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Cáncer de mama: hábitos del occidente bajo escrutinio

En el tema del cáncer de mama, la reproducción mundial de los hábitos del occidente está bajo escrutinio.

Cada vez más mujeres se integran a la fuerza laboral en naciones que se industrializan, limitando el número de hijas e hijos, lo cual podría estar incidiendo en el riesgo para desarrollar cáncer de mama, revelan algunas investigaciones, de acuerdo con un artículo de Kathleen Kingsbury, publicado en TIME y titulado «La cara cambiante del cáncer de mama».

La razón puede ser que el embarazo y la lactancia proveen al cuerpo de estrógeno por más tiempo, a diferencia de lo que ocurre con la baja de estrógeno que implica el ciclo menstrual.

El embarazo y la lactancia pueden a veces cambiar el tejido del seno, construyendo anticuerpos que ayudan a prevenir células que pueden convertirse en cancerosas. Por eso, entre menos embarazos tenga una mujer, esta modificación del tejido ocurre menos.

En India, señala el oncólogo Vinov Raina, de Deli, así se protegían en el pasado las mujeres que tenían muchas hijas e hijos. Y científicos como el doctor Wei Zheng, epidemiólogo de Vanderbilt University en Nasville, apoya esta idea.

Por otra parte, la falta de ejercicio, común en la vida occidental, es también un factor de riesgo. La gente que trabaja en granjas y en fábricas posiblemente trabajan todo el día, no así quienes trabajan en una oficina, indica TIME, lo cual es un fenómeno que se globaliza.

Una investigación realizada en febrero del 2007 por la University Southern de California mostró que un grupo de 110 mil 559 personas con actividad promedio extenuante de cinco horas a la semana, por largo tiempo, obtuvo 20 por ciento menor riesgo de ser invadida por el cáncer de mama, particularmente tumores de ER-negativo.

Los médicos no saben certeramente el mecanismo preciso mediante el cual esto ocurre, pero se ha demostrado que la actividad de la mujer y una dieta saludable favorecen su salud.

LA IMPORTANCIA DE HABLAR

Los científicos recomiendan a las personas hablar sobre su padecimiento, como primer paso para curar la enfermedad, lo cual no es muy frecuente en el mundo en desarrollo.

A principios de septiembre del 2007 el doctor Chiun-Sheng Huang, oncólogo del Taipei’s National Taiwan University Hospital, examinó a una mujer de 60 años, que llegó por primera vez. Le descubrió un tumor en el seno izquierdo, tan grande que rompió su piel.

Ella reconoció que lo había notado hacía 17 años. El médico lo diagnosticó en etapa terminal y le preguntó por qué había dejado pasar tanto tiempo antes de acudir al médico. Ella dijo «porque no me dolía».

Las mujeres no quieren hablar acerca de sus senos, dice el médico y el caso de esta mujer no es extraordinario, a pesar de que Taiwán es un lugar donde las mujeres tienen acceso regular a mamografías. Ellas ignoran lo que es la enfermedad e ignoran el dolor, afirma el médico.

La situación es un poco mejor en otros lugares. Una sobreviviente de cáncer de mama, la nigeriana Betty Anyanwu-Akeredolu dice que en su país las madres se rehúsan a revelar que tienen cáncer de mama y ninguna de ellas quiere que sus hijas se casen. «Algunas van a la iglesia a rezar para que el tumor desaparezca», dice.

EDUCACIÓN CONTRA LA ENFERMEDAD

Pero las cosas pueden estar cambiando: grupos no gubernamentales como Komen for the Cure y la Organización Mundial de la Salud (OMS) patrocinan textos profesionales de divulgación, así como eventos educativos sobre la prevención y cuidado de la enfermedad dirigidos a mujeres, en sitios donde nunca se había hablado de cáncer.

El doctor Mohamed Shaalan, cirujano de senos de El Cairo, reportó que en Egipto líderes religiosos ahora hablan sobre cáncer de mama. Recomiendan a los hombres que sus esposas deben ser examinadas regularmente, por médicas si así lo prefieren.

En Hungría hay resultados favorables a partir de que cada mujer entre los 45 y los 65 años de edad tiene acceso a una mamografía gratuita al año, con el costo del pasaje incluido. Y de ser la primera causa de muerte en mujeres, ha bajado a la tercera. Pero en Rumania la situación no es tan esperanzadora, y una nueva organización llamada Common Destiny está trabajando para incrementar las pruebas.

En China la asociación nacional anticáncer atendió en 2005 a un millón de mujeres, de entre 30 70 años de edad, con mamografías gratis durante tres años.

Sin embargo, algunos esfuerzos no tienen resultados del todo favorables. Tal es el caso de Sudáfrica, donde unidades móviles realizan mamografías, pero una vez detectado un caso sospechoso, es difícil que las unidades realicen visitas de seguimiento, por lo cual la mujer es quien tiene que acudir al hospital a consulta.

Y esto no siempre pasa. «Sí vives a 60 kilómetros de la clínica, si tienes un tumor y es doloroso» –se pregunta el doctor Aaron Ndhuluni, cirujano privado en la ciudad de Cape– ¿vas a caminar 60 kilómetros?».

DINERO Y CÁNCER

En Egipto, las mamografías cuestan 50 dólares, lo que significa para muchas mujeres meses de salario. En Kenia, Onyango, sobreviviente de cáncer de mama, dice que cuando el doctor le indicó que debería hacerse una mamografía, su primer pensamiento fue ¿cuánto costara? En realidad cuesta sólo 20 dólares, pero para la gente que vive con menos de un dólar acceder a la prueba es difícil.

Japón, aunque no lo parezca, enfrenta también problemas con los costos de las pruebas. En el año 2000, el Ministerio de Salud, Trabajo y Seguridad recomendó que todas las mujeres mayores de 50 años se practicaran una mamografía. Pocas siguieron la recomendación. En 2005, por ejemplo, sólo 7 por ciento se la practicaron.

El costo es una barrera: una máquina cuesta cerca de 262 mil dólares y una mamografía cuesta generalmente a una paciente 90 dólares, que tienen que salir de su bolsillo. Dice el doctor Fujio Kasumi, director de cancerología de Juntendo University Hospital: «La gente no se hace la prueba, piensa que es una forma de mal gastar su dinero».

Con todo, para las mujeres de los países desarrollados que reciben ayuda el camino para la recuperación es menos tenso que el camino del diagnóstico, asienta la revista TIME.

TRATAMIENTOS

Hace 30 años, el tratamiento obligado era la mastectomía. Para 1980 algunos estudios mostraron que para tumores que no se extienden, era suficiente con una lipectomía, donde la masa por sí misma es inmediatamente cortada y extirpada, para después aplicar radiación que destruirá cualquier muestra de célula cancerosa.

La subsecuente necesidad de quimioterapia depende del grado de esparcimiento, del tipo de cáncer y otras variables.

Como muchas mujeres están empezando a ser tratadas cuando tienen tumores pequeños, también la lipectomía puede ser recomendada. Hoy, menos de 40 por ciento de mujeres norteamericanas optan por tener mastectomías, pero sucede lo contrario en otros países.

En Korea, más del 50 por ciento de pacientes tienen mastectomías porque tienen miedo a cáncer secundario y frecuentemente esa clase de cirugía radical es la única opción que se ofrece a la paciente.

Cuando a Ye Dan Yang, editora de televisión en Beiging, de 41 años de edad, se le encontró un tumor en el 2002, los doctores encontraron que tenían que escoger entre su belleza o su vida.

En muchos casos, la mastectomía es barata, mientras que la lipectomía requiere de costosos tratamientos adicionales. Xu, un cirujano en Beiging dice «las pacientes creen que con una mastectomía cortas el seno por 125 dólares y listo. Y ellas lo hacen».

La opción de la quimioterapia también es indicada tomando en cuenta los bolsillos de las pacientes.

En África está reglamentada una lista de medicamentos genéricos baratos. Pero algunos medicamentos, como el bloqueador de estrógeno, no están incluidos en la lista. Y un genérico de Tamoifen cuesta 150 dólares, lo cual es costoso para muchas mujeres. Y además, la quimioterapia tradicional puede costar 20 mil dólares o más.

A eso hay que sumarle unos tres mil dólares, que es el costo de las pruebas para determinar el tipo de cáncer con pruebas genéricas para mujeres.

En algunos casos, gobiernos, hospitales privados y organizaciones no gubernamentales unifican esfuerzos para atender el problema.

En México, Felipe Calderón ha reconocido que en el país los índices de detección y tratamiento de cáncer de mama son bajos. Según el plan nacional de seguro médico, el costo del tratamiento es mayor a 20 mil dólares por mujer.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos está trabajando con el gobierno y empresarios de los Emiratos Árabes Unidos para extender los tratamientos de cáncer de mama en el Medio Oriente. El Jordan King Hussein Cancer Center se está convirtiendo en el principal proveedor de servicio de tratamiento en el mundo árabe.

El grupo Komen, fundado en Texas hace 25 años se ha expandido en el mundo con más de 125 afiliados internacionales y ha invertido un billón de dólares en estudios y asistencia para ayudar a las mujeres.

Es muy pronto, dice TIME, para decir que estos esfuerzos significan el inicio del final de la crisis global de cáncer de mama.

En el mundo rico, un diagnóstico de cáncer de mama puede acarrear consigo el terror, pero el terror iluminado por la esperanza del acceso a los tratamientos. Pero en otros lugares no es así.

Si el mundo en desarrollo puede trabajar para globalizar la riqueza, entonces es también posible globalizar las oportunidades para la salud, asienta TIME.

Por lo menos un ejército curativo se está movilizando para hacer que esto suceda, considera. Pero muchas mujeres seguramente están destinadas a enfermarse y morir antes de que este trabajo se lleve a cabo. Sin embargo, muchas más aprenderán a pelear contra la enfermedad, que por el momento no pueden ni siquiera nombrar, finaliza TIME.

En tanto, Aline, ya sin pelo, completamente rasurada, lleva tres quimioterapias. Sus amigas le llevan nueva ropa y un sombrero muy especial, por si se decide a salir, cuando los médicos se lo permitan, pues acaba de recibir las radiaciones.

Su tratamiento continúa y su sonrisa se desdibuja. Aline ya no es la misma.

08/LPB/GG

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