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El machismo electoral en España

Por Fabiola Calvo

El pasado 25 de mayo, España realizó elecciones para elegir concejales para los ayuntamientos, y diputados para las autonomías, quienes a su vez eligirán alcaldes y presidentes de comunidad.

Las mujeres tuvieron una participación de 30 por ciento en las listas electorales, sin embargo esta presencia no se reflejó ni en la cabeza de listas ni el resultado de las elecciones, muy ligadas desde luego a los partidos o fuerzas políticas que representan.

No obstante tiene importancia que Esperanza Aguirre fuese cabeza de lista por el Partido Popular (PP) para la codiciada Comunidad de Madrid. Trinidad Jiménez se disputará la emblemática alcaldía para el ayuntamiento de Madrid por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) e Inés Sabanés lo hiciese por Izquierda Unida (IU). Lo resultados apuntan al triunfo de los candidatos y no de ellas.

En algunos pueblos, no muchos, las mujeres acceden como alcaldesas a los ayuntamientos. Patricia Maurel, candidata por el PP a la alcaldía de La Puebla de Hijar, fue asesinada por su marido dos días antes de las elecciones ¿Sigue siendo España un país de machos?

Ayuntamientos de importancia dirigidos por mujeres son pocos. En Córdoba fue revalidada una mayoría absoluta para Rosa Aguilar de IU, en Valencia para Rita Barberá del PP y en Cádiz para Teófila Martínez también del PP. Ninguna mujer ha llegado a la presidencia de una comunidad en el tiempo que lleva

España con una constitución consensuada. ¿Será que las candidatas no conjugan los intereses de las mujeres con los de sus respectivos partidos? ¿Los candidatos han dejado a las mujeres sin banderas? O lo uno y lo otro y mucho más.

La transición democrática inicia con la muerte de Francisco Franco en 1975 y un referéndum para la ley fundamental en 1978 sella el inicio de la consolidación, y que el analista Javier Pradera nos recuerda que los populares o bien no la votaron o bien propusieron su inmediata reforma.

¿Es muy breve el tiempo para que las mujeres entierren el peso de 40 años de dictadura y puedan aumentar su presencia en cargos de mayor importancia política en el mapa local y regional?

No es posible desligar el papel de las mujeres en la política, con la actuación de sus partidos y el programa que estos elaboran y prometen. La maquinaria busca ideologías e intereses así en sus programas, por conveniencia o convicción, se busque la inclusión de la mujer.

Y en esta dirección no dejó de llamar la atención la propuesta del coordinador de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares, de feminizar la política, en ir más allá de la paridad de listas e incorporar la sensibilidad femenina en todas las esferas del poder.

Porque no es suficiente con que sean mujeres las que encabecen listas sino las propuestas, la actitud y el estilo de hacer política que en España, con el partido de gobierno, parece que se regresa a etapas superadas, a las de una familia modelo.

Esas familias en las que la mujer mantiene su rol de cenicienta, proclamado por Ana Botella, candidata número tres en la lista del PP para la alcaldía de Madrid e impuesta por el presidente Aznar, junto con once concejales más de la anterior administración del mismo partido, según denunció en un debate entre candidatos, Trinidad Jiménez.

En el resultado de las elecciones locales y regionales en España sorprendió que no se reflejaran las recientes multitudinarias manifestaciones en las calles contra el apoyo de su gobierno a Estados Unidos en la invasión a Irak y el desastre del petrolero.

El Prestige en aguas gallegas. Si así fuese desde la convicción de paz de los votantes se hubiese votado por Trinidad o por Inés, pero no tuvieron el voto suficientemente amplio ni para gobernar las dos con acuerdos, no, la confianza la depositaron Alberto Ruiz-Gallardón.

Es un resultado que tiene múltiples lecturas que van desde la fragilidad de la memoria hasta el miedo. En la crispación de la campaña fueron invocados los fantasmas de la guerra civil en una estrategia de derecha y que sin reparo utilizó un discurso para atemorizar y, un lenguaje vulgar en el que presidente del gobierno hizo referencia al tamaño de sus atributos viriles.

Fueron elecciones en las que se midieron los candidatos para las elecciones generales de 2004 y olvidaron el discurso local en las que el voto de los jóvenes permitió el aumento del porcentaje electoral para el PSOE como el partido más votado y a IU convertirse en llave para que los socialistas puedan gobernar en las comunidades de Madrid y Asturias y varias alcaldías. Pero ese voto joven no fue suficiente.

Y las mujeres no son ajenas a estos avatares sociales y políticos, como tampoco a la asunción de actitudes que en nada benefician un camino claro en la búsqueda de la igualdad manteniendo la diferencia. Estas elecciones dejan claro que las mujeres también somos responsables de los destinos de cada país con las propuestas, con las candidaturas, con los votos.

2003/FC/MEL

       
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