libre» pero enseguida viene la palabra «Oportunidades» y desde luego existe un listado y ubicación de cada uno de los cinco millones de beneficiarios del programa.

Es verdad que nadie da a cambio de nada y la mayoría de los subsidios en todo el mundo tienen una connotación ulterior. Si levantáramos una encuesta seria entre esa gente «pobre», el resultado, por lo menos a la docena a quienes pregunté, será muy desalentadora en el sentido que prefieren seguir amolados pero recibiendo dinero, a hacer unas cuantas mejoras sencillitas en su casa y quedarse sin nada, «chiflando en la loma», con un palmo de narices o como tontos, así dicen.

La oportunidad tendría que ser progresiva en cuanto a superación, mejoría en su calidad de vida y no lo contrario, por lo menos a mí me suena contradictorio, en el peor de los casos un plan chambón que gasta una fortuna para dejar a los pobres exactamente igual que estaban y con la consigna de una cadena perpetua.

2005/MG/SJ

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