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Autoritarismo de mercado e impunidad de género

Por la Redacción

Al reflexionar sobre una respuesta política ante la globalización partimos de que ésta es el discurso, la relación y la práctica hegemónica de poder del capitalismo a ultranza; y se le define como el sistema de dominación de género y clase, traducida a los diversos planos de la vida.

De ahí que la globalización se vincule a procesos de expropiación, apropiación y dominación de las trasnacionales y organizaciones creadas para tal fin (como los organismos internacionales OMC, FMI, BM, G-7 y OCDE, por señalar algunos), desplazando no sólo a los estados-nación sino a las entidades internacionales como la ONU, la OIT y la CEPAL; cuyo interés había estado centrado en el desarrollo humano. Por supuesto, todo depende de con qué ojo ideológico se vea: hasta puede considerarse terrorista.

El capitalismo actual quiere imponerse por las buenas o por las malas, ése es el ambiente bélico de Bush y las trasnacionales, justificado desde el 11 de septiembre del 2001. Ahora la doctrina no es América para los hombres norteamericanos, sino, mujeres y hombres del planeta para las trasnacionales. La muestra ha sido el genocidio en Afganistán, el hambre llevada a Irak y el Plan Colombia, entre otros.

Para Centro América es el ya conocido Plan Puebla Panamá (PPP), versión local del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que se construye con la suscripción masiva de los TLC. El PPP fue anunciado por Vicente Fox y asumido por los presidentes centroamericanos como la agenda para el «desarrollo sostenible humano».

La gran oferta son las opulentas pistas terrestres para transportar los productos de las trasnacionales y el trabajo en las maquilas, a cambio de la anexión geopolítica y militar de la región a las trasnacionales de los Estados Unidos y México.

El PPP está integrado por ocho iniciativas y el 96 por ciento del presupuesto se ha destinado a la interconexión (vial, eléctrica y de telecomunicaciones), y poco más del uno por ciento a las iniciativas de desarrollo humano, desarrollo sustentable, prevención y mitigación de desastres.

Los pueblos mesoamericanos financiaremos las obras de infraestructura que las empresas trasnacionales utilizarán para funcionar en la región; esto porque la bolsa del PPP se nutre de los préstamos que otorgarán el Banco Mundial, el BID y el BCIE, con los escasos recursos que pueden sacarse de los presupuestos nacionales.

La interconexión vial se justifica por la necesidad de juntar los canales secos con los puertos aéreos y marítimos para la exportación de mercancías. La constitución de ciudades maquiladoras, que aprovechan la permisividad de las legislaciones laborales para abusar de los derechos de las trabajadoras y trabajadores, unida a los ejes carreteros, busca la reducción de los costes de producción y transporte.

Los TLC son la estocada final a nuestros países para completar los procesos de ajuste estructural comenzados en la década de los 80. Una vez ratificados se convierten en ley de la república, imponiéndose la lógica de las trasnacionales por encima de toda la legislación secundaria del país: la estrategia es apropiarse de los bienes públicos que hasta ahora le daba sentido y responsabilidad al Estado-nación, privatizando la salud, el agua y la educación.

La múltiple articulación de este sistema está transfiriendo la responsabilidad pública del Estado masculino hacia la esfera privada femenina. En un ambiente de guerra esto puede interpretarse como el tiro de gracia para las mujeres.

Los bienes del Estado que quieren apropiarse de los recursos y transferir la responsabilidad a las mujeres agravan la calidad de vida de ellas y sus familias. La base de esta realidad se sustenta en la división sexual e internacional del trabajo y nos expone a la inseguridad y vulnerabilidad de las migraciones hacia la casi única alternativa: el sueño del norte.

Por otro lado, hay que reconocer que en una situación así hay tanto avances como logros, y que los debemos recuperar como patrimonio de la creación de la humanidad y no como resultado de la globalización capitalista.

Tal es el caso de la sabiduría de las mujeres y los pueblos indígenas en la medicina natural, las estrategias de producción alimentaria de las mujeres en Asia, África y América Latina, o el aporte de la ciencia y el desarrollo tecnológico en el avance humano. Lo cierto es que el autoritarismo de mercado quiere expropiarnos de toda esta riqueza por la vía de la propiedad intelectual.

Pero, ante la globalización, las mujeres y las feministas estamos obligadas a colocar el tema en la mesa de discusión. No sólo por la agudización de las desigualdades sino por el agravamiento de la impunidad de género en este proceso; donde además del peso de la propia realidad debemos sobrellevar los rezagos de una década de posguerra (la llamada transición democrática) de mucha confusión e incertidumbre, con el peso de una historia, de una cultura política de la violencia, de terrorismo de estado y de lucha revolucionaria con sus bondades y obstáculos.

DE LAS POSIBLES RESPUESTAS POLÍTICAS

Al querer formular una respuesta política nos salen más preguntas que respuestas; pero necesitamos integrar una respuesta ideológica frente a la desideologización que se nos ha querido imponer. La necesidad de repensar y renovar la práctica política frente a la despolitización que ha conllevado la equidad de género, la igualdad de oportunidades y la radicalidad de los cambios.

En la línea de construir un contra-discurso que nos dé dignidad e identidad nos preguntamos ¿será posible que podamos dignificar el discurso construido a lo largo de la historia de luchas populares? ¿Podremos a caso nombrar las cosas por lo que son?

En el sentido de oportunidad de las coyunturas políticas, según la situación particular de cada país, ¿será posible superar el desajuste de la lógica de alianza entre los diversos sectores donde las organizaciones sociales masculinas se comprometan con el liderazgo y protagonismo femenino? ¿Superaremos la estrategia de apoyo por la estrategia de alianzas?

¿Podremos las feministas reconocernos en el poder de influencia en estos procesos de lucha amplia? ¿Podremos capitalizar la influencia en el contenido y reconocer un liderazgo importante en estas amplias alianzas, como la Alianza Social Continental y en el Foro Social Mundial? ¿Seremos capaces en la región centroamericana de hacer la síntesis de una década de posguerra para seguir mejor?

La importancia de posesionarnos y reivindicar nuestro derecho a la palabra y la información desde una campaña articulada mesoamericana y latinoamericana de rechazo rotundo al PPP, el ALCA y los TLC, brindando información a las mujeres y las comunidades con especial atención en la privatización del agua, la salud y la electricidad.

Revitalizar la vigencia del respeto de los derechos humanos de las mujeres como base para el respeto de los derechos de los pueblos, y movilizarnos porque se cumpla con lo comprometido en las conferencias internacionales.

Para el caso salvadoreño, y quizá de la región centroamericana, el dilema de aportar al fortalecimiento de la incipiente institucionalidad democrática es indudable, lo mismo que las entidades producto de los acuerdos de paz, como la PDDH.

Por otro lado, cuestionar y luchar contra el entreguismo y la docilidad de nuestros gobiernos a la anexión geo-política y militar; pero sobre todo, aportar a una amplia alianza.

En este sentido Las Dignas hemos estimulado y respaldado al liderazgo de las mujeres salvadoreñas en la construcción de una agenda mínima de nación, que nos dé poder social y político frente a estos gobiernos y su lógica hegemónica, poniendo a la disposición la lucha feminista construida en 13 años de existencia.

*Directora de la Asociación de Mujeres por la Dignidad
y la Vida (Las Dignas), de El Salvador, www.lasdignas.org.sv.

       

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