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En maquiladoras, renovado asalto a derechos humanos: OSC

Por Hypatia Velasco Ramírez

Las maquiladoras en la frontera norte mexicana no son el modelo de salud y seguridad que las corporaciones venden como imagen, de acuerdo con el Comité Fronterizo de Obreras y Obreros.

Actualmente, dice el portal de esta organización, hay «un renovado asalto a los derechos humanos y laborales en las maquiladoras que está no sólo perpetuando viejos problemas sino también bajando algunos modestos estándares de salud y seguridad alcanzados en esta industria».

En lo últimos dos o tres años, el Comité Fronterizo de Obrer@s, con sede en Piedras Negras, Coahuila, ha visto que ocurren más accidentes y lesiones en el área de trabajo de las maquilas. No obstante, dice el portal, no se tiene acceso a las estadísticas reales de las propias maquiladoras.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, publicados dentro del portal del Comité, hasta Junio de 2006 había en nuestro país 2 mil 822 maquilas que empleaban un millón 223 mil 185 personas de las cuales 49 por ciento son mujeres y 51 por ciento son hombres.

Y aunque son más hombres que mujeres los que trabajan en la industria de maquila, según el Comité Fronterizo son ellas las que realizan el trabajo más duro.

Con ello, se ha hecho evidente que más trabajadoras sufren mayores problemas de salud tanto agudos como crónicos, entre los que se encuentran los dolores de cabeza, náuseas, enfermedades de vías respiratorias, de la vista y oído, problemas de infertilidad y partos prematuros, dolores musculares, entre otros.

Y es que, a decir del portal, la limpieza de máquinas soldadoras, que debería hacerse en fin de semana cuando no hay trabajo, se hace en el turno de noche con las y los trabajadores a un lado.

Asimismo, la mano de obra se ha vuelto multifuncional. Las y los trabajadores realizan muchas más operaciones de pie y se mueven más. Esto ha agravado el agotamiento físico por estar parados 10 horas diarias sin sillas para descansar.

Y las maquiladoras se mantienen sin reportar accidentes de trabajo al Seguro Social con el fin de no afectar las metas de producción y reducción de costos, según el Comité.

El personal de salud «hace todo lo posible para que las y los trabajadores no tenga que ir, o se desaliente de ir, al Seguro Social. Por esa razón las estadísticas oficiales no son confiables ni tienen credibilidad».

Mientras que el estrés, uno de los mayores problemas de salud que sufren las y los trabajadores, tiene relación directa con el salario, la estabilidad en el empleo y el ambiente laboral, en particular la supervisión.

Según el portal, «la salud emocional es muy afectada por las cargas de trabajo y presiones inhumanas, por el acoso de supervisores, por el monitoreo permanente de las operaciones mediante cámaras de video, y con el hostigamiento a las personas de más de 35 años de edad o con muchos años de antigüedad para que renuncien».

Las maquiladoras tratan así de evitar pagar más de indemnización, dice el la página.

Por su parte, el artículo «Maquilas y salud en el trabajo», de María Mayela Trueba Hernández, publicado en el libro «Deconstruyendo paradigmas del poder sindical» y editado por la Fundación Friedrich Hebert Stiftung y la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señala que el ritmo de trabajo en tareas repetitivas puede ser una causa de estrés.

Igualmente, indica la autora, un ritmo de trabajo muy acelerado puede provocar tensión, sentimientos de temor, ansiedad, fatiga, nerviosismo, depresión, aislamiento, soledad, y pérdida de la identidad personal en las y los trabajadores.

Y sumando al estrés emocional, los movimientos rápidos y repetitivos pueden producir inflamación de las articulaciones y en los tendones de las manos, lo que a la larga deriva en lesiones que requieren operación.

«Las diversas sensaciones asociadas con fatiga como el aburrimiento, cansancio, depresión, enojo y agotamiento, pueden disminuir la habilidad para realizar tareas y provocar cambios en el ritmo del corazón y en las ondas cerebrales», dice el texto.

Con ello, las y los trabajadores ponen menor atención a sus labores, reciben de manera lenta la información visual, tardan más en reaccionar, les toma más tiempo pensar y demuestran una motivación y una actividad menores. Como consecuencia sufren más accidentes y un rendimiento más bajo.

Respecto al estrés, los patrones dentro de las maquilas consideran que es algo normal. No toman en cuenta que es consecuencia de las dobles jornadas de trabajo, las veladas, o bien que sus empleadas trabajen tiempos prolongados.

Por todo ello, la autora considera que mediante los sindicatos y la voluntad colectiva, las y los trabajadores deben plantear alternativas sobre el control de los ritmos, de trabajo y sobre su participación respecto a cómo y porqué se realizan ciertas tareas de cierta forma.

Lo anterior requiere el compromiso ineludible de las autoridades laborales, que no cuentan ni con la capacidad ni con la decisión para realizar inspecciones del trabajo en las empresas para detectar las ineficiencias y eliminarlas.

«Es indudable que mientras las y los trabajadores tengan que laborar horas extras o sigan enfrentando problemas económicos, las causas del estrés seguirán existiendo, por lo que debe realizarse una larga lucha para reducirlas o efectuarlas en condiciones que no afecten su salud física ni psíquica», señala la autora.

07/HVR/GG

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