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Elena Tchalidy: un largo camino de lucha

Por la Redacción

-Yo fui de crear muchas cosas. En la primera creación estaba Galtieri. En 1982 una periodista, Silvia Puente, dice: «Hoy es el 8 de marzo, no hay nada programado, las invito a que se reúnan con sus amigas y hablen de los temas que nos importan». La escucho viniendo de la facultad para mi casa, yo era bastante loca. Paso y le dejo una nota. Tenía una institución referida a jardinería y esas cosas, en la calle Ayacucho.

«Ella lo dice al aire y se juntan 80 mujeres. Lo cuenta al otro día y le prohíben hablar del tema. No se podían juntar las personas. Era antes de la guerra de las Malvinas, agruparse estaba prohibido. Pienso que los militares siempre tuvieron claro que si nos juntamos aumentamos el coraje, la resistencia, la sabiduría.

«Yo dije: qué hago. Bueno, fui a comprar un kilo de café. La cita, por suerte, era donde se daba clase, no en mi casa. Eso se convirtió en un grupo que se llamó «reunión de mujeres». Mi primer invento feminista».

–¿Ya tenías una concepción teórica del feminismo?

–No, yo tenía la rebeldía de por qué los hombres hacían ciertas cosas que nosotras no podíamos hacer. Nos empezamos a reunir con un grupo que existe, que es Asociación de Trabajo y Estudio sobre la Mujer (ATEM); nos relacionamos también con otra feminista, María Elena Oddone, que era muy violenta y contestataria.

«Era el primer acto público y ella andaba con un cartel que decía: ‘NO a la maternidad, sí al placer’. Salió en la revista que hoy sería «Caras» o «Gente». Después me dijo: ‘Ah, se me acercaron tres chicas». «Sí –le dije yo– y alejaste a unas miles’.

«Al acercarme a feministas menos confrontativas fui aprendiendo. Nos reuníamos una vez por semana y supe que se iba a convertir en un grupo. El día que se inició la guerra de Malvinas, cuando la gente fue a lanzar vivas a Galtieri, una mujer con una banderita dice que viene de la Plaza. Este era un grupo de mujeres de su casa, alguna empleada, alguna trabajadora. Una tenía un vecino italiano que le dijo: «Cómo festejan que declararon la guerra… no tienen idea de lo que significa la guerra… el dolor, la muerte.

«En el tiempo que siguió, cada una invitaba a alguien: Pavlosky, Florentina. Pasó mucha gente y fue muy interesante. Eso duró dos o tres años. Cuando llego Alfonsín, cada mochuelo a su olivo. Además, yo me había convertido en la mamá de todas, y eso no debía ser así».

LA HISTORIA VIVA DEL FEMINISMO

-¿Ya estabas con Alicia Moreau de Justo?

-Con la doctora empezamos una relación en 1975.

-¿Como consecuencia de la militancia de tu marido?

-Sí. Era 1975, ella ya tenía 80 y pico. Vivía en Vicente López. En 1975 fue el homenaje por los 90. Se juntó un grupo, (aunque el socialismo andaba bastante disperso) en la Federación de Sociedades Gallegas. Estábamos sufriendo a López Rega, Isabel…el golpe se percibía en el aire. Se llenó de gente.

«El Hogar Obrero le ofrece un departamento, y nosotros ya vivíamos ahí, a media cuadra, y teníamos un vehículo que le resultaba cómodo. Teníamos una camioneta alta que le venía cómoda. Enseguida fue el golpe y empezamos a tener reuniones más clandestinas. Ella fue una voz en el desierto: ‘¿Que me pueden hacer? Vergüenza sería para ellos’.

«A fines del 1983 tenía 98 años. Ella fue la única que mandó una carta protestando porque habían detenido a unos sindicalistas. Cuando Alfonsín ya era presidente y se celebra el primer 1° de mayo, en 1984, Ubaldini le manda un banderín de la CGT y atrás le escribe el agradecimiento y la invita al acto de Atlanta. Todos los que la rodeábamos le decíamos que no fuera, que no era un acto socialista, que no sabíamos cómo la iban a recibir, y ella, en una clase de política, dijo: ‘antes que peronistas son trabajadores, yo voy a ir’.

«Cuando llegamos al estadio, había una escalera de cemento de muchos escalones. Le hicimos sillita de oro, decían los muchachos. Ella le decía a mi marido: ‘Usted me va a ayudar y yo voy a subir’.

«El estrado estaba de costado. Se acercó uno de esos grandotes. ‘¿La abuela quiere subir?’. La agarró en el aire, la levantó de los hombros y ya estaba arriba. Y está ella en esa foto histórica al lado de Ubaldini. Cuando salía la gente se le acercaba, muchos la saludaban y le decían: ‘Mi papá fue socialista’. Fue muy emocionante para ella. Y si bien cuando subía alguno que otro gritaba alguna cosita, cuando el acto terminó la aplaudieron.

«Mucha gente no sabe esto. Son esas cosas que una guarda en el recuerdo. ¡Que emoción! 98 años».

-¿Qué sabía ella? ¿Hablaban entre ustedes de lo que ahora se llamaría «agenda feminista»?

– Sí, sí claro. El feminismo de principios del siglo XX, era para que las mujeres pudieran estudiar, trabajar. Muchas luchaban por el sufragio. Las historiadoras dicen que después de cada logro viene un «achanchamiento».

«La primera y segunda década fueron la de la explosión del trabajo de las mujeres. La doctora Grierson era una médica no feminista y fundó la Escuela para Enfermeras. Julieta Lanteri sí era feminista.

«Las que se quedaban un poco más afuera eran las anarquistas. Y todas llegaron a trabajar juntas en el Primer Congreso Feminista. Ahora es el segundo, en honor a aquél. Vaya una a saber dónde estaremos».

-¿Por qué lo dices?

– Porque no hay fondos. Aunque cuando nosotras hicimos el Primer Encuentro Feminista no teníamos ni un centavo. Fue en 1986, en el San Martín. El 8 de marzo de 1983, todavía con Bignone, empezamos la campaña por la modificación del régimen de patria potestad en la calle, con ese grupo que te conté que habíamos creado: Reunión de Mujeres. Amas de casa, la mayoría con hijos grandes, trabajamos en la calle, en la calle Florida, con ATEM. Juntamos carritos de firmas para llevar después al Congreso.

«A la semana de que asumió Alfonsín empezamos a juntarnos para organizar el primer 8 de marzo en democracia, y ahí se formó la primera multisectorial de la mujer. Logramos juntar feministas, sindicalistas, gente de la iglesia, y pudimos hacer el primer 8 de marzo con una serie de puntos petitorios para diputadas y diputados.

«En marzo de 1984 empezamos a hacer reuniones, y en 1985 se efectúa, en junio, julio, la reunión en La Habana de mujeres políticas continentales. Las radicales arman el grupo de mujeres argentinas. Fue Florentina Gómez Miranda. Conocí al comandante. Como buena socialista, siempre llego a tiempo o unos minutos antes. Él también bajaba temprano, así que pude charlar con el.

«Poco tiempo después fue Nairobi, que tenía dos ámbitos: el gubernamental y el foro de las ONG. Fuimos 20, 22 argentinas. Cuando volvimos de ahí todo el mundo quería saber qué había pasado.

«Ya habíamos empezado a trabajar en la fundación con el tema de violencia; no porque quisiéramos, sino porque había gran demanda. Nosotras estábamos muy atrasadas, de último momento sacaron las leyes de patria potestad y divorcio vincular. Fue el inicio para las dos campañas. Las que íbamos éramos ya matronas.

«Cuando volvemos de Nairobi empezamos a contar qué fue lo que pasó, de ahí surge hacer una reunión. ‘Es que vienes tan entusiasmada…’

«Javier Torre nos dio todo, pusimos cinco pesos de inscripción. Ese día hubo huelga de taxis, huelga de no sé qué. Igual fueron mil mujeres, y con esos cinco pesos… fue la única vez que se hizo una recolección de los talleres».

-¿En aquel momento tenías idea de que esos encuentros se instalarían tan fuertemente en la Argentina, tan perseverantemente?

-No, cada vez era mayor, y hubo deseos de algunos grupos de manipular el encuentro. En el tercero, que fue el de Mendoza, nos enteramos de que salieron dos ómnibus llenos de mujeres (no te voy a decir de qué partido) con la consigna de que hubiera por lo menos dos mujeres en cada taller para llevar la voz del partido.

Pero cuando se juntan diez mil mujeres no hay manera de manipularlas. No lo consiguen.

«Las mujeres que van por primera vez al encuentro cuando vuelven no son las mismas. Hay pueblos donde las mujeres durante meses hacen empanadas, tortitas, las venden y todo el pueblo compra para que esas mujeres puedan llegar al encuentro. Yo fui hasta el Encuentro de Corrientes, debe hacer como diez años. Después no fui más.

«Nosotras planteábamos que había que generar diferentes espacios para las nuevas que discuten cosas que otras ya hemos discutido. Yo aprendí de las que fui a escuchar. Ese fue un quiebre: no permitir que hubiera paneles de gente que sabía. Estos partidos decían que esto era hacer una diferencia, establecer jerarquías.

«El otro quiebre fue que la comisión organizadora tuviera supervisión sobre la autonomía de las provincias. Por supuesto que no estuvimos de acuerdo. No hay en el mundo otra experiencia igual.

LA CAMPAÑA POR LA NO VIOLENCIA

–En el inicio de la campaña fueron sus ideadoras, su motor. Me refiero a la Fundación Alicia Moreau de Justo.

–En el mes de marzo, con los spots que dirigió Bruno Stagnaro en la radio Éter, se lanzó exitosamente. Sin embargo, no había ámbito para seguir.

«El día que se presentó la campaña fuimos a comer con la gente del Consejo Nacional de la Mujer, que en verdad fueron quienes salvaron la campaña. La gente del Ministerio de Educación no quería saber nada, ya estaban hechos los spots, todo, e intentaron desarmarlo. Nos quedamos un poco afuera. Ahora tiene otro sesgo».

–Cuando se pensó inicialmente, ¿cuál era la idea?

–Imagínate que Canal 7, con sus 200 y pico de repetidoras, lo tuviera que pasar por todo el país. El mayor impacto son las mujeres que nosotras capacitamos como promotoras de salud. Y que otras mujeres al escuchar digan: «Eso es lo que él me dice a mí. ¡Ah!, eso es violencia, yo pensaba que era normal, que era natural, que así debía ser».

«Teníamos un caso: él la hacia dormir en el suelo, ella estaba embarazada; la sacudía, pero ella decía: ‘no me pega’».

–¿Cómo piensas que estamos en relación con las cuestiones de salud sexual?

-Tenemos mucho escrito en las leyes, excepto la despenalización del aborto y alguna que otra cosa. Hemos ido consiguiendo lo que queríamos. Que eso pase a la vida diaria, a lo cotidiano, es otra cosa.

«Estamos mucho mejor. Piensa que en 1972 fue la primera vez que las inglesas dijeron «no es justo que nos traten así», y fundaron el primer refugio para mujeres maltratadas. Poco más de 50 años. ¿Qué es eso para los miles de años de maltrato?

«Existen, claro, sujetos como Manuel, que se colgaba de los postes para poner los carteles. Las ultra feministas como ATEM decían que él iba a ir primero en la marcha por los derechos de las mujeres».

–Quedaste viuda joven ¿Nunca quisiste otra pareja?

–No se dio. Una se pone muy selectiva sobre todo habiendo tenido tan buen vínculo. El tiempo hace que una reflexione. Un día que llegué lo vi sentado en la cama, leyendo. No habíamos cenado juntos, no había cara de enojo, pero yo me di cuenta de que todas las noches volvía tarde…y una tiene que cuidar eso que considera importante, ¿no?

«Trabajábamos codo a codo en muchas cosas. Él fue un apoyo incondicional. Después te das cuenta. A veces pensé: no lo quise lo suficiente. Lo quise mucho, pero…no se lo demostré lo suficiente. Además, fue una pérdida de un día para el otro: salió de casa a las 8 de la mañana, en la tarde le dio un ACV y a las 5 del otro día fallecía. Absolutamente imprevisto.

«Yo les digo a las que me crean problemas: no me voy a morir. Alguna debe pensar: «esta vieja, ¿por qué no se quedará en su casa? La competencia, la envidia».

-Y la dificultad para reconocer el camino que ya hicieron las mayores.

-Eso pasa con los encuentros: estamos siempre empezando. Hay que reconocer la experiencia de las que saben más o tienen más experiencia para que las que llegan encuentren el camino más pavimentado que nosotras.

-80 años es una cifra. ¿Qué nos dices?

-Que no son 80, son 81.Todo ha cambiado tanto que no sé. No todas las mujeres piensan y quieren lo que necesita otra gran cantidad de otras mujeres. Muchas, satisfechas con su vida, no ven lo que a otras les falta. Yo entré en las villas hace más de 20 años.

«Las que tuvimos la suerte de no tener nunca hambre, de no tener nunca frío, de no tener una enfermedad sin tener la posibilidad de curarla, tenemos que saber que es una suerte. Porque la cigüeña te tira en Libertador o te tira en la villa. No es que yo nací en un lugar porque me lo mereciera, pero si nací en este lugar, tengo una responsabilidad».

09/UR/YT/LGL

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