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De hombres, sexo y emociones

Por Martha Martínez

Los hombres, al igual que las mujeres, cumplen con ciertos roles sociales que afectan su salud reproductiva. El mandato social de ser activos, autónomos, fuertes, valerosos y no débiles, no sólo determina sus prácticas sociales, sino que los lleva a considerar su sexualidad como una vivencia obligatoria, es decir, como un sinónimo de masculinidad.

De acuerdo con diversos estudios realizados por especialistas en salud sexual y reproductiva, a los hombres les cuesta trabajo considerarse como actores sexuales con necesidades especificas, por lo que su comportamiento sexual se da en un ámbito de competitividad o como una práctica de dominación.

De esta forma, la mala interpretación del concepto de «masculinidad» limita un ejercicio placentero y lo relega al ámbito de la reproducción, la dominación e incluso la violencia.

Aunado a lo anterior, la lógica tradicional para aplicar políticas públicas sobre salud sexual y reproductiva es que la sexualidad es cuestión de hombres, y la reproducción cuestión de mujeres. Ello significa que además de la autolimitación masculina para redefinir la importancia de su salud sexual, las políticas de salud no promueven su participación en el cuidado de ésta.

Aunque el plan de acción de la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, del cual México es signatario, establece que «el objetivo es promover la igualdad de los géneros en todas las esferas de la vida y promover y capacitar a los hombres para que se responsabilicen de su propio comportamiento sexual y reproductivo», sin duda aún falta mucho por hacer.

El hecho que los hombres tengan derechos sexuales que están ligados a la eliminación de reglas opresivas, tales como el derecho a demostrar emociones sin que se cuestione su virilidad, rara vez se reconocen.

Por ello, resulta indispensable un análisis detallado de los varones para diseñar políticas públicas que cumplan con las necesidades de los mexicanos, así como promover una redefinición de «masculinidad», ya que no basta con aumentar su participación, es necesario promover un cambio radical del concepto «hombre».

Los hombres tienen, entre otros derechos, el de demostrar sus sentimientos sin que nadie cuestione su masculinidad. Finalmente, sus emociones no los hacen más o menos hombres, simplemente los hacen más humanos.

MM/MEL/RGR

       
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