Han pasado 25 años desde mi viaje a la India y para algunas personas los viajes se vuelven significativos. Si bien no era una niña, tampoco era una persona mayor y la India se volvió el parteaguas de mi vida.
Alejarme de México, de mis circunstancias y vivencias, me permitió ver mi vida en otra perspectiva. Entendí el sentido del servicio, de la solidaridad, de la compasión. De que cada una de nosotras y nosotros venimos aparte de aprender actitudes, tomar decisiones y disfrutar la vida, a hacer cambios para mejorar nuestro entorno.
Existen seres que no sólo hacen cambios en su entorno, sino en todo el planeta, como Steve Jobs, pero creo que ellos son súper dotados. En mi caso, logré que lo que en un principio era un dolor, se haya vuelto el trampolín para comentar mis experiencias y dar un poco de luz a quienes se han acercado a mí.
Con Ale aprendí a verme como lo que soy, una diosa compasiva que comparte con sus hermanas actitudes de superación, integración y de salud, y a rescatar ese valioso conocimiento que cada una tenemos y que no sabíamos que teníamos, y que sabiéndolo emplear nos lleva a ser especiales para las y los demás. Aprendí a ser responsable de mi vida y no volver a permitir que me dañen.
Si bien tuve la suerte de ser una niña responsable, con todo lo aprendido, lo que antes sentía una carga, se volvió un equipaje ligero, fácil de usar. Aprendí que todo lo que existe ha sido creado por un ser superior, por lo que yo no tengo derecho de afectarlo o alterarlo.
Volví un hábito agradecer todo lo que recibo, alimentos, recursos, compañías, experiencias, ya que todo viene de esa fuente infinita. También aprendí que todo lo que de mí sale, a mí regresa.
Dios o Diosa no castiga, es amor y todo ha sido creado para disfrutarlo, sin cargas, ni culpas. He aprendido a escucharme, sentirme, respetarme.
Para mí, el viaje cambió mi vida. Las experiencias espirituales están presentes recordándome que soy un ser espiritual que vive una experiencia humana que disfruto, y de la cual me considero responsable.
Yo no sé si soy mejor o peor, solamente sé que siempre hay otro enfoque diferente; no todas las situaciones tienen dos opciones, así como no todo es blanco o negro, ya que entre estos dos colores hay una serie de gradaciones que nos llevan a darnos cuenta de que la vida es una gama infinita de posibilidades.
No crean que cuando regresé ya tenía estos conceptos integrados, sino que poco a poco he ido descubriendo lo que estaba escondido en mi interior. No me siento más sabia que mi vecina, ni más importante que ella, sino que sé que si integro lo que tengo, con lo que ella trae, podemos crear algo que mejore lo que consideramos obsoleto.
He aprendido a aplicar todos los conocimientos asimilados y por ello siento que puedo aportar valores de vida a mi alrededor, y también sé que no todo el mundo tiene la obligación de aceptarlos, dado que gozamos de un libre albedrío que muchas veces no es tan libre.
En medio de tanta discrepancia, trato de mantenerme leal a lo que creo, fiel a mí misma y tratando de ser mejor para mí en este mundo que cada día nos presenta retos nuevos, paradigmas aparentemente diferentes, pero que si los analizamos detenidamente, todos se circunscriben a los mismos valores eternos: el amor y el servicio.
Mientras siga en este planeta, sé que seguiré creyendo en el amor incondicional, por lo que la paz interna adquirida hace 25 años me acompañará hasta el final.
*Narradora oral, astróloga y terapeuta.
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