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Cien días

Por Cecilia Lavalle

Cien días han transcurrido. Cien días y nada. Diría el cantautor Silvio Rodríguez: nada o casi nada, que no es lo mismo, pero es igual. Cien días y la justicia brilla por su ausencia o duerme o dormita o toma su tiempo; no es lo mismo, pero es igual.

Hoy hace exactamente 106 días que detuvieron a Lydia Cacho, periodista y defensora de los derechos humanos de las mujeres, por haber destapado la cloaca que subyace en los actos de pederastia de nuestro país.

En su libro Los demonios del edén difunde su investigación periodística a propósito del caso Jean Succar Kuri, pederasta que operaba en Cancún, Quintana Roo y que según la Procuraduría General de la República (PGR) es una de las cabezas de la más importante red de pederastia en México.

Los demonios del edén, desnudó la complicidad del poder político y económico tras los cuales el abuso sexual, la prostitución y la pornografía infantil tejen redes en nuestro país. Uno de los hombres mencionados, Kamel Nacif, demandó a Lydia por difamación y calumnia. Con la ayuda del gobernador de Puebla, Mario Marín, y en virtud de un convenio de colaboración con la Procuraduría de Justicia de Quintana Roo, con insólita eficiencia y rapidez Lydia fue detenida en Cancún el pasado16 de diciembre.

Mucho ha pasado en cien días. La movilización inmediata de decenas de colegas, amistades y familiares de Lydia por proteger su vida e integridad que sabíamos estaba en grave riesgo. El silencio de autoridades quintanarroenses. Las amenazas y maltrato en las 20 horas que duró su traslado por carretera a Puebla. Las humillaciones en la cárcel, la inminente tortura y violación de la que la libraron otras mujeres, la libertad bajo fianza, el inicio del suplicio que implica un proceso judicial con dados cargados.

Notas periodísticas, artículos de opinión, programas noticiosos. Y luego el escándalo. La difusión de llamadas telefónicas entre el empresario Kamel Nacif y varios interlocutores, entre ellos el ahora mejor conocido como «gober precioso», Mario Marín. La intriga, la inmundicia, el machismo y la misoginia en llamadas telefónicas.

De un lado el estupor, la rabia, la indignación. Del otro las protestas airadas, no porque se escuchara cómo se había pactado la violación de Lydia en la cárcel, sino por la difusión de conversaciones telefónicas privadas. De un lado la exigencia de investigación a los hombres de poder involucrados. Del otro lado la defensa al gobernador Marín, la solidaridad con el compañero de partido. De un lado las caricaturas políticas, las parodias. Del otro la bonita foto del candidato a la presidencia del PRI, Roberto Madrazo con gobernadores priístas, incluido, claro, Mario Marín.

De un lado las marchas ciudadanas exigiendo justicia y la renuncia del gobernador poblano. Del otro la discreta remoción «por motivos de salud» de la procuradora de justicia en Puebla. De un lado Lydia demandando penalmente al gobernador de Puebla y a Kamel Nacif.

Del otro el gobernador Mario Marín pagando miles de dólares para «demostrar» que las conversaciones grabadas fueron editadas, conversaciones en las que, dicho sea de paso, en principio negó que fuera su voz. De un lado, en fin, la ciudadanía. Del otro el poder político, el poder económico, el poder del crimen organizado, el poder a secas.

Han transcurrido cien días. Cien largos días en los que Lydia cuenta que ha concedido cerca de 200 entrevistas a medios nacionales y extranjeros, pagado más de 300 mil pesos en abogados y fianzas, recibido más de 500 correos electrónicos de solidaridad.

Cien días en los que se han vendido 30 mil ejemplares de su libro, y le han ofrecido lo mismo candidaturas a diputada, a senadora, que a reina del carnaval o mujer del año. Cien días en los que ha recibido un par de premios al valor periodístico.

Cien días en que han querido descalificarla en los medios: en Cancún –afirma- han pagado más de 300 mil pesos a reporteros corruptos. Cien días en los que se le ha ofrecido refugio político en tres países. Cien días en los que han aumentado a 5 los agentes federales que resguardan su vida y el vehículo blindado que le adjudicó la agencia contra el crimen organizado de la PGR es blindaje tipo 7, el máximo. Cien días en los que de todas y todos los involucrados en este asunto Lydia es la única que está sujeta a proceso penal.

Cien días y contando. Por lo pronto parte del caso se encuentra en la Suprema Corte de Justicia y otra parte en el Poder Judicial de Quintana Roo. Por lo pronto Mario Marín, sigue gobernando Puebla y Kamel Nacif sigue feliz y contento en alguna parte.

Por lo pronto el juicio contra Succar Kuri parece suspendido en el aire. Por lo pronto a ninguno de los otros hombres de poder señalados por alguna de las víctimas se le sigue proceso penal.

Por lo pronto una de las sobrevivientes abusada desde los 7 años y hoy con 18 le dijo a Lydia: «tu nos dijiste que algún día habría justicia, y mira cómo estás. Mira lo que te hicieron. Ellos tienen más poder que Fox». Por lo pronto la justicia brilla por su ausencia o duerme o dormita o se toma su tiempo; no es lo mismo, pero es igual.

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06/CL/LR

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