Hay un cúmulo de aspectos que originan la necesidad de conmemorar el 8 de Marzo como el Día Internacional de la Mujer. La historia, las luchas, los encuentros y desencuentros, los reconocimientos, el balance, las cifras, los resultados. Pero en las vidas de las mujeres que se encuentran en sus espacios familiares sólo esperanzas de que la situación cambie para sus hijas.
Se realizan foros, ferias, conferencias, actividades culturales y artísticas, preliberación de reclusas, entrega de escrituras, preseas, etcétera, y se generan espacios de deliberación como el Parlamento de Mujeres de México (PMM).
En su sexto año consecutivo el PMM reflejó uno de los climas más inquietantes y provocativos desde su instalación, los factores que rodean el ambiente político no fueron ajenos en las mesas, la ratificación de la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres, Patricia Espinosa, los asuntos de corrupción y la falta de credibilidad política, pero el más recurrente fue el tema de la píldora de anticoncepción de emergencia (AE) que anunció el gobierno federal.
Para el grupo de las organizaciones identificadas con Provida, la mesa correspondiente a las Reformas Estructurales con Perspectiva de Género les invitaba a concurrir densamente por el subtema Sistema Educativo y de Salud. Sin dejar pasar tan evidente provocación se abalanzaron dejando caer una lluvia de ponencias que incluía su rechazo al uso de la AE.
El tema de la píldora no tiene que ver con reformas estructurales, pero era el momento oportuno para estos grupos de ultra derecha de hablar fuerte, y lo hicieron. La mesa directiva de la Comisión Bicameral, conformada por las presidentas de las Comisiones de Equidad y Género de ambas Cámaras, decidió llegar a un consenso con los grupos y partidos para conformar una relatoría, en virtud de las diferencias entre aquellas organizaciones que están a favor y las que están en contra del uso de este método que de hecho ya se ha venido utilizando desde hace más de 20 años.
Sin embargo, no se respetó el acuerdo y en la lectura de las relatorías estallaron en protestas como el de querer incluir el tema de la homosexualidad como una enfermedad, y el no reconocer la diversidad de familias, el tema del aborto que no creo que alguien en su sano juicio pueda estar a favor, más que por razones que le represente ganancias económicas.
La gran propuesta es que estos temas requieren de un espacio específico para deliberarse, con análisis serio y científico, multidisciplinario y, sobre todo, en un clima de respeto a la pluralidad de ideas y la tolerancia a las diferencias.
Muchas veces he señalado que el aborto es un tema de salud pública, que se requiere de orientación y educación sobre estos problemas que representan la cuarta causa de muerte en las mujeres en edad reproductiva. Que las personas responden ante su conciencia sobre lo que creen y piensan, sobre la ética y la moral, sobre sus circunstancias y su desinformación. El libre albedrío es un derecho humano con un alto grado de responsabilidad que no podemos negar. Necesitamos educación para decidir bien.
Lo que vivimos en el PMM fue una estrategia amañada, violencia de género por las propias mujeres. Y yo que les propuse un Código de Civilidad Política entre Mujeres como un documento que expresa la idea esperanzadora de respetarnos y apoyarnos por encima de otros intereses de grupos y partidos, para avanzar en la acción política de las mujeres.
Creo en la necesidad de concordia y en la construcción de liderazgos éticos femeninos, los valores y compromisos están presentados como una base en las actitudes necesarias para el avance de las mujeres, lo promuevo y lo ratifico para escribir nuestra propia historia, la historia de las mujeres.
*Senadora e integrante de la Comisión de Equidad y Género y de la Comisión Especial que dará seguimiento a los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez.
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