Inicio Comunidad poblana llama anómalas a solteras, viudas o estériles

Comunidad poblana llama anómalas a solteras, viudas o estériles

Por la Redacción

Las mujeres estériles, las «queridas», las abandonadas, las «quedadas», las madres solteras, todas ellas salieron de los cánones y sufrieron una situación desventajosa ante los hombres, por eso se las considera «mujeres anómalas».

Es la historia de algunas mujeres del pueblo de San Miguel Acuexcoma, Puebla, que bien puede ser la de miles en México, dice la antropóloga Antonella Fagetti, quien llegó por vez primera a esa comunidad nahua ubicada a una hora de la ciudad de Puebla y se sorprendió al saber sobre ellas.

Fagetti escuchó primero el «mote» que se le daba a la mujer que había sido abandonada por el novio, luego de haber huido con él: «la fracasada», calificativo que encierra toda una interpretación sobre el cuerpo femenino.

«Bajo la concepción judeo-cristiana, dice la antropóloga, pero también la nahua, la mujer ha sido creada por Dios para dar la vida y tiene que cumplir con ese cometido. De ahí surge la idea del casamiento y de llegar virgen al matrimonio para garantizar que los hijos sean engendrados por un solo hombre que es el marido, manteniéndose fiel».

«A partir de esto, el cuerpo femenino es marcado por la sangre-esperma masculina en el momento de la primera relación sexual, y es el motivo por el que una muchacha ya no puede comprometerse después de tener esta experiencia y haber sido «dejada», pues pasa a ser una mujer «manchada».

Este discurso sobre la sexualidad marca un «deber ser» y deriva en que todas aquellas que no lo respeten se transformen en «mujeres anómalas», quienes padecen un fuerte estigma social, explicó Antonella Fagetti, cuyo estudio de seis años derivó en su tesis de doctorado por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

«Aunque es un estudio de caso, refleja una situación presente en toda la cultura sexual de los pueblos de México, con muchos matices. Los hombres muchas veces tienen más de una compañera, de una mujer, pero es muy difícil encontrar un tipo de poliandria.

«Las muchachas tienen que ser «calculadoras» para elegir a su pretendiente y tener la confianza de que, en caso de que éste le proponga un rapto, le cumpla finalmente y después puedan presentarse en casa de los padres. Pero cabe decir que es una cultura sexual que está cambiando como todo en México».

Antonella conoció el caso de una mujer con deficiencia mental, quien quedó embarazada luego de ser víctima de una violación. «Ella sólo tenía la opción de juntarse con un viudo como un «hombre de segunda» o quedarse soltera, esta es la «opción» de las «mujeres anómalas» en general».

Esta idea también está influenciada por la concepción mesoamericana, que daba una importancia especial a los hijos como reproductores de la sociedad. Por eso otra mujer anómala es la estéril.

El matrimonio estéril implica no sólo el sufrimiento de la mujer por no poder concebir, sino también el del hombre porque no deja descendencia. «Es un matrimonio que no tiene sentido, y la mujer estéril es comparada a una mula, el animal estéril por excelencia.

Asimismo, subyace la creencia de que «el hombre tiene un deseo sexual apremiante, al que denominan «el calor», y eso lo conduce a que aún siendo casado tenga una amante, «la querida».

Ella es otra «mujer anómala», a pesar de tener hijos, es mal vista por la comunidad porque se piensa le arrebata el «pan» a los hijos legítimos.

«El hombre, por el contrario, demuestra su hombría al tener muchas mujeres. Es una doble moral, como siempre se ha evidenciado en estudios sobre la sexualidad y feminismo. Ellos tienen el derecho, como se dice en San Miguel Acuexcoma, de hacerle «la pregunta» a la mujer y todo se justifica porque ellos tienen más deseo sexual.

Consideró que en los pueblos, sea indígena o mestizo, el peso de la comunidad es muy fuerte y es la que genera el estigma, tanto así que las jóvenes traicionadas e incluso que fueron raptadas para violación prefieren huir del pueblo. «Eso me parece un desafío a esa cultura, decir: yo prefiero mi libertad a quedarme».

«No es una prerrogativa de las comunidades rurales. El problema es que allí todos se conocen, el chisme es como una manera de vivir la cotidianeidad».

Para rehacer su vida, «estas mujeres deberán juntarse o casarse con el denominado «hombre de segunda», que es un viudo, divorciado o un hombre mayor separado, solo o que no se ha podido casar», expresó Antonella Fagetti.

El estudio de la investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), ha sido recientemente publicado bajo el sello de esta institución académica y del Instituto Poblano de la Mujer, con el título: Mujeres anómalas. Del cuerpo simbolizado a la sexualidad constreñida.

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