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Ahí va el cuento

Por Juana Eugenia Olvera*

Empecemos con uno de los cuentos favoritos del mundo, ya que no sólo Disney lo recreó, sino el mismo Hollywood lo repite y repite en la mayoría de las comedias románticas: la historia de la huérfana que tiene que trabajar como sirvienta de quienes deberían protegerla, quienes la tratan de la peor manera.
 
No se diga en las “taranovelas” que nos receta la televisión, desde María Isabel, Mercedes la del barrio y casi todas las tramas, manejan la misma historia sólo combinada en época y tiempo moderno. Claro que si supieran quién es Cenicienta, a lo mejor no la ponderarían tanto.
 
Cenicienta es el alma que ha llegado a un territorio hostil (nace en el planeta Tierra) y viene a dar servicio a fin de aprender algo. Aunque es maltratada, siempre se encuentra de un magnífico humor y los animales (la naturaleza) la cuidan y ayudan.
 
Un día, por orden del destino, citan a todas las jóvenes al palacio a un baile, para que el joven príncipe encuentre una esposa. Cosa rara, ya que sabemos que antiguamente las bodas se realizaban por medio de compromisos intrafamiliares y pactos.
 
El alma joven requiere para crecer al príncipe, quien es el YO superior. Independientemente de que también representa el paso de la adolescencia a la adultez con su respectivo despertar a la sexualidad, algo latente en la psique de la joven, que siempre permanece oculto en casi todos los cuentos.
 
En el cuento de “La Bella y la Bestia”, este tema es más explícito, dado que la joven es una niña de pueblo y vive con su padre viudo.
 
En la historia original, que fue creada para el cine por Jean Cocteau a partir de un cuento popular (Le prince de Beaumont) en 1946, el padre de Bella encuentra una hermosa rosa (el amor), que decide cortar para llevarla de regalo a su pequeña  hija, el dueño del castillo al ver cómo corta la flor le impone un castigo por atreverse a hurtar tan delicada rosa.
 
La pequeña ama a su padre por encima de todo y al enterarse del castigo que se le ha impuesto, ella decide cambiar su lugar con él y evitar así el sufrimiento de su progenitor.
 
Bella cumple la promesa sin saber que la Bestia que mora en el castillo es un príncipe encantado. Aquí en realidad vemos la etapa de la adolescente que ama al padre, pero como sería una aberración tener relaciones con él, surge el monstruo que juega el rol del amante-novio-esposo.
 
Vuelve a ser el encuentro del alma con su YO superior y su realización como mujer, que era el paso siguiente en su crecimiento terrenal.
 
En el cuento de “Pinocho” (el muñeco somos nosotros), la figurilla está sostenida por los hilos cósmicos que la mueven exactamente como lo que es: un muñeco que se la pasa cometiendo errores, dejando de ir a la escuela y desobedeciendo a Gepeto (su creador), por lo que pronto le saldrán las orejas de burro (su parte instintiva que cuesta dominarla).
 
Esto es tan común en los seres humanos que no han despertado conciencia y que se la pasan diciendo que hacen cosas y ni siquiera saben qué hacen y mucho menos para qué. Hablan que se responsabilizarán de algo y se olvidan de ello.
 
Esto me recuerda el caso de una pareja que “sufría porque no habían tenido un hijo”. Finalmente les nace un bebé para que antes de los dos años se divorcien y el niño quede bajo el cuidado de la madre. ¿Dónde quedó el padre? Bien, persiguiendo incautas que le crean que es un hombre.
 
Retomando el tema de Pinocho, cuando finalmente empieza a darse cuenta del daño que se ha hecho a sí mismo (toma de conciencia de su ser), rescata a su padre del fondo del mar, donde se lo ha llevado la ballena, poniendo su vida en riesgo a cambio de la de Gepeto, y es cuando se transforma en un niño de verdad.
 
Este sin duda es uno de los cuentos más obvios, pero si tenemos la capacidad suficiente de ir observando el devenir de cada una de nosotras o nosotros, podremos darnos cuenta de qué tan dormidas o dormidos estamos, y casi siempre sucede que cuando estamos despiertas actuamos de acuerdo a lo que pensamos, es decir somos congruentes con nosotras mismas.
 
*Narradora oral, astróloga y terapeuta.
 
12/JEO/RMB

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