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El derecho a decidir sobre la lactancia

Por Livia Díaz

¿Será que hemos perdido las mujeres el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo con el paso del tiempo y no nos dimos cuenta de nada? Año con año miles de mujeres y niños sometidos a políticas gubernamentales absurdas comenzamos el calvario del hambre al nacer y es que en los hospitales del sector salud parece haber sido suspendido el tiempo.

Hace unos 14 años, cuando mi hijo Alejandro nació pasé la primera noche contradictoria de mi vida, por un lado gozando feliz la llegada del «varoncito» y por otro su llanto desesperado de hambre.

Su grito quizá no atravesaba las conciencias y corazones de las personas que me rodeaban, pero el instinto o la naciente maternidad me llevó a buscar la forma de acallar su llanto dándole de comer, encontrándome una tajante negativa por parte del personal del hospital quien a la solicitud de la leche solo responde: «no hay», «no tiene indicado», «péguese al niño».

Después de dos horas de «niño pegado» cuando ya los pezones de esta primeriza madre estaban resecos y agrietados, apareció una enfermera con un biberón que contenía dos onzas de leche que mi bodoque sorbió para seguir llorando después.

LA HISTORIA SE REPITE

Tras la convalecencia en la sala de maternidad del IMSS pude comprobar que mis vecinas de habitación siguen siendo obligadas y hostilizadas para que «se peguen» al niño largas horas, cosa que hacen irremediablemente con tal de no escucharlo llorar.

Tras el nacimiento del niño a la mujer no se le pregunta si desea o no amamantar a su hijo. Ante la actitud que asume el hospital «Amigo de la Madre y el Niño» respecto a la alimentación de sus hijos las reacciones no se hacen esperar y en pocas horas la enfermera ha de sortear y trabajar encarando el producto de una política alimenticia bajo insultos, amenazas, o súplicas, en el mejor de los casos por parte de los derechohabientes.

El recién nacido no se entera de que una institución ha asumido un programa de estimulación y fomento a la lactancia materna sin permiso y consentimiento de su madre, tampoco se enteró de que ha comenzado su lucha por la sobrevivencia.

La única diferencia que encuentro entre aquella mi experiencia y la observada en las madres del segundo piso de Ginecoobstetricia del Hospital General de Zona No.14 del Instituto Mexicano del Seguro Social es el uso del biberón.

Actualmente a los críos la leche se les suministra con un pequeño vaso. Este hace la función de biberón y se hace de esa manera para que «no se acostumbre a la mamila». Las madres van siendo capacitadas poco a poco por las enfermeras en la forma que deben alimentar al bebé al seno materno, se les informa cómo deben darse masajes y que la leche tardará en bajarles tres días como máximo «siempre y cuando se pegue al niño».

CONTRAPRODUCENTE

En poco tiempo una madre primeriza se ha puesto nerviosa e iracunda y no duerme, su noche se ha convertido en un calvario, deja a su hijo llorar irremediablemente pues ya no soporta el dolor de la «pegada» y comienzan las preguntas y reflexiones en torno al hecho por las abuelas y las demÁs enfermas.

¿Será que el Instituto no gana ni para la leche?, ¿Porqué querrán que a fuerzas salga leche cuando no hay?. Para la madre la respuesta a la «pegada» es sencilla: «no señorita no me baja la leche», «¡Pero si no tengo nada! ¿Qué quiere que le dé?». Sus sentimientos fueron ignorados.

El personal de enfermería circula por turno y las respuestas varían, hacia el turno de la noche la enfermera responde «no me dejan leche y tengo solo este frasco para alimentar a diez niños», «no le puedo dar leche porque no me dejaron leche» dijo al tiempo que la abuela del recién nacido estaba dispuesta a sacarle los ojos, entonces rectificó: «voy a revisar a los niños y vengo a darle de comer al suyo».

Pero el pediatra en su visita le dio el tiro de gracia cuando le dijo «es que usted no se ha pegado al niño».

MONEDA DE DOS CARAS

Las ventajas de la alimentación al seno materno son conocidas y su difusión es continua y privilegiada. Es difícil que una madre que decidió no dar el pecho a su hijo lo promulgue, pues socialmente es mal visto que así ocurra.

Cada vez es menor el número de mujeres que se dedica de tiempo completo a alimentar a sus hijos con leche materna pues la vida moderna apremia en tiempo y forma y la obliga a cumplir dobles y triples jornadas de trabajo.

Pensar que su carrera alimenticia de lactancia ha nacido con el niño en el momento que «se lo pega» es un proyecto muy ambicioso del cual se antoja conocer verdades, resultados y avances.

En mi caso, a las pocas horas mi hijo enfermó pues nació con intolerancia a la lactosa y salí del hospital directamente a la farmacia a comprar un sustituto de soya para alimentarlo, evidentemente este es un caso no previsto por tan moderno programa, como tampoco lo han sido los resentimientos que guardé por años en torno a aquella primera noche aterradora en que no tenía forma de alimentar a mi bebé.

* Livia Díaz es integrante de la Red Nacional de Periodistas

2003/LD/MEL

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