Si bien es cierto que existe desacuerdo entre diferentes investigadoras sobre el porqué los movimientos internacionales de mujeres eligieron el 8 de marzo como fecha emblemática para celebrar el Día Internacional de las Mujeres, más allá de la efeméride, este año, en este país, mujeres y hombres de bien contamos con motivos propios de celebración, consideró Alicia Gil Gómez.
La coordinadora general y gerente de la Fundación Isonomía para la Igualdad de Oportunidades de la Universitat Jaume destacó para dicha celebración la entrada en vigor a finales de 2004 de la ley integral contra la violencia de género, la aprobación en el Consejo de Ministros y ministras del día 4 de marzo de 53 medidas para la igualdad, la edición del Libro Blanco de la Dependencia y la próxima ley para la igualdad entre mujeres y hombres que verá la luz la próxima primavera.
Sin lugar a dudas, dijo, ésos son motivos suficientes para confiar en que existe voluntad de las instituciones para solucionar los problemas que tenemos el 52 por ciento de la población, las mujeres, y que dejan en entredicho la efectividad de la democracia; nos estamos refiriendo a la violencia de género, recordando que al día de hoy son 12 las mujeres muertas en nuestro país a manos de sus parejas.
Nos referimos también a la desigualdad salarial, pues es muy alto el porcentaje de mujeres que percibe un salario inferior por desarrollar la misma tarea que sus homólogos varones; al trabajo precario, pues la economía sumergida tiene nombre de mujer siendo éstas quienes asumen la reducción de jornadas, es decir el desempleo.
También tiene nombre femenino la falta de representatividad y la ausencia de participación masiva de las mujeres en la toma de decisiones y en el espacio público, son los varones quienes ocupan los mayores sitios.
Las triples jornadas siguen recayendo en las mujeres pues siguen siendo ellas quienes asumen la responsabilidad de los cuidados a terceros (familiares con enfermedades, mayores y crianza de infancia); a las tareas domésticas, ya que ellas además de realizar trabajos fuera del hogar sacrificando su tiempo libre, su espacio privado y su salud.
En fin, que si bien debemos estar optimistas, no por ello debemos bajar la guardia sino continuar atentas para que el 8 de marzo deje de ser un día especial del calendario por haber conseguido la igualdad plena, único medio de garantizar el respeto a las diferencias y de dar credibilidad al sistema democrático que tantas lagunas y discriminaciones arrastra.
Porque no basta con legislar sino que hay que poner en marcha dispositivos que garanticen que leyes, medidas y normativas van a cumplirse, porque además hay que re-educar a nuestra sociedad en igualdad acabando con los estereotipos que naturalizan y promueven la discriminación por razón de sexo; hay, en definitiva, muchas cosas aún por hacer y es responsabilidad de todas y de todos que se hagan.
Estamos alegres, sí, pero no tranquilas porque la desigualdad entre mujeres y hombres y la discriminación siguen siendo uno de los lastres que arrastramos en esta sociedad del siglo XXI.
Ojalá el año próximo aumentemos la lista de logros conseguidos y nos podamos mostrar no sólo más alegres sino también más relajadas.
2005/AG/LR