Para la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio (RMALC), la cadena de acuerdos comerciales firmados por México «son una subasta en donde el gobierno atrae inversiones ofreciendo mano de obra barata y condiciones laborales que violan los derechos fundamentales».
Para la coordinadora de Organizaciones No Gubernamentales, esos convenios implican para México «la explotación de recursos naturales, de nuestra biodiversidad, la privatización de servicios, del patrimonio cultural», y «transgreden nuestra cultura y la de nuestros pueblos originarios».
Las promesas de que a la firma del Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México (TLCAN) habría un despegue importante de la economía nacional y se abatirían los índices de pobreza han resultado una quimera, aseguró la agrupación mediante un comunicado.
También informó que trabaja con pueblos mesoamericanos en contra del Plan Puebla-Panamá, que deja al lado los intereses de las comunidades y abre todas las facilidades para la instalación de maquiladoras, agroindustrias, comunicaciones, carreteras, puertos, turismo y energía al servicio de las empresas extranjeras.
Al momento de su creación en 1991, en la coyuntura de las conversaciones del TLCAN, la Red exigió que se hiciera público el contenido de las pláticas y se abriesen espacios para la participación de la sociedad en las pláticas gubernamentales.
La RMALC resalta que durante los últimos 11 años, esa lucha ha aglutinado a agrupaciones campesinas, sindicales, ambientalistas, indígenas, de mujeres y de derechos humanos, «todas con la firme convicción de cambiar las reglas del juego que las grandes empresas transnacionales y los gobiernos nos tratan de imponer».
La RMALC se ha constituido en un referente nacional e internacional frente a los tratados comerciales y la integración económica neoliberal, y ha contribuido a desatar un movimiento nacional e internacional que ahora involucra a millares de inconformes.
En 1997 en Belo Horizonte, Brasil, surge la idea de crear una organización hemisférica, «en el 98 la hacemos realidad con la Alianza Social Continental, como un esfuerzo de organizaciones civiles y sociales de todo el continente que trasciende lo trinacional, desde entonces la Secretaría Ejecutiva fue responsabilidad de RMALC».
Además, dice, en ese mismo período ya se negociaba otro acuerdo entre México y la Unión Europea, en lo sustantivo del mismo corte que el TLCAN con un acuerdo global que viene siendo «un adorno» del acuerdo comercial y que cuenta con una cláusula democrática que hasta la fecha no conlleva los mecanismos que la hagan operativa.
Aunado a ello, dice, no se definen las normas de cooperación, ni diálogo político y se constituye un Consejo Conjunto, conformado solamente por los representantes de los poderes ejecutivos de los países miembros, en el cual no sólo queda excluida la sociedad civil, sino también los órganos legislativos.
Afirmamos, concluye la RMALC, que México no está en una etapa de transición democrática, «el gobierno de Fox representa la continuidad y profundización de los proyectos neoliberales. Es falso que exista estabilidad económica, impartición de justicia, y menos aún, cualquier avance en las condiciones de desarrollo y bienestar social».
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