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Aumenta el trabajo no remunerado de las mujeres en AL

Por Lucía Lagunes Huerta/enviada

La creciente desigualdad en la región latinoamericana y caribeña, las políticas de privatización de los servicios de salud y las reformas a los regímenes de pensiones han incrementado el trabajo no remunerado de las mujeres, la pobreza de la población femenina y limitado su participación política.

Si bien desde 1995 los gobiernos, entre ellos el mexicano, se comprometió, en la IV Conferencia Internacional sobre la Mujer, a visibilizar el aporte social del trabajo no remunerado de las mujeres, poco se sabe realmente de lo que este trabajo aporta para las sociedades, explicó en su intervención la feminista Norma Sanchos, al participar en el Foro de ONG, organizado por las articulaciones, redes y campañas de América latina y el Caribe, previo a la X Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, que inició este lunes.

En un ejercicio reciente en España, se encontró que el trabajo doméstico no remunerado que hacen las mujeres aporta el 70 por ciento del producto interno bruto de este país. En México, en una investigación realizada en 2003 por el INEGI, se reportó que el aporte del trabajo no remunerado de las mexicanas podría compararse a la riqueza que proporciona a la nación el sector servicios.

La creciente desigualdad que vive la región, la privatización de los servicios de salud, el retiro del Estado de los servicios de guarderías han provocado que este trabajo se recargue en las mujeres, afectando de manera fundamental a las más pobres, explicó Sanchos, investigadora paraguaya.

Son ellas quienes tienen la responsabilidad del cuidado de la niñez, ancianos, personas enfermas y con alguna discapacidad, agregó Sanchos, quienaseguró que si bien en algunos países como México –único que ha realizado dos encuestas de uso del tiempo en 1998 y 2002– se registra un incremento en la participación de los hombres en el trabajo doméstico, eso no quiere decir que la brecha se ha disminuido.

«Ellos se siguen haciendo cargo de los arreglos y reparaciones de la casa y ellas del cuidado de las y los otros», señaló.

A este panorama, dijo, se suma la ausencia de políticas públicas que ayuden a transformar esta situación, provocando con ello mayor desigualdad para las mujeres, quienes por las cargas del trabajo no remunerado se verán imposibilitadas a una educación, capacitación o aspirar a un trabajo remunerado que les permita asegurar a la distancia una pensión para su vejez.

EL OTRO LADO DE LA MONEDA

En este contexto, otro fenómeno que se desencadena es la socialización de las niñas en las tareas domésticas, como un camino –en las familias pobres– para dirigirlas hacia el trabajo doméstico remunerado generando con ellas que muchas niñas sean «dadas» a las familias de clase media y ricas, como un mecanismo de disminuir su cargas.

Explicó lo anterior Norma Sancho, al hacer un resumen de tres investigaciones que ha realizado: El trabajo doméstico remunerado y el TID (Trabajo Infantil Doméstico), Las voces del TID: develando injusticias desde otro tiempo cultural y La vida de las trabajadoras del hogar paraguayas.

A riesgo de ser reduccionista, la feminista paraguaya explicó que mientras en la socialización de las mujeres de clase media y media alta se «producen» amas de casa, en las mujeres pobres esta socialización produce «criadas», trabajadoras domésticas y trabajo infantil doméstico.

DEVOLVERLE A LAS MUJERES SU APORTE

En su momento Sonia Montaño, Jefa de la Unidad Mujer y Desarrollo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) al inaugurar el Foro, previo a la X Conferencia, explicó que es necesario analizar cómo «vamos a devolver a las mujeres el valor social de su trabajo», al hacer referencia del trabajo no remunerado de las mujeres.

Montaño informó que hasta el día de hoy Argentina es el único país que ha colocado en la agenda pública la necesidad de crear la pensión universal, con lo que se reconoce el aporte del trabajo doméstico no remunerado que realizan las mujeres, para el desarrollo de las naciones. En esta misma tónica, dijo, se encuentra Uruguay, Chile y República Dominicana.

Para ello, concluyó, es necesario abatir la desigualdad dentro de las familias, entender que la desigualdad de la familia tiene que ver con la desigualdad de poder y el poder tiene que ver con la autonomía del cuerpo.

07/LL/CV

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