La agrupación mexicana Alternativas y Procesos de Participación Social AC anunció ayer la creación del «Parque del Agua», un centro para preservar la biodiversidad del país mediante recursos usados tradicionalmente por las culturas indígenas, enriquecidos con conocimientos científicos y tecnológicos contemporáneos.
En ocasión del Día Mundial del Agua que se celebró este sábado, el director general de Alternativas, Raúl Hernández Garciadiego, explicó que ese centro de 20 hectáreas está ubicado sobre la autopista Tehuacán – Oaxaca, en el Valle de Tehuacan – Cuicatlán, uno de los principales centros de origen de biodiversidad del mundo.
Ahí se promoverá el rescate de las tradiciones de siembra de amaranto y maíz de la región, utilizando la siembra en terrazas y sistemas de irrigación prehispánicos, explicó.
Acompañado por Serena Milano y Paolo di Croce, de Slow Food, movimiento internacional que promueve proyectos comunitarios para el rescate de la cultura gastronómica junto con el restablecimiento de la biodiversidad, Hernández Garciadiego informó también que al nuevo «Parque del Agua» se trasladará este año el «Museo del Agua», ubicado actualmente en Tehuacan, que fue el primer museo especializado en agua en nuestro país.
Hernández Garciadiego, especialista en recuperar zonas áridas para la agricultura y que ha recibido diversos reconocimientos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), señaló también que la invasión de los organismos genéticamente modificados, conocidos como transgénicos, no es la única ni la más grave amenaza que enfrenta la rica biodiversidad mexicana.
«La principal amenaza de perder la gran riqueza biológica y cultural consiste en el proceso de pérdida gradual de los profundos conocimientos y prácticas indígenas que dieron origen a la agricultura mesoamericana», pues «conlleva la pérdida de viabilidad económica de la cultura indígena que los desarrolló generación tras generación», expuso el filósofo y doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Iberoamericana.
Agregó que esos conocimientos y prácticas se generaron durante siete mil años de evolución, entre los años 5200 y 3400 antes de nuestra era, aportando al mundo infinidad de variedades de semillas de maíz, frijol, amaranto, calabaza, aguacate, chile y otras especies que forman el corazón de la cultura culinaria mexicana y que han enriquecido la alimentación de muchos pueblos del mundo.
Pese a su gran importancia, añadió, la mayoría de las personas desconoce la sorprendente variedad de semillas que existen en nuestro país, las cuales comenzaron a estudiarse sistemáticamente apenas hacia 1940.
Para revertir este proceso de pérdida de riqueza cultural y biológica, explicó, la asociación civil Alternativas y Procesos de Participación Social, más conocida simplemente como «Alternativas», inició en 1980 un proceso de desarrollo regional sostenible basado en el rescate la gran riqueza de la cultura etnohidroagroecológica tradicional, revitalizándola y enriqueciéndola con nuevos conocimientos.
Este trabajo ha recibido reconocimientos nacionales e internacionales, como el Premio Slow Food por la preservación de la Biodiversidad, recibido en Italia el año 2002 y el Premio al Mérito Ecológico otorgado por el gobierno mexicano por el programa «Agua para Siempre» y por el programa «Quali» de rescate del cultivo del amaranto.
BP/RGR
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